Editorial

Oportunismo falaz con la violencia

La búsqueda a ultranza del rédito político acaba por insensibilizar a la sociedad

E l que alguien, por las razones que sean, presente una falsa denuncia de agresión por odio a la orientación sexual no significa que este tipo de delitos no existan. Incluso en una democracia avanzada y tolerante como la española, que protege los derechos humanos, se producen deleznables episodios de violencia gratuita contra los homosexuales que no se deben trivializar. De ahí, que sean especialmente reprobables los excesos oportunistas de la izquierda, que, con sus reiteradas sobreactuaciones acaban por insensibilizar al conjunto de la sociedad frente a unas conductas en absoluto erradicadas en el ámbito público de nuestro país. En el caso que nos ocupa, hemos visto repetirse un guion que pretende elevar a la categoría de hecho lo que no es más que una de las deformaciones ideológicas de la izquierda.

Un prejuicio que estigmatiza a las formaciones del centro derecha, tachadas de homófobas, a las que, en último caso, se pretende responsabilizar de cualquier incidente que ocurra en aquellos entornos patrimonializados por esas mismas izquierdas, en un acabado ejercicio de maniqueísmo. Con todo, lo más grave en este asunto no es, como señalábamos al principio, la falsedad de la denuncia, que por sus características había provocado la inevitable conmoción social, ni siquiera las reacciones airadas de los grupos LGTBI, señalando culpables intelectuales.

No. Lo más rechazable en todo este episodio hay que buscarlo en la actitud del Gobierno de la nación, desde su presidente, Pedro Sánchez, hasta el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, dispuesto a buscar réditos políticos no sólo con los indisimulados ataques de rigor a los partidos de la oposición, sino con la convocatoria express y sin contenido de la comisión de delitos de odio, hasta ahora, prácticamente inactiva e infra financiada. Y, por supuesto, sin aguardar a los resultados de las investigaciones de la Policía, que dispone de un grupo especializado en este tipo de agresiones, que viene actuando desde hace muchos años con apreciada profesionalidad y eficacia. No han acompañado al Gobierno ni la ponderación ni la prudencia, de ahí la perplejidad de la opinión pública ante el giro rocambolesco del asunto. Pero, también, la cínica satisfacción de quienes, desde el desprecio a los homosexuales, ven en el oportunismo gubernamental el refuerzo de sus posiciones.