Partidos Políticos

Génova prepara el «asalto» al PP vasco

En Madrid ambicionan abrir una nueva etapa sostenida en un perfil del «alma dura», como el de Fanjul o Arcauz. El moderado Sémper deja la política

El PP vasco está en la mira de Génova. Pablo Casado mantiene una posición de convivencia amable, dentro de la corrección política, que se han saltado otros de sus colaboradores más próximos, como la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo. Pero en el núcleo de la dirección popular creen que conviene abrir una nueva etapa en la organización regional que tenga como referente el perfil de Beatriz Fanjul, recién aterrizada en el Congreso como diputada por Vizcaya. Otro «delfín», más ortodoxo, es Íñigo Arcauz, del PP de Guipúzcoa. Fanjul es representante del discurso más contundente, de la etiquetada como «ala dura», en sintonía con los «barones» de la cuerda de Pablo Casado y, sobre todo, en sintonía con la «número tres» en el partido, la portavoz parlamentaria.

Génova cree que en la organización regional vasca conviene un cambio de aires, abrir una nueva etapa igual que hicieron en Cataluña con la designación de Alejandro Fernández como presidente del partido en sustitución de Xavier García Albiol. Está por ver si conseguirán imponer este relevo en la estructura regional vasca, pero ya han ido aprovechando las posibilidades que han tenido a su alcance para colocar a fieles en puestos de relieve. Alfonso Alonso es uno de los pocos barones «marianistas» o «sorayistas» –apostó por la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en el proceso sucesorio– que ha conseguido sobrevivir a la nueva etapa. Si bien es el «peón» más débil por sus resultados electorales y porque no tiene mando en plaza, a diferencia de otros representantes de la línea moderada y continuista con la etapa de Rajoy, como el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, o el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno.

Ayer se oficializó la decisión del presidente del PP de Guipúzcoa, Borja Sémper, de abandonar la política por motivos personales, como él explicó en una comparecencia pública, aunque de trasfondo también quedó constancia de su distanciamiento con la línea oficial del PP y con los parámetros de confrontación y bronca en los que se mueve la política en la actualidad.

Casado tiene todavía que jugar la partida de culminar la renovación territorial en los congresos regionales y provinciales que el largo proceso electoral ha ido retrasando. Según los Estatutos, primero debe celebrarse el Congreso Nacional, y a continuación los demás. Precisamente las candidaturas electorales, las generales, autonómicas y municipales, ya le ofrecieron la oportunidad de ir ajustando el poder orgánico a la nueva etapa, pero ahora falta este último «impulso» territorial. El último cónclave nacional fue el de la sucesión, en julio de 2018, cuando se decidió el relevo de Mariano Rajoy.

En el caso vasco la nueva dirección popular impuso a sus candidatos para el 10-N frente a las recomendaciones de Alonso. Así, en Vizcaya y Guipúzcoa volvieron a encabezar las listas Beatriz Fanjul e Íñigo Arcauz. Como dicen en el partido vasco, dos «sangilistas reconocidos», en alusión a la ex presidenta María San Gil. Están también en la línea, por tanto, del ex ministro del Interior Jaime Mayor Oreja y del PP vasco identificado con Aznar.

Génova también impulsó como «número uno» por Álava a Marimar Blanco, hermana de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua asesinado por ETA en 1997. Alonso y quien ayer anunció la marcha de la política, Sémper, representan un alma antagónica con la de los partidarios de San Gil. Por tanto, en esas candidaturas Casado ya potenció en las listas a dirigentes que desentonaban con la voluntad de la dirección regional representada por Alonso, Sémper o Iñaki Oyarzábal, presidente del partido en Álava.

Una prueba de ello fue la contestación a la designación de la dirigente de Nuevas Generaciones Beatriz Fanjul como candidata que se dejó sentir en el PP de Vizcaya. Pero ella representa mejor que nadie el cambio que busca el PP nacional para el País Vasco. Casado también es amigo personal de Arcauz, el elegido por Guipúzcoa, y a quien hay quienes ven como futuro candidato para ocupar el puesto de Alonso y hacerse con el control del PP regional. Arcauz, por cierto, no ha escondido nunca su enfrentamiento con Sémper.

Otro ejemplo de cómo Casado ha ido aprovechando las posibilidades que tenía para amoldar el PP vasco a su imagen es la negativa a asumir la apuesta de Alonso por el veterano Javier de Andrés como sustituto de Javier Maroto en la lista de Álava. Génova blindó la candidatura de Marimar Blanco, a sabiendas de que su simbolismo en la lucha contra el terrorismo desactivaba por completo cualquier posición crítica dentro de la organización regional.

Sémper agradeció ayer a Casado y a su partido su generosidad para aceptar su decisión de dejar todos sus cargos para pasar a la actividad privada y trabajar en una consultora en Madrid, donde reside su familia. La renuncia la hará efectiva en las próximas dos semanas.

En una comparecencia defendió que un partido político no es una secta y también abogó por la moderación, con la que cree que debe seguir identificándose el PP. Lleva 26 años de militancia en el PP vasco, que deja siendo portavoz en la Cámara vasca y concejal en el Ayuntamiento de San Sebastián.