Ciencia y Tecnología
Furor por las tecnológicas
Las próximas empresas en dar el salto al parqué serán Airbnb, Uber o BlaBlaCar
La salida a bolsa de Snapchat reencarna el fantasma de la burbuja «puntocom». Muchos inversores quieren estar en el próximo Facebook, y apuestan por empresas sin ingresos en base a su volumen de usuarios y a la expectativa de que más adelante otros pagarán más.
¿Cómo puede explicarse que una empresa como Snapchat, que el año pasado registró unas pérdidas superiores a los 510 millones de dólares, se anotara en su debut bursátil una subida del 44% que llevó a valorarla en más de 30.000 millones de «billetes verdes»? ¿Y que una compañía como Wallapop, con 20 millones de usuarios en España y más de 70.000 transacciones diarias, recibiera una lluvia de millones de financiación antes de haber generado ingresos? Los «unicornios» tecnológicos son capaces de captar cantidades ingentes de dinero sin necesidad de demostrar su rentabilidad. Insinúan que se convertirán en el nuevo Facebook o Amazon. Alardean de su volumen de usuarios. Y eso, a veces, basta en la economía digital.
La mayoría de estas empresas se obsesionan con la captación de clientes, y no tanto con la cuenta de resultados. Su valor no son sus ingresos, sino su poder aditivo para fidelizar y cautivar. Basan sus estrategias en sus expectativas, en su futura monetización, en su capacidad para generar efectos de red, por los que cada nuevo usuario acelera el ritmo de crecimiento. Y es que los cientos de millones de personas que componen sus bases de datos llevan a pensar que de alguna forma obtendrán rentabilidad. Pero, ¿son solventes estas compañías o se han vuelto locos los inversores?
Fuentes consultadas aseguran que en el ecosistema emprendedor se ha inflado una burbuja. El dinero disponible para activos digitales en España se ha multiplicado en los últimos años, pero no ha habido un aumento equilibrado de las oportunidades. De los datos de la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (Ascri) se desprende que en 2016 el volumen de inversión del capital privado en España se incrementó un 3%, hasta alcanzar los casi 3.000 millones de euros. Y el «venture capital» dirigido a empresas tecnológicas, que concentró el 76% del total, superó en 2015 los 500 millones de euros. Esta misma semana, el Congreso ha pedido mejorar los incentivos a la inversión en «start-ups».
¿Acabará estallando el boom? José Martín Cabiedes, gestor de Cabiedes & Partners, considera que el único atractivo para invertir en empresas que no generan ingresos es que más adelante haya otro inversor dispuesto a pagar más. Como en el juego de la patata caliente, que se va hinchando de mano en mano, invierten en base a expectativas. Cabiedes recuerda que tanto en Estados Unidos como en ciertos países europeos se ha producido un ajuste en precios muy importante. Y asegura que en España no lo ha habido por la entrada masiva de capital. «Sin el advenimiento del dinero público probablemente los precios hubieran bajado. Hay fondos de inversión en este país que tienen un 90% de capital público o semipúblico», apostilla.
Al igual que en el siglo XIX había quien invertía en el ferrocarril pese a que muy pocos eran rentables, ahora existen «start-ups» tecnológicas valoradas en más de 1.000 millones de dólares que no han facturado ni un euro. Y es que son muchos los inversores que quieren estar en el próximo Google, Apple o Microsoft, compañías que han reportado a quienes entraron en sus inicios rentabilidades del 10.000%. «Si tienes dinero, no es malo dedicar un 3-5% a inversiones de gran riesgo, pero mucho recorrido». Rodolfo Carpintier, presidente de DaD, sostiene que cuando hay mucho capital buscando pocas operaciones que puedan «aguantar» inversiones de 100 millones, estas tienen una sobre-demanda, lo que incrementa su valoración.
Valoraciones exageradas
La matriz de Snapchat debutó en la Bolsa de Nueva York con un subidón que llevó los 17 euros por acción de salida a superar los 25 dólares por título e incrementó la valoración de la empresa desde los 24.000 millones de dólares hasta los 35.000 millones. Sin embargo, en su tercera jornada en Wall Street sufrió una caída superior al 12%. Pese a que el grupo cuente con 158 millones de usuarios activos, la mayoría de los analistas consultados señala que esta red social de mensajería instantánea tiene una valoración exagerada, aludiendo a las pérdidas acumuladas en sus cuentas y a las escasas perspectivas de registrar ganancias en el medio plazo. De hecho, en el folleto de la OPV podía leerse: «Hemos registrado pérdidas operativas en el pasado, esperamos tener pérdidas operativas en el futuro y puede que nunca seamos rentables». Aun así, Amazon, por ejemplo, estuvo más de 15 años perdiendo dinero y sus accionistas se lo permitieron. Ahora la empresa es líder de un sector creciente a nivel mundial.
Son muchos los expertos que aseguran que la fiebre por las redes sociales terminará reencarnando el fantasma de la burbuja «puntocom». Sergio Puente, analista de XTB, admite que, en cierto modo, pueden apreciarse ciertas similitudes. No obstante, hay grandes diferencias. A finales del siglo XX el negocio de las empresas vinculadas a internet estaba en su más tierna infancia. Se basaba más en una serie de perspectivas intangibles que en datos reales. «Hoy en día el negocio es mucho más maduro y está estandarizado. La consolidación de los servicios tecnológicos ofrece a las empresas un nicho de mercado real y mucho más amplio que en el que se basaron las abultadas valoraciones de aquellas primeras puntocom», apunta.
