Educación

A vueltas con la evaluación

Resumiendo, queridos mandamases de la educación, no pretendan ahora, como siempre, igualar a los alumnos cuando se acercan a la meta. Procuren hacerlo antes del inicio de la carrera. A eso se le llama igualdad y equidad. Además de justicia social.
Resumiendo, queridos mandamases de la educación, no pretendan ahora, como siempre, igualar a los alumnos cuando se acercan a la meta. Procuren hacerlo antes del inicio de la carrera. A eso se le llama igualdad y equidad. Además de justicia social.Pixa

Mucho se habla estos últimos días de la evaluación de nuestros estudiantes. La Ministra Celáa ha trasladado su parecer. Algunas Comunidades han hecho lo propio. Ya saben que en este país impera lo de “dos por tres calles y aún iban apretados.”

Mientras, las familias asisten atónitas a estas posibles decisiones. Los alumnos reaccionan dependiendo de su edad y de sus expectativas. Los profesores están divididos sobre cómo afrontar este último reto del curso.

Antes de entrar en la decisión adoptada por el Ministerio de Educación y avalado por diferentes Autonomías, recordemos qué es y qué ha de significar la evaluación.

En primer lugar deberíamos reflexionar, no sólo en la evaluación estudiantil, sino generalizando a otras áreas (hace falta implementar urgentemente una mayor cultura evaluativa) seis preguntas: ¿qué hemos de evaluar?, ¿cómo? , ¿Quién?, ¿con qué?, ¿cuándo? y ¿para qué?.

En el caso que nos atañe dado la proximidad del fin del curso escolar y las escasas probabilidades de retomar la vida docente en las aulas, tenemos claro que son las dos últimas preguntas las que están en boca de todos. Cuando y para qué.

Para ayudar a entender lo que significa cada término, especialmente para los no docentes y creo que para muchos de los que se encargan de hacer los decretos que regulan la vida de los estudiantes, repasamos lo que significa cada término de evaluación educativa.

La evaluación inicial, es la que se realiza a principio de curso con finalidad diagnóstica para identificar las características de los participantes, del contexto y valorar la viabilidad, oportunidad y adecuación del programa permitiendo la adaptación, el reajuste de grupos, y toma de medidas grupales e individuales.

La evaluación continua cuya finalidad es formativa y se realiza a lo largo de todo el curso, permite mejorar las posibilidades personales de los participantes, identificar los puntos críticos, adaptar las actividades tiempos, recursos, estrategias, y reajustar los métodos cambiando la planificación.

La evaluación final con finalidad sumativa permite valorar el grado de adquisición de los objetivos, los cambios producidos, y normalmente sirve para promocionar o acreditar el nivel de logro de los contenidos académicos alcanzados por alumnos o grupos.

Por último, la evaluación diferida que se realiza a posteriori (casi nunca por cierto, así nos va en este y en muchos ámbitos) que serviría para valorar la repercusión de un programa a lo largo del tiempo., y poder aceptar o modificarlo.

Aclarados estos términos volvamos al debate generado sobre las directrices dadas para evaluar a nuestros alumnos. Detengámonos en la educación obligatoria

¿Realmente creen las diferentes administraciones que en el mes de Marzo, fecha en la que se decretó el cierre de las escuelas, los equipos docentes no tenían recogidas anotaciones suficientes para saber la media aproximada de las notas de sus alumnos al final de curso? ¿Qué no sabían ya quién, con gran probabilidad no podría promocionar de curso? ¿Cómo creen que se ofertan las plazas libres en las escuelas de un curso a otro? …Pues preguntando al profesorado las posibles repeticiones que creen se producirán y cuántas plazas quedarán libres en ese determinado nivel.

¿Se imaginan que en un nivel se decidiera que no promociona el 25 % de la clase? El siguiente curso tendría un 25 % de ratio. Eso queridos padres nunca ocurre.

No ocurre por varios motivos. El primero porque la repetición de curso que no debe ser tomada como un castigo, sino como una nueva oportunidad de adquirir el ritmo de la clase, ha de producirse especialmente en los cursos iniciales. En aquellos cursos dónde se asientan las bases aprendizaje.

Superadas esas edades, la repetición de curso se convierte mayoritariamente en un acto punitivo por sus malas motas, conducta o absentismo escolar. Esta situación la conocen muy bien los alumnos de Secundaria. Saben que aunque repitan, el próximo curso promocionaran por imperativo legal. Sí, tal cual.

No estoy en contra de esta medida. Tampoco es cuestión de tener a un alumno en 3ro de la ESO por ejemplo, más de un curso repitiendo los mismos conocimientos. Por ello, las no promociones deberían darse en contadas ocasiones. Cuantos profesores podrían explicar cómo han ido promocionando a un alumno porque su conducta, puede ser aún más peligrosa en un curso con alumnos de menos edad. O promocionando a otros para que alcancen 3ro de la ESO y así poder derivarlos a otro tipo de organización educativa más acorde con sus problemas de aprendizaje o conducta. O aprobados masivos en determinados centros porque la estadística no puede reflejar esa hecatombe académica en una determinada zona escolar normalmente ligada a situaciones sociales y económicas desfavorables.

Así que queridos padres, tranquilos. Los profesores de sus hijos ya tienen las notas pensadas. Sólo deberían en esta última recta con la finalidad de subir o bajar la nota si un alumno ha participado en las actividades o tareas que ha programado durante este confinamiento y que seguro ha implicado para muchos profesores y padres una carga de trabajo añadida. .

¿Qué hay alumnos que no tienen posibilidad de conexión? Cierto. Pero poco les importó cuando decidieron dotar a todos los alumnos y centros de ordenadores sufragando la mitad las familias en los denominados proyectos TIC 2.2 o 2.3. O cuando han regado con dinero a determinadas editoriales para implementar los libros digitales. O cuando han solicitado algunas escuelas partidas económicas extras a las familias para la compra de pizarras digitales y resto de material TIC.

Resumiendo, queridos mandamases de la educación, no pretendan ahora, como siempre, igualar a los alumnos cuando se acercan a la meta. Procuren hacerlo antes del inicio de la carrera. A eso se le llama igualdad y equidad. Además de justicia social. Y si son valientes, aprovechando esta circunstancia, hagan un buen chequeo de lo que ocurre en cada centro. Podrán encontrar alumnos de la ESO que no saben diferenciar un problema matemático que requiera una suma o una resta. Claro que esto de poner sobre la mesa los resultados académicos en España, los de verdad, no las cifras maquilladas anualmente, provocarían un gran enfado de nuestros socios europeos, los cuales llevan regando a España con millones y millones de euros para homogeneizar y mejorar los resultados académicos. Sigamos la farsa y la mentira. Lo que no se sabe, no ocurre. Todo va bien.

De los estudios postobligatorios y universidad, permítanme ustedes que exija a la administración que decrete que los alumnos han de ser evaluados. Tienen edad de afrontar sus responsabilidades, incluso penales. Dejémosles de tratar como niños pequeños. A los padres un consejo; no se conformen con un aprobado general para sus hijos. Puede que el curso próximo no puedan optar a beca de estudios si sus notas reflejan la media exigida hasta ahora.

Del mal ejemplo que crea un aprobado general, de la cultura del esfuerzo, de la responsabilidad, etc… ya se ha hablado y comentado lo suficiente en todos los medios y redes sociales.

Pilar Barriendos Clavero. PedagogaTerapeuta y Logopeda