Editorial

El deber de oponerse sin cuartel al sanchismo

La única salida moral y sensata a esta legislatura fallida es dar la voz al pueblo cuanto antes

Alberto Núñez Feijóo ha concentrado a sus más estrechos colaboradores en la dirección del Partido Popular en un retiro de fin de semana ante el tiempo de excepción de la democracia cautiva de un gobierno deslegitimado que no vacila en desguazar el estado de derecho para corresponder el chantaje de sus aliados separatistas. El poco más de un mes que el último ejecutivo de Pedro Sánchez lleva en el poder ha supuesto un punto y seguido agravado en la decadencia del régimen representativo con una embestida desconocida en la historia reciente contra los principios de libertad e igualdad. El reciente pleno que debatió la convalidación de los tres decretos clave se convirtió en el espejo que nos devolvió la imagen desfigurada y lánguida de una democracia asomada al abismo. Los enemigos de la España de todos han olfateado con la agudeza mínima, pero la arrogancia y la prepotencia suficientes, la generosidad enfermiza de Moncloa para entregar a una minoría lo que pertenece a la mayoría. El diagnóstico de la enfermedad de nuestra nación está definido por los síntomas, pero Feijóo tiene ahora por delante el deber de aplicar una terapia que tiene que ser de choque por necesidad. Así que estamos convencidos y de acuerdo con su decisión de poner en marcha una ofensiva en todos los frentes para denunciar las «desigualdades». Ha programado una intensa agenda de actos en enero que incluye Interparlamentaria, protesta en Madrid y Junta Directiva, amén de una oposición sin cuartel en el Parlamento, que tiene una encrucijada crítica con sus enmiendas a la ley de amnistía en el Congreso, que tumbará en el Senado, y que se presenta como una batalla tan imprescindible como justa. Resulta fundamental confrontar a la mayoría de gobierno que pretende blindar la gracia inconstitucional del prófugo de la Justicia con un fraude de ley que no puede prosperar y que en todo caso debe ser frenado en los tribunales y en Europa. Que el Partido Popular interiorice la gravedad de la amenaza para la convivencia y el bienestar de los españoles que representa esta izquierda será clave para entender que no hay más camino que una discordia frontal contra el autoritarismo democrático sanchista, abrazado a las posiciones xenófobas, racistas y proetarras de sus socios. Un peligro que irá a más, pues la deslealtad intrínseca de los independentistas con el interés general de los ciudadanos alimenta una voracidad insaciable por horadar al Estado. Avanzamos hoy que ERC y PNV endurecerán sus posiciones tras comprobar que Junts ha doblado el brazo de Sánchez en una cesión sin precedentes. «Así no se puede gobernar». La confesión de Yolanda Díaz en plena refriega por los decretos describió no solo su desazón, sino el testimonio de parte de una España incontrolada en una legislatura fallida de consecuencias imprevisibles. La única salida moral y sensata es dar la voz al pueblo cuanto antes.