Por su parte, Albert Enguix, gestor de GVC Gaesco Gestión, no aprecia paralelismos entre la anterior burbuja y la actual situación de las empresas tecnológicas, que se encuentran en una posición mucho más transparente y sólida. Sobre todo, en relación a sus ingresos y beneficios. En cualquier caso, admite que los últimos estrenos bursátiles de compañías como Snap han resucitado los fantasmas. Pero no piensa que haya un crecimiento irracional de un conjunto, sino unas salidas a bolsa muy por encima de la racionalidad esperada.
Tras los de Facebook y Twitter, el reciente salto al parqué de Snapchat captó la atención de unos inversores ansiosos de rentabilidad. Las redes sociales salen a bolsa en aras de atraer inversión para continuar con sus procesos de crecimiento. Además, el debut bursátil de una empresa concede notoriedad y es sinónimo de estabilidad, de proyección de futuro y de solidez; lo que da empaque al proyecto.
El de Snapchat se convirtió en el mayor estreno bursátil de una tecnológica desde el de Alibaba, gracias a la convergencia de varios factores. Por un lado, las ganas de una oferta inicial de acciones (IPO) tecnológica importante. Y es que ante las subidas del mercado tecnológico y la notoria revalorización de empresas como Apple o Google, los inversores estaban ávidos de hacerse con las primeras acciones de una compañía reconocida con las mismas expectativas, siendo pioneros en comprar para lograr una escalada similar. El analista de XTB destaca que en este caso, a diferencia de otras empresas, se están descontando previsiones futuras por parte de los inversores. «Si bien no creo que podamos hablar de burbuja en empresas como Facebook o Google, sí que podríamos argumentarla en compañías como Snapchat, ya que no cuentan con una base consolidada ni con unos ingresos estables, por lo que su importante revalorización tras la IPO responde más a expectativas futuras que a datos reales. Esta situación recuerda al año 2000», agrega.
El gran filón de las redes sociales para captar el interés de los inversores reside, precisamente, en la forma en la que están cambiando la comunicación, tanto entre sus usuarios, como entre las empresas y sus potenciales consumidores. Si las empresas de marketing tienen a su alcance un amplio abanico de posibilidades a la hora de conectar con sus destinatarios, las redes sociales se han convertido en un aliado cuantitativo y cualitativo, ya que a medida que las mismas avanzan y llegan a más usuarios, los ingresos publicitarios también deberían incrementarse de manera exponencial debido a su inmediatez y especificidad, lo que es un importante atractivo para la propia empresa y para sus inversores.
Puente opina que el principal inconveniente de estas compañías es que «pasen de moda». Máxime, teniendo en cuenta que el público joven al que van destinadas es el más volátil de entre todos los segmentos de población. «Este tipo de empresas deben sentar muy bien las bases de su negocio y fidelizar a sus usuarios para que, más allá de su boom inicial, se mantengan fieles a la firma y no la abandonen», puntualiza. Y recuerda el caso de Tuenti –que nació como competidor de Facebook– para evidenciar que el mayor riesgo de estas compañías de reciente creación es que no aguanten y se acaben diluyendo en un mercado cada vez más cambiante e infiel.
Son escasas las redes sociales «tradicionales» que quedan por dar el salto a la bolsa. «Es el turno de las empresas de economía colaborativa, como Airbnb, Uber o BlaBlaCar, que tienen pocos exponentes aún dentro del mercado y una importancia cada vez más palpable en el contexto económico actual». El analista de XTB señala que, al igual que las redes sociales han revolucionado el negocio informativo y publicitario, este tipo de compañías están cambiando modelos de negocio tan dispares como el hotelero o el relacionado con el transporte de una forma sostenible y con una base de clientes cada vez más amplia. Asimismo, el hecho de estar dirigidas hacia un público más adulto y, por tanto, más fiel, puede brindarles un futuro más estable.
Futuro de Snapchat
Tanto el éxito rotundo de Snap en sus primeros compases bursátiles como, sobre todo, su trayectoria a medio plazo marcarán el camino de otras tecnológicas a las que los inversores esperan con inquietud. De esta manera, la aplicación de mensajería instantánea podría constituir la puerta de entrada a una nueva edad de oro en un momento en el que las tecnológicas se encuentran en máximos y el Nasdaq ha batido sus propios récords. No obstante, ¿seguirá los derroteros de Facebook o los de Twitter?
El analista de XTB recuerda que la recepción inicial de Twitter fue de euforia, revalorizándose un 36,84% en su primer día y un 60% en su primer mes. En este caso, al igual que en el de Snapchat, se cotizaron expectativas. Una vez desvanecidas y ver que estaban muy alejadas de la realidad, la evolución no ha sido precisamente positiva. «La IPO de Twitter guarda importantes similitudes con la de Snap, ya que ambas habían aumentado sus pérdidas año tras año». Puente remarca que Facebook, en cambio, llegó a perder en sus primeros cuatro meses de negociación un 53% de su valoración inicial ante el miedo de que no pudiera continuar con el crecimiento y consolidación de su negocio. «Todo parece indicar que Snapchat, con una importante subida el día de su salida a bolsa y unas cuentas en negativo año tras año, podría seguir el mismo camino que Twitter».
Enguix insiste en que la clave está en monetizar el gran target de clientes. «Facebook sí sabe, pero Twitter no. Y eso se traslada a su comportamiento bursátil».
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