El Euroblog

Merkel salva los muebles

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Después de días en los que los mercados y Obama no se cansaban de pedir a Europa que diera un paso adelante para solucionar la crisis de la moneda única, el Bundestag nos dio ayer un respiro aprobando por una abrumadora mayoría la ampliación del fondo de rescate europeo. Aún quedan seis países por ratificarlo, pero el decisivo trámite en la Cámara Baja germana ha sido superado. Hoy será votado por el Bundesrat (Cámara Alta).

Y es que la canciller, Angela Merkel, no lo tenía nada fácil. Sus socios de coalición son muy críticos con el segundo rescate griego. Los liberales, que pasarían a ser una fuerza estraparlamentaria si se celebrasen ahora elecciones, hablan abiertamente de una quiebra parcial de Grecia al mismo tiempo que han caído en una deriva euroescéptica con tintes electoralistas. Además, los hermanos bávaros de la CSU sugieran que Atenas abandone la moneda única. Es decir, una estrategia contraria a la que defiende el Gobierno alemán dentro y fuera de sus fronteras.

Lo cierto es que los alemanes ven cada día con más rechazo pagar por una crisis que consideran un pozo sin fondo. Dos de cada tres ciudadanos se niegan a participar en el segundo rescate griego. Y ése será precisamente el próximo debate que tenga que afrontar Merkel en octubre, cuando el Bundestag deba pronunciarse sobre el plan de ayuda. La oposición de centro izquierda (socialdemócratas y verdes) ya han tendido la mano a una canciller que ha tardado mucho tiempo en adoptar el liderazgo europeo que se esperaba de Alemania. Porque, como reconoce la propia Merkel, Alemania depende de Europa y sólo si Europa va bien, Alemania irá bien. La realidad es que ayer los 620 diputados votaron sobre un fondo de estabilidad, que, según muchos analistas sospechan, será insuficiente a largo plazo, especialmente si hubiera que rescatar a una economía de peso como la italiana o la española. Una circunstancia que aterroriza a Berlín, que vería cómo un colchón de, digamos 2 billones de euros, tendría como primera consecuencia la degradación de su deuda por las agencias de calificación. Algo así como si el empollón de la clase se quedara sin matrícula por prestar sus apuntes a sus colegas más rezagados.