Política

El desafío independentista

Plan Puigdemont: boicotear a ERC

El ex presidente catalán dirige la estrategia del PDeCAT y confía en lograr la ansiada inmunidad para dinamitar a ERC, a quien presiona sobre su posible apoyo al presidente en funciones. «No nos fiamos de Sánchez», advierte

Manifestación independentista en apoyo del ex presidente catalán Carles Puigdemont
Manifestación independentista en apoyo del ex presidente catalán Carles PuigdemontVINCENT KESSLERREUTERS

Fue un encuentro de casi tres horas entre el ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont y su sucesor, Quim Torra. Primero se vieron en la mansión de Waterloo y después almorzaron en un hotel cercano. El resultado de la conversación, según fuentes del entorno del fugitivo, fue contundente: un «no» rotundo a la investidura de Pedro Sánchez si no se pacta previamente el referéndum de autodeterminación y una mesa de diálogo sin condiciones. Esta famosa tabla de partidos es de momento, para Puigdemont, claramente insuficiente y una trampa. «No nos fiamos de Sánchez», aseguran estas fuentes. La estrategia pasa por aguardar al próximo 16 de diciembre en que el tribunal belga decidirá sobre la euroorden contra Puigdemont. Sus defensas confían en que el veredicto sea favorable y que el prófugo logre su acta de eurodiputado con la consiguiente inmunidad parlamentaria. Si así fuera, el ex presidente no renuncia a volver a encabezar una lista para las elecciones autonómicas en Cataluña, previstas a principios del año próximo.

«Sigo siendo el presidente legítimo y tengo la sartén por el mango». Fue la frase que le espetó Puigdemont a Torra en este último encuentro, en el que Torra acudió solo, sin ningún miembro de la Generalitat, y en el que el fugitivo estuvo acompañado por su inseparable amigo Josep María Matamala y dos miembros de su equipo de abogados en Bélgica. Según estas fuentes, el ex presidente está muy fuerte tras los buenos resultados electorales de JxCat, con ocho diputados en el Congreso, liderados por su nueva «delfina», la diputada Laura Borrás. Ello les convierte en un paladín del soberanismo frente a Esquerra Republicana, que ha perdido dos escaños. Por tanto, los planes de Puigdemont pasan por salvaguardar su inmunidad y dinamitar a su rival, ERC, que tendría muy difícil apoyar a Pedro Sánchez. «A nosotros, cuanto peor, mejor», le dijo el fugitivo a Torra en esta última reunión, en la que también se pactó un mensaje para la ANC y Òmnium para que, junto a la CUP, se exprese un rotundo rechazo a la investidura de Sánchez y una enorme presión a Esquerra. «A ver cómo se lo explican a sus bases», advierten los neoconvergentes.

Así las cosas, en el entorno de Puigdemont insisten en que, hoy por hoy, su rechazo es total a la investidura de Pedro Sánchez y su objetivo liderar el independentismo frente a ERC. Que si obtiene su inmunidad parlamentaria no descarta encabezar una lista autonómica, y que su sucesor, Quim Torra, piensa inmolarse tras la inhabilitación que se le avecina. En el PDeCAT, sumido en una auténtica ebullición, nadie duda que la mujer fuerte será sin duda ahora la diputada en el Congreso Laura Borrás. Una radical soberanista, pero con mejores tablas e imagen que Gabriel Rufián, a quien dentro de ERC le llueven las críticas. Borrás tiene hilo directo con Puigdemont, con quien despacha a diario, ha obtenido un estupendo resultado electoral y articula con Miriam Nogueras lo que se denomina el dúo de mujeres soberanistas en el Congreso. Laura Borrás ha sustituido por completo a quien fue la «zarina» del independentismo, Elsa Artadi, hoy totalmente eclipsada en el Ayuntamiento de Barcelona.

Han pasado ya dos años desde aquel 30 de octubre en que Carles Puigdemont cruzaba la frontera española con destino a Bélgica y fijaba su residencia en una lujosa mansión de Waterloo. En este tiempo, el ex presidente fugitivo ha seguido moviendo los hilos de la política catalana manejando a su sucesor, Quim Torra, como un títere, en medio de un PDeCAT profundamente dividido en aras de la nueva marca, JxCat, y un mensaje radical con su «brazo armado» callejero de la ANC. Ha logrado ser eurodiputado lanzando todo un desafío al Estado español bajo una campaña de ataques sin precedentes. Y no piensa tirar la toalla. Tras salir en libertad sin fianza de los tribunales belgas, aplazada su vista por la eurooroden del juez Pablo Llarena hasta mediados de diciembre, se mantiene eufórico: «Aquí estoy, vivito y coleando». Es la frase que les reitera día a día a los periodistas y algunos grupos de radicales que le acechan en su refugio belga.

En su círculo más íntimo insisten en que maneja todos los hilos de la política catalana y que Torra, a sus órdenes, está por completo de salida. Es más, sería su profundo deseo para acabar como gran mártir de la causa. En la Generalitat se da por amortizado al actual presidente y nadie sabe cómo acabará el pulso entre la dirección de ERC, ahora liderada por el vicepresidente del Govern, Pere Aragonés, que es partidario de un diálogo con Madrid, y otros sectores plenamente contrarios.

En los últimos días, varias organizaciones de base de Esquerra han mantenido reuniones asamblearias en contra de la investidura de Pedro Sánchez si no se pactan previamente las condiciones de un referéndum de autodeterminación y las pistas de salida a una nueva DUI (Declaración Unilateral de Independencia).

En este escenario de gran presión, el fugitivo Puigdemont opina que es «inimaginable» que algún diputado independentista haga honor a su nombre traicionando a sus electores: es decir, al derecho a la autodeterminación y a una mesa bilateral de negociación sin condiciones. De igual a igual, algo que choca frontalmente con la Constitución. Estas exigencias, pactadas entre Puigdemont y Torra en Waterloo, complican el plan de investidura de Pedro Sánchez y ponen en la picota, una vez más, al mundo soberanista.

Para colmo, los dos nuevos diputados de la CUP, la formación radical antisistema que ahora se estrenan en el Congreso, anuncian una Plataforma de reivindicación separatista con manifestación diaria en el hemiciclo. Eso sí, sin renunciar a sus jugosos sueldos que comenzarán a cobrar ese mismo mes. Un ejercicio de hipocresía y cinismo sin precedentes. La diputada Mireia Vehí, sin rubor, ya ha empezado a exigir una nueva decoración en su despacho ubicado en el edificio de los grupos parlamentarios. Incluso siendo de la CUP, qué bien se vive en Madrid.