Crisis bancaria
Siempre contra la crisis
En la Monarquía española hubo un título que se llamaba: Adelantado. Famoso fue Pedro Menéndez de Avilés, Adelantado de la Florida, fundador de San Antonio (que aún celebra su día en febrero: «Menéndez's Day») que luego fue gobernador de Cuba. Pues bien, en la España actual; en la Monarquía parlamentaria y constitucional, también el Rey podría haber nombrado Adelantados. Ahora no irían en Carabelas, ni llevarían espadas y mosquetes. Viajan en avión y portan sus armas en el ordenador y el iPad; visten de traje y corbata y negocian en lugar de luchar.
Uno de esos adelantados ha sido don Emilio Botín, se le veía venir de lejos porque siempre llevaba una corbata roja. Una enseña permanente que distinguía a sus huestes. Adelantado de las Españas primero en América, después en Europa y luego en el mundo entero. Por conmemorar uno de sus triunfos más sonado, recordemos los obtenidos en el país meca de las finanzas modernas, en Inglaterra. Desde la conquista de América, con sus Adelantados, la Marca España sólo había retrocedido. Con la aportación de los modernos Capitanes de Empresa, los Adelantados del maletín y el ordenador, la Marca España ha adquirido otra vez brillo, al menos en sus sectores.
Desde 1977 fue consejero delegado de su banco, por tradición familiar, después de una larga carrera de aprendizaje, y cuando accedió a la Presidencia siguió siendo su principal ejecutivo. En menos de 40 años ha convertido uno de los siete (aquellos que se reunían para decidir la situación financiera del país) en el más grande. Un Banco Global. Lo ha hecho con todo tipo de situaciones, Gobiernos de todos los colores y negociando con astucia y visión de futuro. Manejando la nave con mano firme y arriesgando con éxito. Oteaba el horizonte y decidía con intuición acertada.
Una de sus audacias fue comprar Banesto. El otra hora banco de cabecera español se convirtió en su segunda marca y, recientemente, fue integrado en la poderosa estructura de un Banco ahora global. Asombró a propios y extraños vendiendo, y alquilando a su vez, los inmuebles del Banco. Incluida la Ciudad Financiera. Eso le aportó unos beneficios en el momento de alza inmobiliaria, le evitó depreciaciones de activos y le dotó de liquidez para la expansión.
Botín, siendo banquero, no fue nunca agorero. Siempre mostraba un aspecto optimista de nuestra economía. A veces el empresariado, sus compañeros, en privado reprochaban su «alianza» con el poder. Pero un banquero nunca puede olvidar dos cosas: la primera es que el BOE es un poderoso instrumento que hay que neutralizar, porque puede armar grandes destrozos que luego son complicados de arreglar, sobre todo en economía; la segunda es que su negocio se basa en la confianza. La esperanza la proporciona, mientras la desesperanza la destruye. Así que siempre puso buena cara, incluso en el mal tiempo. Tenía que vender el Santander en el extranjero y sabía que la marca de su país de origen era parte de ella. En los «road show» lo hizo. Además su horizonte se alargaba al infinito. Universia, una de sus creaciones, puso su acento en el futuro: en la Universidad.
Por todo ello, cuando el actual Gobierno lanzó la campaña para relanzar la marca España ya había Adelantados que tenían parte del camino desbrozado.
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