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La banca española, del odio... ¿al amor?

La Razón
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Ayer, la jornada bursátil vino marcada por unas importantes subidas en los valores bancarios que conforman el Ibex 35. En las crónicas de Bolsa hemos visto que se hace alusión a la relación de causalidad entre estas subidas y las palabras de Draghi pero, ¿ha sido realmente ésta la causa? Por ponernos en contexto, ayer Mario Draghi ponía a la banca española, junto a la holandesa, la de Reino Unido y la italiana, como ejemplo de la manera de impulsar un sistema financiero resistente que dé apoyo al crecimiento económico. Si atendemos a lo que han hecho el resto de valores europeos en Bolsa en la jornada de ayer, nos damos cuenta de que los bancos franceses, portugueses, alemanes y de Reino Unido no sólo cerraron también en positivo, sino que lo han hecho en un porcentaje sustancialmente superior a los españoles, con lo que podemos concluir que el impacto de estas palabras ha sido prácticamente nulo. Sin lugar a dudas, esta confianza que ha mostrado Draghi en la banca española es un punto positivo para el sector, pero no es la clave para confiarnos y empezar a hablar de un sistema bancario ejemplar. Lo cierto es que la banca española ha sido una de las más tocadas en esta crisis por haber vivido el pinchazo de una de las burbujas inmobiliarias más sobredimensionadas, y su reestructuración se ha llevado a cabo de manera ejemplar.

Sin embargo, ahora el sector se encuentra con otros problemas con los que va a tener que lidiar. Entre ellos, un negocio complicado donde casi no se conceden créditos por temor al impago, más centrado en actividad comercial (menos rentable) que de inversión, y en un país donde hay mucho desempleo. No conforme con esto, países como Brasil, donde nuestra gran banca tiene un porcentaje alto de su negocio, están dando síntomas de debilidad y se habla también de un posible pinchazo de su burbuja inmobiliaria.

Aún quedan muchos retos futuros a los que hacer frente y, pese a que se espera una mejora en términos económicos en España a finales de este año o a principios de 2014, no hay que olvidarse de que probablemente nuestro país no va a volver a estar en una situación de bonanza como la del 2007 posiblemente durante décadas. Con todo, podemos decir que, aunque ha costado, los balances de nuestros bancos se han fortalecido gracias a las recapitalizaciones y a las provisiones dotadas y, lo más importante, no parece que se vayan a necesitar más ayudas europeas, con lo que la confianza aumenta algo, que es esencial para empezar a despegar.