Editoriales
Arrimadas, de bruces con la realidad
Los números del poder sólo le salen a Sánchez con un centroderecha fragmentado
Hay pocos casos tan flagrantes de voluntarismo político como el que ha protagonizado la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, con su mano tendida a un gobierno como el que preside Pedro Sánchez, cuyos parámetros ideológicos están en las antípodas de lo que representa la formación naranja. No nos cabe duda de que, puesto entre la espada y la pared, el actual inquilino de La Moncloa hubiera aceptado cualquier oferta que le permitiera mantener viva la legislatura, pero mucho nos tememos que esa posibilidad también la contemplaban sus socios de Unidas Podemos, que han jugado sus cartas desde la convicción de que sólo contando con la mayoría que hizo posible la Investidura era viable agotar los cuatro años de mandato.
Ahora, Arrimadas, enfrentada a la realidad de unos acuerdos presupuestarios que son compendio de todo lo que rechazan sus votantes, no tiene otro remedio que rechazar el proyecto de las cuentas públicas y alinearse con los demás partidos de la oposición de centro derecha, que son, por cierto, con los que gobierna en autonomías y ayuntamientos. Se justifica la presidenta de Ciudadanos en que su mano tendida ha servido para abrir los ojos a muchos votantes moderados del PSOE, que no entienden que Pedro Sánchez haya preferido pactar con nacionalistas y antiguos terroristas los Presupuestos, con concesiones políticas de fondo que son gravemente lesivas para el Estado, y se ofrece Arrimadas para acoger entre su filas a esos votantes desencantados. Sin embargo, y a tenor de las últimas convocatorias electorales, en las que el partido socialistas ha obtenido sus peores resultados, más bien parece que Pedro Sánchez aspira a mantenerse con el núcleo más ideologizado de sus militantes y el de aquellos votantes de Unidas Podemos desilusionados con la actuación de Pablo Iglesias.
Por supuesto, los números sólo le salen al líder socialista mientras se mantenga la actual fragmentación política del centro derecha, por lo que no es descartable en el inmediato futuro algún gesto suyo hacia Ciudadanos que permita al equipo de Arrimadas salvar, al menos, la cara. Una vez más, aunque pueda parecer un mero brindis al sol, hay que reclamar la reunificación del centro derecha español, frente a la preocupante alianza de la Investidura y sus políticas excluyentes. Es, sin duda, una labor que recae más directamente sobre los hombros del líder del Partido Popular, Pablo Casado, que en toda esta peripecia se ha mantenido firme dentro de la moderación que se espera de un partido con aspiraciones de Gobierno. Tiempo habrá, desafortunadamente, mientras el bloque contrario se mantenga unido en lo único que, al parecer, les importa: la expulsión de las derechas de la vida institucional española.
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