Editorial
Sacrificio y lealtad a la Corona y a España
Los españoles elogian al rey Juan Carlos y apoyan su regreso a nuestro país
Se cumple un año del comunicado en el que Juan Carlos I anunció a su hijo, Felipe VI, su salida de España. Desde entonces ha permanecido en Emiratos Árabes Unidos. El rey padre priorizó la estabilidad de la institución y la nación en un contexto de dificultad y controversia jaleado por la izquierda, gobierno incluido, en el marco de una estrategia global contra la España del 78 que él ha encarnado como cabeza de la monarquía parlamentaria y que hoy personifica el Rey. Doce meses después, no se conoce previsión en torno a su regreso, aunque las especulaciones han existido y existirán pues su peripecia resulta una anomalía propicia al debate y la polémica. Lo primero que cabe ratificar es que don Juan Carlos es libre de volver a España, pues no existe obstáculo legal alguno que lo impida. Son otras razones, las mismas que tal vez causaron su marcha, las que pesan hasta condicionar que esa eventualidad fructifique. Lo segundo es que el rey ha dirigido su vida y su actos por el interés primero de España y después de la Corona, que liga con fundamento al bienestar y la prosperidad de los españoles y al régimen de derecho del que disfrutamos. Lo tercero es que nos parece legítimo que se mantenga la convicción de que su presencia en Emiratos Árabes Unidos es más positiva que negativa para el bien por el que se vela. Pensamos en todo caso que su extrañamiento es la consecuencia de una injusticia que el retorno, en sí mismo legítimo y deseable, no repararía. El rey padre ha sido sometido a una campaña injusta y desaforada, una persecución inquisitorial en la que no sólo se ha ninguneado sus magníficos servicios a la nación, sino que además se han atropellado sus derechos fundamentales, entre otros, el de que toda persona tiene a la presunción de inocencia. Un año después, con la Fiscalía instrumentalizada, la Justicia se desenvuelve en claves esquivas. Mientras, asistimos al manoseo de supuestos errores del pasado, alentados por advenedizos, arribistas y mercaderes, para segar la hierba bajo la institución monárquica, auténtico objetivo. Hay que insistir en que el legado de la obra política de don Juan Carlos, como el gran artífice de la transición a la democracia y la libertad, fue, es y será histórico. Reconforta que los españoles así lo entiendan de forma abrumadora, respalden su regreso y refrenden su adhesión a la Corona, según la encuesta de NC Report. Es lamentable que, como sucede tantas veces, esa izquierda política hoy en el Gobierno, que dice actuar en nombre del pueblo, no lo escuche y lo desprecie.
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