Política

Decretazo político sin respuesta energética

A diferencia de la mayoría de socios comunitarios, Moncloa se ha decantado por la imposición, la opacidad y la arbitrariedad, además de por la improvisación

Como suele suceder en cada ocasión que el Gobierno se encuentra en una situación límite, los socios parlamentarios han acudido al rescate para sacar adelante la convalidación del real decreto de medidas de ahorro energético tras el mercadeo correspondiente en el que los grupos separatistas y bilduetarras han obtenido provecho con las respectivas contraprestaciones por sus votos esenciales. Otro decretazo, que es el rasgo distintivo de este gabinete de coalición, que se añade al arsenal ya desplegado en esta legislatura y que ha convertido a las Cortes Generales casi en una secuencia anecdótica en nuestra democracia. En una anomalía sobre otra, en esta involución institucional a la que nos tiene sometidos la izquierda y sus acólitos, ni Pedro Sánchez ni Teresa Ribera defendieron ayer en el hemiciclo un plan supuestamente crítico y decisivo para el país y para Europa. Uno, de gira en Iberoamérica, y la segunda, muda en su escaño. La iniciativa, que pretende dar cumplimiento al compromiso de eficiencia energética adquirido con Bruselas como prevención ante el impacto de la guerra en Ucrania en otoño e invierno, es manifiestamente mejorable tanto en el fondo como, por supuesto, en las formas que han acompasado su aprobación. A diferencia de la mayoría de socios comunitarios, Moncloa se ha decantado por la imposición, la opacidad y la arbitrariedad, además de por la improvisación, lo que lo ha convertido de paso en una baza política con que desgastar a la oposición y su líder, Alberto Núñez Feijóo. La aversión de Sánchez y los suyos al diálogo, la transacción y el acuerdo con el PP, al que tiene sometido de facto a una política de cordón sanitario, para luego tacharlo de desleal y reaccionario cuando no difamarlo con toda suerte de insultos, es meridiana y una estrategia política extemporánea e insólita en Europa. Este Gobierno ha despachado un decreto con sospechas de inconstitucionalidad sin contar con los sectores afectados ni con las administraciones encargadas de aplicarlo ni siquiera con sus socios, como ellos han admitido. También, en contraposición a la UE, socialistas y comunistas han optado por la imposición y no por la recomendación, por la injerencia y la intervención de la libertad de empresa y la individual que no por el consejo y la colaboración, por la coacción y la multa más que por la razón y el argumento. No ha buscado sumar voluntades en la sociedad y en la política, sino recortar en albedrío. El Gobierno ha enlutado el apagón cívico y democrático con la narrativa de un horizonte apocalíptico para cargarse de razones y señalar al PP como cómplice por inacción o ventajismo. Es, otra vez, el discurso del miedo. Y ha adornado la fábula de sus políticas con la alharaca de una reducción notoria del consumo energético estos días, como si la gravosa factura y la galopante pobreza energética actuales fueran factores neutros para millones de españoles que no llegan a fin de mes. Y se anuncia el próximo Plan de Contingencia, con más sacrificios para los españoles por parte del Gobierno más caro de Europa.