Editorial

El cínico doble rasero con la Sanidad y Ayuso

El actual Gobierno de coalición tiene muy poco de lo que presumir y menos aún está en condiciones de criticar a nadie

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, interviene durante un pleno en la Asamblea de Madrid, a 2 de febrero de 2023, en Madrid (España). El primer pleno del año electoral en la Asamblea está marcado por las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo y con la vista puesta en la relación entre PP y Vox, enfriada tras no llegar a un acuerdo para aprobar los Presupuestos. Además, durante el pleno se toma en consideración la Proposición de Ley de Cambio Climático presentada por Unidas Podemos.02 FEBRERO 2023;MADRID;ASAMBLEA;PLENO AÑO ELECTORALAlberto Ortega / Europa Press02/02/2023
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, interviene durante un pleno en la Asamblea de Madrid, a 2 de febrero de 2023, en Madrid (España). El primer pleno del año electoral en la Asamblea está marcado por las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo y con la vista puesta en la relación entre PP y Vox, enfriada tras no llegar a un acuerdo para aprobar los Presupuestos. Además, durante el pleno se toma en consideración la Proposición de Ley de Cambio Climático presentada por Unidas Podemos.02 FEBRERO 2023;MADRID;ASAMBLEA;PLENO AÑO ELECTORALAlberto Ortega / Europa Press02/02/2023Alberto OrtegaEuropa Press

LA RAZÓN publica hoy un exhaustivo informe sobre la situación sanitaria en el conjunto de España, a partir de los datos de las listas de espera quirúrgicas y del tiempo medio que aguardan los pacientes para acceder a la consulta de un especialista. Y podemos adelantar que el actual Gobierno de coalición tiene muy poco de lo que presumir y menos aún está en condiciones de criticar a nadie, porque, si bien en política es normal el uso del doble rasero, la campaña de propaganda contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, entra de lleno, a tenor de las cifras disponibles, en el cinismo.

Vaya por delante que no es posible obviar el impacto de la pandemia de coronavirus sobre nuestro sistema sanitario y que cualquier crítica que se haga sin tener en cuenta esa realidad pecaría de injusta, pero la infección también operó con la misma incidencia sobre la Sanidad madrileña, aunque con una diferencia muy notable: que la región está a la cabeza, junto con el País Vasco, en la capacidad de respuesta asistencial, pese a que en 2021 atendió a más de treinta mil pacientes procedentes de otras comunidades autónomas, de los que 7.600 lo fueron en los 87 CSUR (Centro, Servicio o Unidad de Referencia del Sistema Nacional de Salud) que tiene Madrid para tratar enfermedades complejas que precisan cuidados altamente especializados.

Si descendemos al detalle de los números, la Sanidad madrileña presenta una media de espera quirúrgica de 65 días, frente a los 113 días de la media nacional. Lo mismo reza en el apartado de las consultas con un especialista, ya que el tiempo de espera medio en el conjunto de España es de 79 días, mientras que en Madrid es de 51. Con un factor «político» añadido, que la mayoría de las comunidades gobernadas por el PSOE, ya sea en solitario o en coalición, registran los peores datos, con la excepción del País Vasco.

Finalmente, para obtener una valoración de conjunto, podemos añadir que desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa, el Sistema Nacional de Salud ha visto crecer en 158.000 pacientes las listas de espera quirúrgicas, es decir, un 27,1 por ciento más que en 2018, con el anterior gobierno popular. Por supuesto, esta realidad, por más tozuda que se presente, se ningunea en la estrategia propagandística de la izquierda, que, una vez más, sólo hay que recordar las «mareas blancas», creen haber encontrado en la Sanidad el flanco electoral propicio para desgastar a la presidenta madrileña. Aunque sea a costa de difundir una caricatura del sistema sanitario de Madrid, retratado como «tercermundista». Lo que, por cierto, nos lleva a plantearnos la pregunta, necesariamente retórica, de por qué la izquierda insiste en la misma táctica política que nunca le ha dado buenos resultados en las urnas. Sin duda, porque el abuso del doble rasero produce un instintivo rechazo.