Elecciones catalanas

PP, C’s y PSC: «Nos movemos entre el fanatismo y la sombra de la abstención»

Pedro Sánchez, ayer, en la campaña de las catalanas en Gerona
Pedro Sánchez, ayer, en la campaña de las catalanas en Geronalarazon

Una avalancha de pronunciamientos en contra acorrala cada vez más a la independencia. Y una llamada desesperada a la movilización condiciona la campaña de los partidos del bloque constitucionalista. En el ecuador del 27-S, es la tónica que marca unas elecciones altamente envenenadas y que hace coincidir al PP, Ciudadanos y el PSC: «Nos movemos entre el fanatismo separatista y la sombra de la abstención», afirman dirigentes de las tres formaciones. Todos opinan que el voto por el sí a la secesión ya ha aflorado y es difícil que crezca. Por ello, la clave decisiva es la movilización ciudadana que genere el voto oculto y despierte a los indecisos. Una franja aún muy numerosa, en torno al cuarenta por ciento, centra los esfuerzos de populares, socialistas y la formación naranja. La misma opinión muestran en Unió, alineados en el catalanismo moderado con una consulta legal y los grandes tapados de los sondeos, convencidos de que conseguirán representación.

Esta fuerte invocación a la movilización se vio en el último debate televisivo celebrado en Barcelona con presencia de los siete candidatos. La pugna por el segundo y tercer puesto entre Ciudadanos, el PSC y el PP llevó a sus aspirantes a expresar su buen humor. Al hilo de los bailes exhibidos por el socialista Miguel Iceta, los otros dos aspirantes, Inés Arrimadas y Xavier García-Albiol, ironizaron con que ellos apelan a una canción inspirada en el tradicional bolero: «Sí tú me dices ven, ganamos todos», arengan ambos a los electores en una campaña muy cercana, boca a boca. Aunque Arrimadas defiende un perfil algo más bajo y Albiol un discurso enérgico y combativo, los dos se dirigen al votante con una llamada clara: si me votas, ganamos todos, catalanes y españoles. Es un titánico esfuerzo por combatir el fantasma de la abstención, donde se ubican los contrarios a la independencia.

A una semana del día 27, los cuarteles de los partidos respiran ebullición. En la lista de Juntos por el Sí prosiguen las fricciones entre Artur Mas y Oriol Junqueras, aunque de cara a la galería se tragan el sapo. En las últimas semanas todo ha sido negativo. Han hablado Obama, Merkel, Juncker, las patronales empresariales y hasta la gran banca en contra de la secesión. Ello no ha evitado una reacción airada y fanática del presidente de la Generalitat y otros miembros de la candidatura criticando a los poderes financieros. Incluso por decreto, como se ha visto en la decisión del Gobierno catalán sobre criterios de representatividad empresarial en los organismos dependientes de la Administración autonómica. Mas ha premiado claramente a Pimec y Cecot, patronales cercanas al separatismo, y castigado a Fepime y Foment, contrarias al proceso. «Un acto sectario», aseguran en Fomento del Trabajo.

Ante la ola de manifestaciones opuestas a la secesión, el malestar es enorme en la Generalitat, la candidatura Juntos por el Sí y los radicales de Podemos y la CUP. Según fuentes empresariales, han recibido mensajes intimidatorios desde el bloque secesionista y amenazas de recortes en algunas subvenciones. «Aquí hay mucho miedo», opinan destacados empresarios. La prueba han sido los desatinos esgrimidos por Artur Mas, Raúl Romeva y los radicales de izquierdas. El presidente catalán denuncia, como es tradicional, «la metralla de Madrid». El comunista Romeva hace el ridículo por las televisiones europeas donde, como en la BBC británica, le sacaron los colores. El candidato de Cataluña Sí que es Pot, la marca de Podemos, Lluis Rabell, insulta a los directivos de empresas y bancos, y el antisistema de la CUP, Antonio Baños, va más lejos: «Que cojan las maletas y se vayan». Como bien dice un dirigente del PP, a partir de ahora, «los ahorros de los catalanes, a la hucha del cerdito». Todo un disparate.

Expertos sociólogos coinciden en que la movilización es transcendental para el resultado final. Es la opinión de varios de ellos como Rosa Conde, que fue ministra portavoz con Felipe González y experta en demoscopia, Julián Santamaría, gurú de muchas campañas socialistas, y Narciso Michavila, actual sociólogo de cabecera del PP. Todos coinciden en que el voto independentista ha salido ya a flote, mientras los contrarios están aún sumergidos. En las últimas elecciones autonómicas de 2012 la participación rondó el 70%, por lo que ahora sería necesario superar este listón, donde se refugia el tradicional votante que se queda en casa. Es la franja por la que luchan Ciudadanos, el PSC y el PP.

En la formación de Albert Rivera no dudan en ser la segunda fuerza y en el tirón de Inés Arrimadas. «Puede ser la primera mujer presidenta de la Generalitat», dicen optimistas. Para el PSC, la debacle es fuerte, pues fue un partido que llegó a tener 50 parlamentarios y ahora ronda los 13. Su estrategia pasa por incrementar la presencia de Pedro Sánchez y Susana Díaz que, sin embargo, no coincidirán en ningún acto. Para los expertos en demoscopia, las veleidades del discurso de Sánchez les pueden pasar factura, mientras la presidenta andaluza tiene un discurso mucho más rotundo y en clave nacional. «Cultivaremos las dos almas del PSC», dicen sus dirigentes. Según los analistas, el secretario general del PSOE ofrece una imagen frágil, pero la lideresa andaluza despierta otra mucho más fiable. La esperanza de los socialistas es superar a Podemos y quedar como tercera fuerza, algo que ahora se perfila imposible, aunque la marca radical sufre un leve retroceso.

En el PP confían en superar los escaños de Alicia Sánchez-Camacho y el tirón de su actual candidato. «Tenemos la obligación de buscar acuerdos dentro de la lealtad institucional», afirma Xavier García-Albiol, quien recuerda su victoria en Badalona y ha ofrecido su candidatura a todos los catalanes moderados. Es muy crítico contra Artur Mas, a quien considera un político dañino y amortizado: «No representa a los independentistas, que le echarán para organizar un bloque de izquierdas, y mucho menos al resto». Sobre la petición del socialista Iceta para presidir un Gobierno de amplia base, Albiol se muestra prudente hasta el 28-S. En cuanto a los democristianos de Unió, niegan sentir vértigo o preocupación por los augurios de las encuestas. «Nuestra propuesta es a largo plazo, obtendremos representación», asegura Ramón Espadaler. La semana promete ser ardiente. Los sondeos pronostican una victoria de la lista independentista, pero no tanta como esperan. «Hay nervios en Juntos por el Sí», advierten los otros partidos. La incógnita radica en cuánto alcanzarán los contrarios al secesionismo y si la verdadera bisagra oscilará entre la CUP o tal vez Unió, una vez que nadie alcance la absoluta. Un veterano dirigente de CDC, ahora en el sector crítico, avisa con sorna: «Sólo faltaría que Mas tuviera que elegir entre los de la chancleta y Duran Lleida». Eso sí tiene morbo.