Impuestos

«Las últimas reformas fiscales sólo pretendían aumentar la recaudación»

Ignacio Ruiz-Jarabo, ex director general de la AEAT y socio director del despacho Carrillo & Ruiz-Jarabo
Ignacio Ruiz-Jarabo, ex director general de la AEAT y socio director del despacho Carrillo & Ruiz-Jarabolarazon

El sistema fiscal español ha perdido flexibilidad, una característica indispensable por la que la recaudación tributaria marcha al compás de la economía. Es decir, aumenta con los incrementos de actividad, y viceversa. Sin embargo, el avance del PIB puede cerrar 2016 por encima del 3% y los ingresos no han crecido al mismo ritmo. E incluso han disminuido. Ignacio Ruiz-Jarabo, ex director general de la AEAT, piensa que España está abocada a una nueva reforma que recupere la flexibilidad y reduzca la presión fiscal.

–¿Debería acometerse otra reforma fiscal?

–Sí. El fuerte repunte de la actividad económica no se ha traducido en un aumento significativo de la recaudación. Los incrementos de los dos últimos años se han debido a la subida impositiva. La reforma tendría que analizar qué medidas se han puesto en marcha o derogado en materia de deducciones o tipos para que hayamos perdido la flexibilidad.

–¿Por qué han caído los ingresos?

–Además de por la pérdida de flexibilidad, en Sociedades ha habido una rectificación de los pagos fraccionados. Y eso ha sido una metedura de pata. En los impuestos directos se han hecho muchos cambios de forma muy atolondrada en la búsqueda de recaudación. El IVA, en cambio, sí es flexible, por lo que la recaudación continúa yendo bien gracias a que el consumo sigue creciendo.

–¿En qué pilares debería sustentarse la nueva reforma?

–Lo más importante es recuperar flexibilidad y reducir la presión fiscal.

–¿A menor presión fiscal, mayor recaudación?

–Si se hace bien, sí. El tipo impositivo de un tributo es el incentivo al fraude. A tipos más altos es más rentable defraudar. Parece una cuestión psicológica, pero funciona. Algunos proyectos de inversión, dependiendo de la tasa impositiva, pueden no resultar rentables.

Pero los ingresos tributarios son esenciales para reducir el déficit.

El déficit no es la diferencia entre ingresos y gastos, sino entre cobros y pagos. Cuanto más se recaude, menos habrá. Si se retrasa el pago de las devoluciones no se computa como déficit, por lo que se puede acumular déficit sin computar que aflorará cuando se abonen los pagos. No obstante, el esfuerzo fiscal en España está a la cabeza de los países de la UE, porque aunque nuestra presión sea menor que la de Francia o la de los países nórdicos, nuestro nivel de renta es claramente inferior. Por lo que no es razonable seguir aumentando el esfuerzo fiscal a los españoles sin pensar en que eso afectará a la actividad económica.

–¿Qué otras medidas podrían «hacer caja»?

–No creo en el mantra de que para aumentar la recaudación haya que dedicar más esfuerzos a combatir el fraude. En la lucha política hay que decirlo, pero la guerra contra los defraudadores se traduce en una mayor agresividad de la inspección que provoca más liquidaciones que luego los tribunales acabarán tumbando. Se puede aumentar la recaudación un año para tenerlo que devolver después, con su consecuente interés de demora.

–¿Es más rentable reducir los impuestos que aumentar el número de inspectores?

–Por supuesto.

–¿Por qué no ha funcionado la última reforma?

–Ha fracasado por las necesidades recaudatorias. Montoro quería que la reforma aumentara los ingresos y eso condicionó todo. El problema de las últimas reformas es que sólo pretendían incrementar la recaudación. La última fue un parche condicionado por la necesidad de sacar más dinero de donde fuera. Ahora hace falta una reforma en profundidad con cuatro o cinco ejes vertebradores básicos y coherentes entre sí. Todas las medidas deberían ir en la misma línea.