Casas reales
El casi «no» posado de la Familia Real sueca
La princesa Leonor, un torbellino de 2 años, estuvo a punto de dar al traste con la fotografía
La princesa Leonor, un torbellino de 2 años, estuvo a punto de dar al traste con la fotografía
La princesa Leonor de Suecia ha vuelto a hacer pasar un mal rato a sus padres, Magdalena de Suecia y Chris O’Neill. Tiene dos años y, además de curiosa e inquieta, es un poco rebelde. Lo ha demostrado en cada una de sus apariciones públicas. La última, ayer, durante el posado familiar de verano de la familia real sueca en los jardines del palacio de Solliden. Una imagen que estuvo a punto de no producirse, ante la impaciencia de la pequeña. Allí estaban, en primer lugar, los reyes Carlos Gustavo y Silvia. En medio de ellos, la princesa Estela, de cuatro años y primogénita de Victoria de Suecia. Una auténtica damita, muy educada y formal. Apenas se limitó a sentarse en un banco junto a su abuela mientras ésta colocaba con mimo su vestido. En segunda línea, la heredera Victoria, con el pequeño Óscar, de cuatro meses, en brazos. Junto a ella, su marido Daniel Westling. A continuación la segunda hija de los reyes de Suecia, Magdalena, su marido, Christopher O’Neill, y sus dos hijos: la princesa Leonor y su hermano, Nicolás, de un año. Y, por último, el debutante, el príncipe Alexander, que acaba de cumplir tres meses y que permaneció tranquilo en brazos de su madre, Sofía Hellqvist, y junto a su padre, el príncipe Carlos Felipe.
La anécdota de la jornada volvió a protagonizarla la primogénita de Magdalena. La pequeña es un torbellino y no paró ni un solo momento, hasta el punto de que tuvo que ser su madre la que saliera corriendo detrás de ella. Ya no quedó más alternativa que cogerla en brazos para evitar que volviera a escapar y poder, al fin, inmortalizar el momento.
No es la primera vez que llama la atención el fuerte carácter de la pequeña, que contrasta con su prima Estela, una niña dulce y tranquila. Durante las amonestaciones previas a la boda de Carlos Felipe y Sofía, Leonor no estuvo quieta ni un solo instante, lo mismo que el día de la boda en la capilla del Palacio Real de Estocolmo , provocando en más de una ocasión las risas de los presentes. Aquel día pasó de unos brazos a otros, de los de su padre a los de su tío Daniel y de ahí, a corretear por el templo. Tampoco pasó inadvertida en el bautizo de su hermano, el príncipe Nicolás, que se celebró en el palacio de Drottningholm, ni durante su primer acto oficial cuando visitó los establos de la isla de Gotland para conocer a Haidi, el potro que le regalaron cuando nació. Entonces, sin apenas hacer caso al animal, la princesa se descalzó y se dedicó a corretear por el campo hasta que su padre logró atraparla.
Una actitud que nos recuerda mucho a la del hijo de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, Felipe Juan Froilán, en la boda de los Reyes. Muy comentada fue la patada que propinó a una de sus compañeras en el cortejo y su actitud inquieta, que obligó a la niñera a sacarle del templo.
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