El Euroblog
Juncker, el político incombustible
Tras treinta años en primer fila de la política luxemburguesa, pocos creen dentro y fuera del Gran Ducado que su reciente dimisión suponga el final de su carrera política. Y es que el propio primer ministro se ha mostrado dispuesto a encabezar al Partido Popular Cristiano Social (CSV) en la elecciones anticipadas de octubre. Ni siquiera su gran rival interno, la comisaria europea de Justicia, Viviane Reding, está dispuesta a hacer frente a Juncker, que disfruta de una popularidad del 75%.
El escándalo de los servicios secretos (SREL) por el que ha caído la coalición de conservadores y socialistas, sin embargo, no es una minucia. La comisión parlamentaria ha revelado una trama que incluía escuchas ilegales a altas personalidades del país, entre ellas el propio Juncker y el gran duque Enrique, y malversación de fondos públicos. Es decir, que los espías hacían de su capa un sayo a espaldas del primer ministro, a la sazón su máximo responsable político. Éste reconoce errores, pero niega haber ordenado espiar a nadie. "Si me ven sudar es porque hace calor, no porque esté nervioso", aseguró con su característica ironía en una maratoniana sesión parlamentaria en la que fue el blanco de todas las críticas.
Para la oposición, el problema de Juncker es que dedica más tiempo a la política europea que al cargo por el que ha sido elegido por los luxemburgueses. Y puede que tengan parte de razón. Para el líder conservador, los problemas europeos y los problemas de su país eran son los dos lados de una misma moneda. Es decir, que trabajar a favor de la pervivencia del euro equivalía a hacerlo por los pensionistas y ahorradores del Gran Ducado, el país con mayor rente per cápita de la Unión Europea. En las instituciones bruselenses, se solía bromear diciendo que los asuntos nacionales le ocupaban a Juncker hasta media mañana, por lo que el resto del día se podía dedicar a la política europea.
Precisamente, su papel en la UE es lo que le ha dado mayor protagonismo internacional. Como presidente del Eurogrupo entre 2005 y enero pasado, el líder luxemburgués ha sabido conjugar los intereses contrapuestos de los países del Norte y del Sur. Su europeísmo militante y su pragmatismo le valieron la rápida enemistad de Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, que en 2009 optaron por el anodino Herman Van Rompuy como presidente permanente del Consejo Europeo. Un puesto hecho a la medida de "Mr. Europa". De ahí el interés que tiene Juncker de ser reelegido y seguir siendo primer ministro para estar en primera línea para relevar al ex primer ministro en 2014. Seguro que los 500.000 ciudadanos luxemburgueses ponen un poco de su parte para cumplir el sueño de ser presidente de Europa.
pgarcia@larazon.es
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