Análisis
Las instituciones internacionales deben abandonar el "wokeismo"
Davos, el FMI y el Banco Mundial han caído en la trampa de vender la mercancía averiada del intervencionismo y el socialismo
El escándalo por la presunta corrupción del fundador del Foro Económico Mundial (WEF) de Davos sería solo una anécdota si no fuera porque lo revelado es otro ejemplo de lo que ha ocurrido en los últimos años con muchas instituciones internacionales. "Financial Times" explica que se acusa al fundador del WEF de manipular el análisis de la organización para congraciarse con los gobiernos.
No hace falta entrar en acusaciones. Yo lo he vivido. Desde hace años muchos hemos visto con tristeza cómo un foro tan importante como Davos pasaba de ser un centro de debate y confrontación de ideas desde la defensa de la libre empresa a ser un altavoz de las ideas más intervencionistas, el estatismo más dañino y blanqueador de gobiernos autoritarios, expandiendo las ideas destructivas del inflacionismo, el socialismo y el wokeismo, que en realidad es todo lo mismo.
Davos pasó de ser un foro de debate a una congregación de repetición de dogmas intervencionistas y blanqueamiento del pensamiento único extractivo donde poco a poco se relegaba al ostracismo a quien defendiese la libertad económica, impuestos atractivos y control del gasto público. Hemos escuchado aplausos entusiastas a los que exigían más impuestos y mayor asalto a los creadores de empleo, y “debates” de opinión única donde todos los contertulios repetían lugares comunes y palabras como “resiliencia” y “sostenibilidad” como caballos de Troya de estatismo depredador, donde se repudiaba la idea de crear valor y crear riqueza.
¿Recuerdan la aberración de “no tendrás nada y serás feliz”, abandonar la generación de beneficios como objetivo o que había que prohibir el cultivo de café porque contribuye al cambio climático? Con frases como “igualdad de derechos a los recursos económicos, así como acceso a los servicios básicos, a la propiedad y el control de la tierra y otras formas de propiedad, a la herencia, a los recursos naturales” se vendía el colectivismo más absurdo y obsoleto.
Las verdades de Bessent
No solo ha ocurrido en Davos. Scott Bessent, secretario de estado del Tesoro de Estados Unidos, ha dicho esta semana verdades como puños sobre el Fondo Monetario y el Banco Mundial, que han caído en la misma trampa de vender la mercancía averiada del intervencionismo socialista.
“El FMI y el Banco Mundial tienen un valor duradero, pero su misión se ha desviado de su rumbo”. Era muy frustrante ver cómo estas instituciones blanqueaban el aumento constante del peso de los gobiernos en la economía, impuestos confiscatorios e inflacionismo a través del exceso fiscal y monetario. Olvidaron su papel como garantes de la lógica económica, la defensa de los creadores de riqueza, la exigencia de responsabilidad fiscal y la prudencia impositiva para dedicarse a cosas que no tienen nada que ver con su misión y han sido cada vez más permisivos con gobiernos autoritarios, expoliadores y despilfarradores.
“El FMI ha sufrido una desviación de su misión. El FMI fue una vez inquebrantable en su misión de promover la cooperación monetaria mundial y la estabilidad financiera. Ahora dedica un tiempo y unos recursos desproporcionados a trabajar sobre el cambio climático, el género y cuestiones sociales”, explicaba Bessent. Igual que otras instituciones, como el Banco Central Europeo, que también metió como objetivo el cambio climático mientras abandonaba su verdadera meta de estabilidad de precios, se centran en cuestiones cosméticas e ideológicas que no tienen nada que ver con la política monetaria, la estabilidad financiera y la responsabilidad fiscal, ya que son cuestiones de política social gubernamental. Es más, la inmensa mayoría de esas supuestas preocupaciones sociales solo servían para esconder el blanqueo de un aumento constante de los excesos gubernamentales, del gasto descontrolado, la deuda y los impuestos crecientes.
“El Fondo Monetario Internacional debería ser un revelador brutal de la verdad. En lugar de eso, está "silbando por el cementerio". Esta frase de Bessent refleja lo que cualquier defensor de la libertad percibe en gran parte de los informes del FMI, que mira hacia otro lado mientras los gobiernos llevan a sus países, empresas y autónomos a la ruina.
¿Recuerdan la llamada de 2020 del FMI a “hacer todo lo que sea necesario y guardar los recibos”? Los gobiernos se lanzaron felices a gastar sin control, imprimiendo moneda alocadamente, y han dejado empobrecimiento, inflación, deuda desbocada e impuestos asfixiantes. Eso sí, en 2024, con más de setenta países lanzados a gastar como si no hubiera mañana por estar en elecciones y con la deuda pública descontrolada, nos anunciaba un crecimiento “seguro pero lento: resiliencia con divergencia”. Increíble.
Sobre el Banco Mundial, Bessent afirmaba que “el Banco ya no debería esperar cheques en blanco para un marketing insípido y centrado en palabras de moda, acompañado de compromisos poco entusiastas de reforma”.
Si las instituciones que deberían garantizar la estabilidad financiera, la lógica económica, la responsabilidad fiscal y el crecimiento empresarial se centran en disfrazar los desequilibrios fiscales y monetarios, ignorando los ataques a la propiedad privada, a la estabilidad financiera y monetaria o a la libre empresa de países con regímenes totalitarios y gobiernos intervencionistas, dejan de cumplir su función para convertirse en la orquesta del Titanic.
Si estas instituciones disfrazan los desequilibrios económicos, dejan de cumplir su función
Toca abandonar la propaganda, la excusa y la cosmética. Toca dejar de blanquear el intervencionismo y recuperar la labor esencial que cumplen estas instituciones para preservar y fortalecer el crecimiento. Es la hora de dejar de justificar a gobiernos despilfarradores y volver a defender a las empresas y los creadores de riqueza.
No podemos olvidar la importancia del FMI, el Banco Mundial, el BCE o el WEF como garantes de la estabilidad económica y financiera y la solidez monetaria.
Su labor es esencial. No la olviden. Deben volver a defender lo que crea riqueza, reduce la pobreza y mejora la vida de los ciudadanos: el crecimiento empresarial, el libre mercado, la libertad económica y la prudencia fiscal y monetaria. Hacerse los simpáticos con gobiernos depredadores autoritarios solo ha conseguido que pierdan gran parte del enorme prestigio que tenían.
Estimadas instituciones: es hora de recordar al mundo que el progreso viene del ahorro, la libertad económica y la inversión prudente, no del gasto político, la deuda y el inflacionismo monetario. Las grandes instituciones tienen mucho que aportar, pero deben saber que se enfrentan a dos alternativas: Recuperar su misión como defensores de la responsabilidad fiscal y monetaria y la libertad económica o desaparecer.