Banco Santander
La «caca» de Ángel Ron y la «tómbola» de Emilio Saracho
Los ex presidentes del banco se cruzan reproches y acusaciones en Parlamento.
Los ex presidentes del banco se cruzan reproches y acusaciones en Parlamento.
Los dos últimos presidentes del Banco Popular, que colapsó el 6 de junio del año pasado y fue vendido por un euro al Santander, progonizaron ayer –cada uno por separado– un espectacular cruce de reproches y acusaciones mutuas en el Congreso de los Diputados, en la Comisión de Investigación sobre la crisis financiera, que preside la diputada canaria Ana Oramas.
Ángel Ron, presidente del Popular entre 2006 y 2017, responsabilizó a su sucesor Emilio Saracho del hundimiento final del Banco Popular, a quién acusó de haber estado «dispuesto a montar una tómbola» para vender la entidad al mejor postor y también de amenazar «con estrellar el avión –el banco– a las puertas del Banco Central Europeo».
Emilio Saracho, presidente del Popular durante 108 días en el primer semestre de 2017, culpó a su predecesor de la situación de un banco que «había hecho barbaridades, como multiplicar por cuatro su balance con la misma red», además de asegurar que la entidad «engañaba, era un desastre, una caca», y con valor cercano a cero.
Duelo en el Congreso
Ángel Ron y Emilio Saracho ofrecieron dos versiones bastante diferente sobre la crisis y la resolución final del Popular. Ron se presentó como una víctima más, incluso como accionista que también perdió su inversión, que él mismo valoró en un millón de euros. Intentó ofrecer su cara más amable y humilde. Defendió su gestión y explicó que él era un afectado más que «espera que la Justicia encuentre un culpable a un atropello tan flagrante».
Emilio Saracho dedicó tres horas, con soltura y desparpajo, a explicar qué hizo y qué intentó hacer en sus poco más de tres meses al frente de «un banco que estaba condenado», según sus propias palabras. Reprochó a su predecesor y a su equipo por ignorar cuál era el activo de la entidad y «si no sabes lo que tienes en el activo, no puedes funcionar, no puedes existir». Además, dejó reflexiones llamativas como la de que «en banca nadie gana dinero en España desde hace una década» o que «no habrá sitio en el futuro para los bancos pequeños».
Ron y Saracho se defendieron a sí mismos y no se escondieron. Sin embargo, su versiones contradictorias arrojan luz, pero tambíén dejan incógnitas en el aire y, probablemente, no satisfagan a los accionistas –que perdieron todo su dinero– y a otros afectados –como empleados que han perdido o perderán su trabajo– por la crisis de la entidad y su venta al Santander. Las acusaciones ente ambos expresidentes fueron gruesas y, sin duda, tendrán una segunda parte en el proceso judicial en el que ambos están inmersos. Saracho, que en alguna ocasión ha comentado que su trabajo fue el de «enterrador», señaló a Ron como responsable directo de algunas prácticas que, a su juicio, agravaron la situación del Popular.
Los dos expresidentes, primero Ron y después Saracho, desgraron una serie interminable de detalles sobre datos, cuentas, hechos y circunstancias de los últimos tiempos del Popular, casi siempre contradictorias que, en teoría, reclamarían un careo entre ambos. La comisión parlamentaria, sin embargo, no entra en ese terreno y se limitará, cuando termine sus trabajos –después del verano– a elaborar unas conclusiones que, sin duda, tampoco ofrecerán una versión definitiva de lo que ocurrió en el Banco Popular.
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