Energía
La energía en Europa, 2018 el punto de inflexión del modelo energético
Con unas cotizaciones, en el caso del Brent, de 80 dólares el barril y con unos precios del carbón inusualmente altos, no es de extrañar que Europa quiera depender lo menos posibles de las energía de origen fósil
En las últimas semanas el precio del petróleo y del gas ha mostrado cierta estabilidad. No obstante, persiste una gran volatilidad, que se mantendrá en el tiempo.
En las últimas semanas el precio del petróleo y del gas ha mostrado cierta estabilidad. No obstante, persiste una gran volatilidad, que se mantendrá en el tiempo. Con unas cotizaciones, en el caso del Brent, que han pasado de los 30 dólares por barrill en 2016 a los 80 que ha alcanzado recientemente, y con unos precios del carbón inusualmente altos, no es de extrañar que Europa quiera depender lo menos posibles de las energía de origen fósil. A ello se une las políticas en materia energética llevadas a cabo por las autoridades comunitarias dirigidas de forma prioritaria a reducir las emisiones de CO2. Para lograrlo, se están fomentando proyectos de tecnologías renovables y se han puesto los cimientos, para que cada estado miembro incluya cada vez más tecnologías renovables en su «mix» de generación.
En este sentido, tal y como apunta el equipo de consultores de Energy & Sustainability Services de Schneider Electric, la descarbonización de la economía adquiere en este momento una gran relevancia en todo el Viejo Continente. En Alemania, por ejemplo, el compromiso es que la tecnología nuclear y el carbón desaparezcan en 2030; en Italia y en Portugal quieren eliminar el carbón antes de ese mismo año y, en Francia, tienen el compromiso firme de eliminar este tipo de generación en 2023 y reducir la tecnología nuclear del 80% hasta el 50%. Por su parte, en España, tenemos el ejemplo de empresas como Endesa, que ha anunciado que en 2030 ya no tendrá plantas de carbón. Iberdrola pretende desmantelar sus dos centrales, mientras que Repsol ha comprado los activos de la comercializadora y generadora de electricidad española Viesgo, a excepción de los de carbón. Schneider consideran que nuestro país parte de una base relativamente buena, ya que, si bien el «mix «sigue incluyendo carbón y ciclos combinados, aproximadamente entre un 20% y un 30% de la capacidad de generación es ya de origen renovable.
Nuclear
Aunque la desaparición a medio plazo del carbón parece estar clara, no sucede lo mismo con la tecnología nuclear. «Es evidente que no habrá proyectos de nueva creación de nucleares, en parte debido a la controversia que genera su gestión de residuos, pero todavía está por ver si desaparecerán las plantas existentes o cómo se compensará la tecnología nuclear con otras, en caso de que sea necesario», asegura los analistas de Schneider Electric.
Así, los plantes de descarbonización deben estar acompañados de una inversión clara en tecnologías renovables que sustituyan a las que desaparecerán. Respecto a la proporción de las tecnologías renovables, el equilibrio, a juicio de Schneider, es la clave, ya que son tecnologías que se complementan. En este sentido en España y Portugal, la tecnología predominante es la eólica, ya que desde el sector público se ha apostado por ella en los últimos años, pero los proyectos en curso o planificados son fundamentalmente fotovoltaicos. En Italia, en cambio, se apostó por la solar y, ahora, se están moviendo hacia la eólica y, en Alemania, la tecnología predominante es la solar. «Los proyectos de renovables requieren de una inversión inicial muy elevada y, hasta el año 2018, éstos eran promovidos por parte del Gobierno con altas subvenciones, pero, ahora, las reglas del juego han cambiado. Ya no se conceden ayudas y recae en los inversores la responsabilidad de captar la financiación», señalan los consultores de Energy & Sustainability Services.
Volatilidad
La volatilidad en los precios es otro de los hándicap de las fuentes de energía limpias. «Las tecnologías renovables, a diferencia del carbón y el gas, son de generación discontinua, porque dependen directamente de las condiciones meteorológicas. Esta característica tiene un impacto en el precio de la electricidad que se traduce en una volatilidad muy alta de los precios. Son tecnologías con un coste fijo y una inversión muy alta, pero su coste variable puede tender a cero, ya que, si hay sol –y una vez amortizado el coste fijo–, prácticamente, se genera solo», añaden. Así, todavía está por definir de qué instrumentos se dispondrá para suavizar el impacto de esta volatilidad de los precios sobre los clientes que, no necesariamente, significa que los precios vayan a ser más altos o más bajos, solo que serán más cambiantes.
Como todo momento de transición, al final implica crisis, incertidumbre y, por ende, precios altos. De hecho, 2018 ha sido el año más caro de la última década, los precios de las materias primas tienen que ver mucho con ello, pero también hay un componente de incertidumbre importante en los precios futuros. El equipo de consultores de Energy & Sustainability Services de Schneider Electric afirma que, de cara a 2019, lo más probable es que el precio de la electricidad sea, como mínimo, tan caro como en 2018. «No obstante, se trata de previsiones que pueden verse afectadas por una bajada del precio del brent, una mayor cantidad de lluvias, o por los efectos de la reducción del impuesto de generación. Es decir, aunque la previsión es ascendente, nadie puede confirmar que en 2019 el precio de la electricidad sea más caro que en 2018. Sea como sea, los niveles de 2016, el año del mínimo histórico, no se van a alcanzar», concluyen.
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