Opinión
¿Verifactu o controlfactu?
El uso del nuevo sistema de registro supondrá un mayor coste a los autónomos, que no quieran equivocarse en el proceso

Por si las pequeñas y medianas empresas, especialmente las primeras, y los autónomos no tuviesen suficiente carga burocrática de toda clase y condición (fiscal, laboral, protocolos de acoso, de respeto a los derechos LGTBI..,por no hacer la relación exhaustiva) ahora va la banda de la Agencia Tributaria y comienza a enviar una serie de notificaciones recordando la obligatoriedad, a partir del 1 de enero, o del 1 de julio, de registrar todas las facturas mediante un instrumento o aplicación diabólica conocida como “Verifactu”; eso se va a traducir en un aumento del coste económico para la mayoría de los afectados, porque cualquiera se arriesga a hacerlo directamente con la citada Agencia y equivocarse, sin poder dar marcha atrás. Pero, aunque eso es lo importante a corto plazo, no se debe perder de vista el futuro a medio plazo: el mayor control por parte del Estado y de sus agencias sabuesas de los individuos-personas físicas y de las empresas y sociedades. Tal y como se están poniendo las cosas, la libertad es un bien más escaso, mientras aumenta, no ya la presión, sino la opresión por parte del Estado y todos sus instrumentos coercitivos.
En unos casos, como el ya citado de Verifactu, aunque mas bien se debería denominar “controlfactu”, esa pérdida de libertad nos viene impuesta. Pero, en otros, somos nosotros mismos los que contribuimos a ceder gratuitamente parcelas de nuestra libertad e independencia facilitando datos personales de la forma mas inconsciente. Cuando veo que muchos presumen de no llevar ni euro físico en el bolsillo y de pagarlo todo con el teléfono o con los medios electrónicos, desde las tarjetas de crédito hasta el bizum en aras de una mayor comodidad, me da una pena enorme, porque con esa acción están cediendo gratuitamente información personal a los de Agencia Tributaria, que lo tienen más fácil, a otros Ministerios, a los bancos y a empresas de todo tipo, que luego comercian con esos datos. Unos y otros terminan sabiendo donde compramos las cosas más simples, cuáles son nuestros gustos a la hora de comer o de vestir, cuáles son nuestros restaurantes preferidos, las zonas de España por las que nos movemos. Y así sucesivamente. Vamos camino del control total, no solo del relativo a nuestras facturas. Lo del hermano mayor de Orwell se queda corto.