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¿Quién teme a Vox?

El voto de Vox procede en gran parte de aquellos agraviados de lo que consideran un quebranto de la unidad de la Nación, con el tema catalán como espolón y la inmigración.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, el secretario general, Javier Ortega Smith, y el cabeza de lista por Sevilla, Francisco Serrano, durante el acto de presentación en Sevilla a sus candidatos /Efe
El presidente de Vox, Santiago Abascal, el secretario general, Javier Ortega Smith, y el cabeza de lista por Sevilla, Francisco Serrano, durante el acto de presentación en Sevilla a sus candidatos /Efelarazon

El voto de Vox procede en gran parte de aquellos agraviados de lo que consideran un quebranto de la unidad de la Nación, con el tema catalán como espolón y la inmigración.

Hasta cuatro veces preguntó Susana Díaz en el segundo debate electoral a los líderes de PP y Cs si pactarán con Vox, en el hipotético caso de que sumen los escaños suficientes, para desalojarla de San Telmo. El partido de Santiago Abascal, con el readmitido juez Serrano como candidato a la Junta, fue, en ese sentido, el ganador de la noche, al tiempo que llenaban un acto en Granada. El candidato Serrano se convirtió en “el tercer hombre” y el miedo a Vox en la nueva bandera que enarbola el PSOE-A en la segunda mitad de campaña, tras el agravio y el “soy feliz” que vienen marcando la agenda de Díaz desde la precampaña cuando le pregunta por su derrota en las primarias ante Pedro Sánchez. Las encuestas dan al partido conservador, que se autodefine de “extrema decencia y extrema necesidad” ante las críticas de ser una formación de “extrema derecha”, hasta cuatro diputados en una Cámara que, paradójicamente, como el resto de parlamentos autonómicos, quieren eliminar en pos de su proyecto centralista. El partido ha pasado de dar mítines sobre un banco ante una decena de personas en una plaza de Triana y ser apedreados a llenar recintos de más de 3.000 personas, en tres años y medio.

"Vox es un partido que no es bueno para la convivencia, que es malo para las mujeres, que genera xenofobia, racismo y lo están blanqueando", dice Susana Díaz, que acusa a populares y naranjas de “blanquear la imagen de Vox” y se presenta como “dique de contención de la ultraderecha”, algo que viene diciendo Teresa Rodríguez, candidata de Adelante Andalucía, parapetada en “el feminismo”.

Precisamente, el efecto del feminismo extremo es uno de los ámbitos de los que proceden los votantes y simpatizantes de Vox en un movimiento transversal. Diego de los Santos, autor de “Las mujeres que no amaban a los hombres”, hijo de un histórico del andalucismo, procede de Ciudadanos e incluso disputó las primarias a Juan Marín. De los Santos resalta a LA RAZÓN que “el 70% de los votos de Vox son masculinos. Nos han obligado a votar por géneros. Es su rasgo diferencial. El único partido con un contradiscurso del femenismo radical”. “El feminismo ha creado a Vox, que es un tema tabú”, señala. Ante las críticas de los partidos hegemónicos, responde: “Como si no hubiera extrema izquierda que contener. Estamos en la guerra de sexos, que ha sustituido a la lucha de clases. Cs comenzó así pero se asustó”, explica. “Muchos de los votantes vienen de la abstención. Electores que no votan, que no tiene a quién votar, co un sentimiento soterrado, un resentimiento, que ha flotado con Vox”, explica. Ante las críticas por la postura de Vox con la inmigración, replica que “es una demagogia, una hipocresía”.

De los Santos desgrana al partido y apunta que “el arma de doble filo” es que “son católicos muy rígidos en sus creencias”. Eso sí, “se sabe por dónde vienen. No caen en el oportunismo. El centro no es decir lo que se quiera en cualquier momento. Es ponderar las cosas, no ser ‘la veleta naranja’ como dice Santiago Abascal”.

“Más que el nacionalismo catalán, que también lo lleva Cs y más con Arrimadas, es el tema de género” lo que da auge a Vox. El candidato es Paco Serrano, “represaliado por el régimen, por un día que prolongó la estancia de un niño con un padre”. Un “tema ideológico total”. Serrano defiende “recuperar la unidad, la igualdad ante la ley, Pura Constitución. Ésa es la extrema derecha”, sostiene. De los Santos señala que Vox, paradójicamente, “coincide con el feminismo radical en prohibir la prostitución y abolir vientres alquiler. Salvo el aborto y la eutanasia”, con lo que el ex de Cs no está de acuerdo. “Si Vox gira al centro, se comen a todo el mundo. Cs nació así pero ha entrado en el club y ha cogido todos los tickets, incluido el feminismo, no la igualdad”, denuncia. De los Santos defiende la importancia de Vox para “catalizar la introducción de debates que son tabús”.

Los otros ámbitos de los que procede el voto de Vox son los agraviados de lo que consideran un quebranto de la unidad de la Nación, con el tema catalán como espolón y la inmigración.

Marín no sale de su discurso: “Si Cs y PP suman habrá cambio”, sin referirse a Vox. El candidato naranja, de entrada, es reacio a los extremos, tanto de Podemos como de Vox. No obstante, la dirección nacional considera a Vox una formación democrática, con los matices que se quieran, pero dentro del juego político. Para el popular Juanma Moreno, "Vox ahora mismo no es un aliado para el cambio. Veo al PSOE de Andalucía muy preocupado en hacer campaña por Vox, no hay mejor aliado de Vox que el PSOE". Pablo Casado, a diferencia de Moreno, se viene encargando –van en caravanas electorales distintas- de una campaña más cercana al espectro de la derecha más clásica y Moreno aparece como más centrista.

Entretanto, Vox sigue llenando recintos, algo que Cs, por ejemplo, no consigue, con alguna excepción en Málaga y en presencia de Rivera y Arrimadas. La formación de Abascal sigue una clara hoja de ruta: un mapa –literal- con los territorios donde el descontento es mayor por la situación social, el paro y los servicios y los problemas con la inmigración. Y allí donde van, normalmente Abascal, Ortega-Smith y Serrano, triunfan. En Sevilla, en el arranque de campaña llenaron el Auditorio del Palacio de Congresos. El perfil de las personas que se acercaron al mitin de presentación no era ni mucho menos el de personas de cabeza rapada o simbología nazi. En Fibes se congregó una clase media, en todos sus espectros, cansados del dilema catalán y “los agravios”, orgullosos de la bandera, con abuelos y niños. Ejemplos: Manuel Hidalgo es gerente en un centro de ocio, 40 años, hastiado de los partidos políticos, desencantado también de los nuevos, decepcionado con la derecha “soft” de PP y Cs, sin complejos, nacionalista español. Tiene meridianamente claro que votará a Vox, aunque aún en determinados ámbitos le cuesta decirlo “por la mala prensa que tiene”. Otro perfil es el de uno de los vídeos virales: un grupo de señores mayores en un bar que, aparentemente, si saber que son grabados, explican por qué van a votar a Vox.

En el PSOE andaluz había dos vertientes. Ignorar a Vox para no dar publicidad a la “extrema derecha” o azuzar su bandera para movilizar al electorado de izquierda, dividiendo el voto de PP y Cs. Más ajustadas de lo que parece deben ir las encuestas para que haya optado por una segunda opción que desvela que Vox ha llegado para quedarse y puede tener la llave del cambio en Andalucía en caso de PP y Cs superan al PSOE de Susana Díaz.