El Euroblog

Los debates electorales, una arraigada tradición política francesa

Los debates electorales, una arraigada tradición política francesa
Los debates electorales, una arraigada tradición política francesalarazon

Todo está ya listo para que hoy Nicolas Sarkozy y François Hollande se enfrenten en un esperado cara a cara televisivo. Los equipos de campaña de ambos candidatos acudieron ayer el estudio 107 de la Plaine-Saint-Denis para atar los últimos cabos sueltos. El debate, que será retransmitido por la cadena privado TF1 y la pública France 2 a partir de las nueve de la noche, durará dos horas y media y contará con cuatro bloques temáticos (economía, sociedad, instituciones y política exterior). Según lo pactado, la temperatura en el estudio será de 20 grados y la mesa de cada aspirante medirá 2,45 metros.

El debate electoral entre los dos candidatos que llegan a la segunda vuelta de las presidenciales es una verdadera tradición política y mediática en Francia desde 1974. Esta costumbre sólo rompió en las elecciones de 2002, cuando Jacques Chirac se negó a debatir con el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, que había desbancado al socialista Lionel Jospin en la primera vuelta. Sin embargo, pese al interés que despiertan, rara vez han dado la vuelta a los sondeos. En declaraciones al diario "Le Monde", Jérôme Fourquet, director adjunto del departamento de opinión pública del instituto IFOP, asegura que "la historia de la V República muestra que el debate entre las dos vueltas, por importante que sea, jamás ha permitido invertir la relación de fuerzas".

Sea como fuere, el primer cara presidencial celebrado en 1974 entre el liberal Valéry Giscard d'Estaing y el socialista François Mitterrand sí pudo contribuir a la ajusta victoria (menos de 400.000 votos) del primero, que le espetó a su rival la mítica frase de que "usted no tiene el monopolio de corazón".

El líder del PS, un viejo zorro de la política francesa que ya se había enfrentado con el general De Gaulle en las presidenciales de 1965, tuvo que esperar para devolverle el dardo al presidente Giscard al debate que los volvió a enfrentar en 1981. "Tiende usted un poco a repetir el estribillo de hace siete años: el hombre del pasado. Es molesto, al menos que en el intervalo se haya usted convertido en el hombre de la pasividad", le soltó Mitterrand, que días después hizo historia al convertirse en el primer presidente socialista de la V República.

Transformado ya en una especie de monarca republicano y padre de toda la nación, a Mitterrand no le costó mucho ganar al conservador Jacques Chirac, con el que mantenía una difícil cohabitación política desde 1986, y ser reelegido con comodidad en las presidenciales de 1988 (54%/46%). "Esta noche, yo no soy el primer ministro y usted no es el presidente de la República. Somos dos candidatos en igualdad, que se someten al juicio de los franceses. Por tanto, me permitirá usted que le trate como señor Mitterrand", pidió Chirac a un impertérrito Mitterrand que se limitó a replicar: "Tiene usted razón, señor primer ministro".

El debate de 1995 entre Chirac y el socialista Lionel Jospin, que había ganado la primera vuelta gracias a la división de la derecha francesa, no dejó ninguna frase para la historia y se caracterizó por un tono respetuoso entre ambos políticos. Ambos se volvieron a ver a las caras tras las legislativas de 2007, cuando un presidente conservador tuvo que "cohabitar"con un Gobierno de centro-izquierda.

Finalmente, el último debate hasta hoy, el que enfrentó a Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolène Royal, la primera mujer que aspiraba al Elíseo, fue seguido por 20 millones de franceses. Obligado a contener su fuerte carácter, el candidato conservador mostró gran frialdad frente a una Royal que no pudo evitar su irritación ante las cámaras. "Yo no pierdo los nervios. Estoy enfadada. Hay cóleras útiles, tengo mucha sangre fría. Me ponen furiosa las injusticias y las mentiras", replicó la candidata socialista a "Sarko", que le pedía insistentemente que se tranquilizara sin mirarla siquiera a los ojos.

Cinco años después, Sarkozy se enfrenta a un nuevo debate con la seguridad del que pisa terreno conocido. Y es que, el líder de la UMP pasará a la historia como el jefe de Estado francés más mediático. Hasta tal punto es su exhibicionismo que muchos analistas creen que el presidente ha degradado la función presidencial, tradicionalmente mucho más solemne y distanciada del día a día.

Hollande y Sarkozy, que ya protagonizaron un cara televisivo en la campaña de las elecciones europeas de 1999, llegan a este debate en circunstancias muy diferentes. El presidenciable socialista juega con la ventaja que le otorgan todas las encuestas y sólo tiene que evitar cometer graves errores. Aunque no dispone del carisma y la labia de su adversario, cuenta con una fina ironía y sentido del humor que pueden conectar con los espectadores. Su jefe de campaña, Pierre Moscovici, ya ha advertido de que "Hollande no le tiene miedo al debate con Sarkozy".

En cambio, el presidente-candidato afronta una de sus últimas oportunidades para convencer a los indecisos y los votantes del Frente Nacional y dar la vuelta a la tortilla. A diferencia de 2007, cuando se erigió como el representante del "cambio radical", Sarkozy lleva sobre su espalda el balance más bien mediocre de sus cinco años en el Elíseo. Algo que probablemente no perderá la ocasión de recordarle su rival. En una entrevista en "Le Parisien"el pasado domingo, el líder conservador aseguraba que el debate "no será una pelea callejera ni la guerra. Debe ser un debate claro en el que Hollande tendrá que hacer lo que detesta: ser claro".

pgarcia@larazon.es