Editoriales

El agro español no cree a Pedro Sánchez

Si, como parece inevitable, las elecciones autonómicas en Castilla y León van a verse marcadas en clave de política nacional, lo menos que podemos señalar es que el PSOE parte con una clara desventaja que, ayer mismo, quedó retratada en las protestas organizadas por agricultores y ganaderos a las puertas del mitin palentino del secretario general socialista y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Se equivocarían, y mucho, quienes pretendan reducir lo sucedido a un simple chispazo causado por las incalificables declaraciones a la prensa británica del inefable ministro de Consumo, Alberto Garzón, en las que acusaba a la ganadería intensiva de producir carne de mala calidad y a base de maltratar a los animales, porque, con ser grave, no es más que la punta del iceberg de una ideología política, que encarna en España principalmente Unidas Podemos, que responsabiliza a las industrias agropecuarias de una buena parte de los males que sufre el medio ambiente, con consecuencias en el proceso de calentamiento global.

De ahí, que sea un error de bulto pretender, como ha hecho Sánchez en Palencia, que las gentes que trabajan en los campos desconocen el alcance de esas renovadas presiones ecologistas contra su modo de vida, más graves cuanto operan sobre un amplio sector de votantes urbanos, muy concienciados de la amenaza climática, pero ajenos a la realidad de la España rural. Ni siquiera una destitución fulminante por parte del presidente del Gobierno de su ministro de Consumo, lo que, por cierto, no ha ocurrido, hubiera cambiado la percepción de agravio y olvido del campo español, donde se hace muy cuesta arriba creer a Pedro Sánchez y sus protestas de que el PSOE es un adalid en la defensa del mundo rural.

No. Desde las restricciones al riego, hasta la protección del lobo, pasando por el incremento de los precios de todos los insumos que precisan los agricultores para producir, la España rural ve cómo se legisla a sus espaldas y, sobre todo, teme la nueva ofensiva de la «ideología verde» que se le viene encima. Porque, no lo olvidemos, es con gasóleo como se mueve la maquinaria, son las autovías por donde se transporta la producción y es el tamaño y la tecnificación de las explotaciones, sí, también, de las denostadas macro granjas, lo que permite obtener rentabilidad en unos mercados de precios de origen insultantemente bajos y, además, sometidos a la competencia de productores extranjeros que no tienen que cumplir las mismas exigencias sanitarias y ambientales que en España. Como señalábamos al principio, es muy probable que las elecciones en Castilla y León vayan a tener un componente nacional, pero no conviene perder de vista esta otra realidad, la del campo, una de las joyas del tejido productivo español, que poco puede creer en las promesas del Gobierno.