Política
El PP no debe hacer regalos a la izquierda
Lo importante y lo urgente coinciden en la premisa de poner fin al gobierno responsable de una gestión contra la nación y sus gentes
En los últimos tiempos, años o meses, no es el PP un partido que se caracterice por la sencilla digestión de los resultados electorales, incluso aquellos que le son favorables, lo que no deja de ser insólito por lo enigmático y surrealista. En este punto, las expectativas suelen ser enemigas de lo bueno, incluso de lo conveniente, no digamos ya de lo prudente. En Castilla y León diera la impresión de que el categórico triunfo de los populares en el marco de una amplísima mayoría del centroderecha en la comunidad autónoma se ha transformado en un problema de mayor escala que si Alfonso Fernández Mañueco hubiera resultado finalmente vencido. Hay un sonido en sí mismo difuso dentro y alrededor del primer partido de la oposición y el que lidera hoy todas las encuestas electorales de ámbito nacional desde hace meses que confunde y desorienta. Los coros desafinados y las prisas no suelen funcionar de forma positiva en política, porque el elector prefiere siempre la certidumbre que ofrece un discurso cohesionado, un proyecto sobrio y centrado y una estrategia recta. Los resultados de Castilla y León han sido concluyentes y la voluntad de los ciudadanos ha quedado lo suficientemente expresada. En cualquier caso, es legítimo que cada sigla los interprete a conveniencia y articule conforme a lo que piensa que es lo mejor para la comunidad, sus gentes y el partido, claro. Pero no hay que olvidar que lo legítimo no siempre coincide con lo inteligente, ni siquiera con lo razonable. Pero el coeficiente de aciertos y errores en los políticos de todo signo en este país no es precisamente para presumir. Los populares no están dispuestos a compartir gobierno castellanoleonés con Vox porque entienden que es lo más parecido a incompatible en asuntos troncales. Pablo Casado sentenció ayer que los principios del PP son sus condiciones. Hay que colegir que se plantea que el resto de formaciones, especialmente el PSOE y Vox, faciliten la investidura del ganador de los comicios con una abstención instrumental. Es una posibilidad de incierto recorrido en este momento, si bien las circunstancias y las voluntades pueden evolucionar y reposicionarse. Ni siquiera se han abierto los contactos o negociaciones, al menos las oficiales. Y, aunque no sobra poner las cartas sobre la mesa, habría que ir con cautela en esto de establecer vetos, como encizañaba Sánchez, socio de Bildu, ayer mismo, antes incluso de conocer las condiciones de un acuerdo que diera respuesta al mandato de los votantes y evitara una indeseable repetición electoral. En toda caso, el PP debería comenzar por templar el ruido que distrae en un tiempo en el que el Gobierno de socialistas y comunistas es más contestado que nunca por los ciudadanos y encadena derrotas en las urnas. El PP no puede hacer regalos a la izquierda. La alternativa no tiene que errar de adversario ni desgastarse en rencillas vanas. Porque en este caso lo importante y lo urgente coinciden en la premisa de poner fin al gobierno responsable de una gestión contra la nación y sus gentes.
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