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Investigación
Científicos descubren cómo los patrones cambiantes de las temperaturas están exacerbando el cambio climático
Una desaceleración en la circulación oceánica a consecuencia de picos de temperatura podría reducir la absorción de CO2 por los océanos, incrementando su concentración en la atmósfera
Un estudio publicado el pasado 3 de junio, "Sensibilidad de la circulación oceánica al calentamiento durante el invernadero del Eoceno temprano", ha revelado que los episodios de calor extremo en la antigüedad provocaron una desaceleración en la circulación oceánica, lo que podría tener implicaciones en el clima del presente y del futuro.
Difundido en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), la investigación utilizó conchas fosilizadas de sedimentos de aguas profundas para analizar cómo funcionaba el intercambio de aguas superficiales y profundas del océano hace unos 50 millones de años, en la época del Eoceno temprano, un período cuyo clima se asemeja a las condiciones previstas para finales de este siglo si no se reducen significativamente las emisiones de carbono.
Los océanos controlan el clima terrestre transportando agua caliente desde el ecuador hacia los polos, lo que ayuda a equilibrar las temperaturas. Sin este intercambio, los trópicos se volverían mucho más calientes y los polos mucho más fríos, causando evidentes cambios climáticos.
Cómo funciona la "cinta transportadora global"
Esta circulación oceánica, conocida como la "cinta transportadora global", redistribuye el calor y equilibra las temperaturas del planeta, además de absorber una parte considerable del dióxido de carbono antropogénico. Según Sandra Kirtland Turner, una de las autoras del estudio, los océanos contienen actualmente casi 40 billones de toneladas de carbono, absorbiendo alrededor de una cuarta parte de las emisiones de CO2 generadas por el hombre. Sin embargo, una disminución en el ritmo de movimiento de las aguas podría reducir la capacidad de los océanos para absorber este carbono, incrementando así las concentraciones de CO2 en la atmósfera.
Durante los eventos de aumento extremo de las temperaturas en el Eoceno, las profundidades oceánicas experimentaron un aumento de temperatura de hasta 12 ºC. Kirtland Turner señaló que estos fenómenos son los mejores análogos disponibles para comprender el cambio climático futuro.
Junto al resto de investigadores, la científica recurrió al análisis de conchas de foraminíferos para reconstruir los patrones de circulación de los océanos durante esta época, cuando la Tierra era mucho más cálida. Estas especies, que incorporan elementos del agua oceánica durante su formación y que fosilizan con relativa facilidad, permitieron a los científicos medir las diferencias químicas y obtener información sobre las temperaturas y los patrones de circulación de los océanos antiguos para interpretar posibles situaciones parecidas en el futuro.
Sus capas e isótopos muestran la temperatura y la edad del agua en ese momento, indicando cuánto tiempo han estado aisladas de la superficie, lo que permite interpretar los patrones de movimiento de las aguas más profundas. Así, si una concha ha estado hace poco en la superficie, reflejará la presencia de carbono-13 a consecuencia de la fotosíntesis; mientras que una concha que ha estado en las profundidades durante más tiempo, en lo que llaman "agua vieja", acumulará más carbono-12 como consecuencia de la descomposición de tales organismos fotosintéticos.
Los resultados sugieren que, durante el Eoceno, los niveles de CO2 atmosférico eran de aproximadamente 1.000 partes por millón (ppm), contribuyendo a las altas temperaturas de la época. En comparación, la atmósfera actual contiene alrededor de 425 ppm de CO2. Con estos patrones, la investigación concluye que las emisiones actuales de cerca de 37 mil millones de toneladas de CO2 anuales podrían llevar a condiciones climáticas similares a las del Eoceno temprano para finales de este siglo.
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