Cine

Nueva Orleans

El otro gran héroe negro

El otro gran héroe negro
El otro gran héroe negrolarazon

Ni un minuto de música en las secuencias más dramáticas, ni un latigazo de más ante la cámara.

Ni un minuto de música en las secuencias más dramáticas, ni un latigazo de más ante la cámara. «12 años de esclavitud» no hace concesiones, pero tampoco nos ahorra un sufrimiento, hasta el punto de que durante buena parte del filme podemos asistir a más de una humillación por minuto a los esclavos. «Pensaba que era muy importante hacer esta película ahora. Nunca he visto una historia como ésta y quería trasladarla a la pantalla con todas mis fuerzas, ver esas imágenes», asegura su director, Steve McQueen, que visitó Madrid pocas horas antes de conocer que su nueva criatura es la favorita en los Globos de Oro, con siete nominaciones, junto a «La gran estafa americana». La verdadera novedad de la propuesta es que su protagonista es un negro libre que, tras ser secuestrado, vuelve a ser vendido como esclavo. La perspectiva de un músico reconocido que vive con su mujer y sus hijos ahora convertido en mulo de carga en las grandes plantaciones del sur dinamita la tradicional visión del hijo de esclavos. Lo inusual es que el libro en el que está basada, la biografía de Solomon Northup, es de finales del siglo XIX y no había sido adaptado hasta la fecha: «El 10% de los afroamericanos vivían libres en el norte, y la historia de Solomon Northup pareció encajar con mi idea original. La de un hombre libre al que secuestraban y al que convertían en esclavo. Fue milagroso encontrar su libro, que encajó con mi idea original. ¡Y así fue! Me encontré con "12 años de esclavitud", una especie de "El diario de Anna Frank"americano. Es un hecho histórico impresionante». Después de recobrar la libertad, Northup se convirtió en un activista antiesclavista y ayudó a muchos compañeros fugados del sur a poder rehacer sus vidas.

Si algo ha conseguido es un tono uniforme en las interpretaciones en un terreno en el que resulta fácil resbalar hacia la sobreactuación. Destaca, cómo no, por el variado arco que debe afrontar su protagonista: «Chiwetel Ejiofor tiene las dosis de sensibilidad que yo quería, y necesitaba, para el personaje. Es su grandeza. Porque el actor tenía que mostrar su humanidad en unos campos completamente inhumanos. Y pensé que él era el único que podía hacer eso con éxito», continua McQueen. También vuelve a confiar en Michael Fassbender, aunque en una tesitura bastante diferente al adicto al sexo de «Shame», que le valió una Copa Volpi en el Festival de Venecia: «Michael es una rareza, porque pudo poner humanidad en el papel de Edwin Epps. La gente piensa que es un monstruo, pero lo que Fassbender hizo con el personaje es dotarlo de una vulnerabilidad humana, y eso es impresionante». Tanto el actor principal como el sencundario han logrado su nominación a los Globos de Oro.

«Bailar con fantasmas»

Resulta imposible no preguntar por el estilo radicalmente distinto con el que Quentin Tarantino abordó el tema recientemente en «Django desencadenado»: «Me encontré con él cuando estaba rodando en Nueva Orleans. Tarantino estaba acabando su película y yo estaba empezando la mía. Me dijo que pensaba que podía haber más de una sobre la esclavitud, y yo le respondí que por supuesto, como pasa con las de pandilleros o de la Segunda Guerra Mundial. Creo que es importante que haya varios puntos de vista. La descripción de Tarantino es mucho más cómica y surrealista, y por supuesto la mía es más auténtica. "Django..."es muy importante. Tarantino contó el filme como lo quiso contar y yo no podría haberlo hecho así». Más allá de eso, opina que la elección del primer afroamericano como presidente del Gobierno de Estados Unidos ha cambiado mucho las cosas en aquel país: «Creo que buena parte de la audiencia sí se siente cómoda con la historia. No podemos subestimar la influencia que ha tenido la presidencia de Obama. El público está buscando este tipo de historias como nunca antes lo había hecho, así que creo que sí, que está teniendo un efecto. Nos está yendo muy bien en la taquilla de EE UU y estoy orgulloso. No podemos minusvalorar el efecto que Obama ha tenido en muchas de las películas que estamos viendo últimamente sobre la historia negra». Precisamente rodar en el Sur ayudó al equipo a acercarse mucho más a las viviencias de los protagonistas: «No reconstruimos las plantaciones, son reales. Y eso se podía sentir en el ambiente entre el equipo y los actores. Estábamos trabajando en entornos en los que estas cosas pasaron realmente, en los que se propinaban latigazos, en los que se torturaba, en los que se recogía algodón. Era como bailar con fantasmas. Y lo más importante fue el calor: 46 grados a la sombra el primer día, y, como ellos, teníamos que trabajar».

Resulta curioso que McQueen esté obteniendo galardones y figure entre los favoritos del público cuando es un autor que, en cierta manera, ha renegado de Hollywood. Por un lado afirma que a nadie le viene mal que le valoren: «Simplemente estoy contento de haber podido hacer la película. Ya he ganado, porque he hecho la que quería hacer y la gente la está viendo. Eso es fantástico. Siempre es agradable que te den una palmadita en la espalda, eso siempre ayuda. Y es un honor que piensen en ti en relación con los Oscar». Por otro, matiza su posición sobre los grandes estudios: «Trabajo en Hollywood, y todo lo que quiero es hacer las películas que quiero hacer. Y si Hollywood puede ayudarme será estupendo, porque estoy allí. Es una ciudad en la que se trabaja muy duro. No es perfecta, la gente se remanga todos los días y va al tajo. No tengo malos sentimientos hacia Hollywood, lo único que pasa es que hay cosas más importantes que yo, como, por ejemplo, la taquilla». Lo cierto es que en un tiempo récord y con apenas tres largometrajes, este hombre afincado en Amsterdam empieza a contar para los que manejan el negocio. «¿Hacer concesiones? No, nunca. Siempre tengo la última palabra sobre el montaje de mis películas, y es lo que siempre he querido hacer. Ya está».

A eso le ayudó tener un productor como Brad Pitt: «Él sabe de éstos; es un cinéfilo. Y lo genial de Brad es que no sólo es un gran productor, sino también un gran actor. Cuando tienes a alguien así detrás, puedes hacer lo que quieras. Está más interesado en trabajar con un artista que en otras cosas».