Reformas estructurales
La EPA y el paro registrado se distancian más con la crisis
¿Es fiable un sondeo a 60.000 hogares? ¿Todos los parados se apuntan al servicio de empleo? Las cifras engañan.
MADRID- En España hay muchas maneras de medir el desempleo, una clara evidencia de la dificultad para crear trabajo. Está el dato mensual del Servicio Público de Empleo (SPE), el conocido como paro registrado. Se sigue con atención la afiliación a la Seguridad Social. Están los estudios de Contabilidad Nacional y del Banco de España a la hora de calcular el PIB, aunque en estos casos las conclusiones se presentan como empleos a tiempo completo. Por último, destacan las cifras que refleja la Encuesta de Población Activa (EPA), una encuesta que se elabora a partir de las entrevistas efectuadas en 60.000 hogares que recoge las respuestas e impresiones de unas 180.000 personas. Es uno de los mayores trabajos sociológicos que se realizan en España. En Bruselas es el dato que se utiliza preferentemente para establecer la evolución del empleo en la Unión. Hoy conocemos los datos de la EPA del primer trimestre y de nuevo debemos enfrentarnos al gran reto de la economía española: la recuperación de millones de puestos de trabajo destruidos en esta larga crisis.
Tantas formas de cuantificar el desempleo generan también contradicciones. Muchas de ellas se podrían explicar por las metodologías. Desde 1990 hasta 2012 se pueden apreciar las diferencias existentes entre la EPA y el paro registrado. La primera conclusión es que nunca coinciden. El año 2001 es el que presenta menor diferencia entre las cifras del antiguo INEM y las de la EPA. Hay otra derivada interesante: en los momentos de mayor crisis, ya fuera en la de los 90 o en la actual, se disparan las diferencias entre el paro registrado y la EPA. En los años 1993, 1994 y 1995, la EPA recoge un millón de desempleados más que el SPE. Esto se repite en la actual crisis y, por ejemplo, el año pasado la EPA daba 5.965.400 desempleados a 31 de diciembre y en el Servicio Público de Empleo aparecían apuntado 1,1 millón de personas menos. Hay otra evidencia destacable: según avanza la bonanza económica, los datos de la EPA y del paro registrado se van acercando, como se percibe en los primeros años del siglo. Incluso se produce una «inversión». Es lo que ocurrió en los tres ejercicios de menor tasa de desempleo en España: 2005,2006 y 2007. Entonces, había más parados apuntados en el SPE, unos 200.000 más cada año, que los que se definían como tales en la EPA. Toda una contradicción: no puede ser que un parado apuntado en el SPE no se declarara como tal en la EPA.
Las diferentes metodologías pueden explicar estas distorsiones. Sin embargo, sorprende la persistencia del paro en España incluso cuando la economía presenta los mejores registros de su historia reciente. El desempleo se mantuvo alrededor de los dos millones de personas, ya sea en la EPA o en el SPE, cuando más de cinco millones de inmigrantes encontraban trabajo en España a mediados de la primera década de siglo. No hay que desechar la idea de que la bonanza económica atrae a muchas personas al mercado laboral y la recesión, en cambio, crea depresión y desánimo en la búsqueda de empleo, lo que puede aumentar o reducir, según el caso, las listas del paro registrado. Pero precisamente la percepción emotiva se expresa más fácilmente en la EPA. Al fin y al cabo, es una encuesta y ésta es más sensible al estado de ánimo de la sociedad. De cualquier forma, como dicen en un anuncio, las estadísticas las hacemos las personas. No son inamovibles.
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