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Tsunami electoral en Alemania

La Razón
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Las elecciones del pasado domingo en los estados federados de Renania del Norte y Baden-Württemberg suponen un toque de atención para los dos grandes partidos políticos alemanes, que caen en apoyo electoral al mismo tiempo que Los Verdes experimentan un meteórico avance.

Para los democristianos de la canciller Angel Merkel, el mensaje es claro: los electores no son tan tontos o ingenuos como podría parecer. Los alemanes no aceptan como si tal cosa que un partido en el Gobierno dé un volantazo en su política nuclear al albur de los sondeos. La líder democristiana, que aún cuenta con un 55% de popularidad, abandonó su característica prudencia para anunciar un precipitado cambio de rumbo. ¿Acaso su Gobierno no aprobó en el Parlamento el pasado otoño una ley que retrasaba en doce años el apágón nuclear decretado por el Ejecutivo "rojiverde"?

Incluso su ministro de Economía, Rainer Brüderle, admitió en un encuentro con empresarios que detrás de la decisión de cerrar temporalmente los siete reactores más antiguos e imponer una moratoria nuclear había una motivación electoral.

Los Verdes, que precisamente nacieron hace treinta años en Karlsruhe, localidad que se encuentra en el "land"de Baden-Württemberg, fueron reconocidos por los electores por defender desde siempre una postura antinuclear. Una posición que llevaron al Gobierno bajo el mandato del canciller Gerhard Schröder (1998-2005) para convencer a sus socios socialdemócratas de la conveniencia de cerrar las centrales nucleares y fomentar las energías renovables.

Si Merkel vio la luz después del accidente en la central japonesa de Fukushima, el SPD fue un ferviente defensor de la construcción de plantas nucleares hasta el accidente de Chernóbil en abril de 1985. A partir de entonces arrancó un fuerte movimiento en toda Alemania que reclamaba el abandono de esta fuente de energía por los riesgos que conlleva para la salud humana y para el entorno.

Aunque los socialdemócratas estarán en el Gobierno en los dos "lander"que votaron hace una semana, no deberían darse por satisfechos. Su éxito se debe en gran parte por el auge de los ecopacifistas, que doblaron sus resultados en Baden-Württemberg y los triplicaron en Renania-Palatinado. De seguir así, el SPD se arriesga a perder su histórico hegemonía en la izquierda germana. La última encuesta sobre intención de voto a nivel nacional, coloca al SPD (25%) muy por detrás de la CDU (33%) y seguido de cerca por los ecopacifistas (21%). De hecho, en Stuttgart serán los socios de menores de un Gobierno encabezado por Wilfred Kretschmann, un ecologista conservador y católico que no oculta su disposición a sustituir al SPD por la CDU como el socio natural de gobierno.

Los Verdes pasarían a ser, en consecuncia, el nuevo partido bisagra en Berlín. Un papel que tradicionalmente ha recaído en el Partido Liberal (FDP), que fue el gran perdedor de las citas electorales del pasado domingo. Su líder y ministro de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, se enfrenta a una creciente contestación interna entre sus correligionarios, que empiezan a considerarlo el mayor lastre para mantenersa en el Gobierno. ¿Aguantará Westerwelle hasta el congreso de mayo?