España
El doble engaño de “Josu Ternera” a los socialistas
ETA utilizó los atentados de Zaragoza y la T-4 para forzar a los Gobiernos de turno a negociar
Corrían los primeros días de diciembre y un grupo de periodistas nos reunimos a cenar con el entonces delegado del Gobierno en el País Vasco, Julen Elgorriaga. Durante la conversación, escribió en una servilleta una serie de puntos que abordaban en las negociaciones que en esos momentos mantenía el Gobierno socialista con ETA en Argel.
La impresión era que las cosas “iban bien” (señaló con una cruz los puntos más conflictivos, entre los que estaba el futuro de los presos) pero parecía optimista. ETA, como pasó con el atentado contra el aparcamiento de la T-4 en el aeropuerto de Madrid, les estaba engañando. José Antonio Urruticoeecha, “Josu Ternera”, formaba parte de la “dirección” de la banda y era, por lo tanto, uno de los que decidía “la línea” de atentados que debían cometer los “comandos”.
La siguiente vez que vi a Julen, pocos días después, fue en la capilla ardiente de las once personas, seis de ellas menores, asesinadas en el brutal atentado contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. Nos miramos y me hizo, creo recordar, un gesto de incredulidad y, sobre todo, de dolor.
Elgorriaga era un hombre totalmente implicado en la lucha antiterrorista, al que le había tocado participar en las negociaciones de Argel en función de su cargo (los etarras querían a alguien que representara al Gobierno, aunque después subieron el listón).
Les habían engañado. Henri Parot, el jefe del “comando” que perpetró la masacre, declaró a la Guardia Civil que la acción criminal buscaba, ante todo, presionar al Gobierno en las citadas negociaciones. Detrás de esta siniestra estrategia estaba, entre otros, “Ternera”.
Con el paso del tiempo, se volvió a repetir el engaño y con los mismos actores: un Gobierno socialista, presidido por Zapatero, y ETA. El Ejecutivo estaba convencido de que las conversaciones iban por buen camino y la banda perpetró el salvaje atentado contra un aparcamiento de la Terminal 4 de Barajas, con el resultado de dos personas muertas.
“Ternera” participaba en esas nuevas negociaciones, después de haber huido de la Justicia que le reclamaba por el atentado de Zaragoza. Es verdad que fue desplazado por el sector más “duro”, si es que en la banda se podía hablar de duros y blandos. De nuevo la estrategia de cometer un gran atentado para flexibilizar las posiciones del Ejecutivo.
Negociar con ETA (derrotada operativamente por las Fuerzas de Seguridad), con su entramado o con los que ahora se visten con la piel de cordero, es siempre complicado y hay que tener mucho cuidado si se pacta algo con ellos. Ahora no tienen la capacidad de matar y destruir, pero sí la de movilizar y causar muchos “dolores de cabeza” a sus interlocutores.
Ya lo dijo ayer en el hemiciclo del Congreso el diputado de Bildu Oscar Matute, parafraseando un lema de la guerra civil española: “no pasarán”. No pudo ser más tajante y claro.
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