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Miedo al coronavirus entre los teleoperadores

«Si nuestra empresa, que se dedica al telemarketing, no puede hacer teletrabajo, ¿cuál podría?»

Puestos de trabajo en instalaciones de Atento en Madrid, el pasado viernes, antes de que se procediera a su desinfección
Puestos de trabajo en instalaciones de Atento en Madrid, el pasado viernes, antes de que se procediera a su desinfecciónLa Razón

En tiempos de confinamiento, cientos de personas están obligadas a desplazarse para vender productos vía telefónica, exponiéndose al contagio y exponiendo a su vez a los demás. Son los teleoperadores, que llevan días denunciando su situación y que han conseguido como mejora aumentar la distancia entre unos y otros al menos al metro recomendado, lo que obliga a dejar un puesto libre entre cada dos. Han sido de los primeros en poner el grito en el cielo ya que, por sus especiales condiciones laborales, son de las personas más abocadas a la infección, pues comparten puestos de trabajo rotatorios y material indispensable, como el micrófono de sus auriculares.

En su gran mayoría contratados por ETT, sus empresas –Konecta, Atento, Unísono, entre otras– prestan servicio a entidades bancarias, telefónicas y eléctricas, pero también a la administración (la de la renta es una de sus campañas más importantes), un trabajo de telemarketing que sus empleados consideran que podrían hacer desde sus casas y que de hecho algunos han comenzado a realizar ya. En algún caso incluso se están impartiendo cursos online para que sea posible. En lo que respecta a Unísono, fuentes de la compañía señalan a este periódico que «la fórmula implantada en nuestros equipos es el teletrabajo».

Los comités de empresa y secciones sindicales han denunciado una situación que consideran de riesgo. En Atento, según fuentes de delegados del contact center del sindicato USO, ha habido casos de empleados que se han ido «con síntomas», sospechas que no se consideran confirmadas hasta que no haya un parte médico, «y eso tarda ante la avalancha que hay».

En las instalaciones de la empresa en la calle Santiago de Compostela de Madrid, el primer día laborable tras el estado de alarma se presentó la Policía Municipal en dos ocasiones, la segunda para una inspección en profundidad tras la que se conminó a la compañía a que hubiera como mínimo un metro de separación entre los trabajadores –hay allí aproximadamente 500 en plantilla–. Se pidió una moratoria de dos horas pero la orden fue tajante: tenía que ser «ya». Se acometió pues una selección de personal aleatoria y sobre la marcha, ya que no había tiempo para otra cosa. Y se cerraron las salas de descanso.

Comenzó desde entonces a cuentagotas el teletrabajo, una posibilidad, «aunque todavía no una realidad», en la que pesa el hecho de que a algunos de los clientes «les cuesta aceptar que desde domicilios particulares se pueda acceder a informaciones sensibles», según las mismas fuentes. Otros, en cambio, han aportado el software necesario para hacerlo posible.

Pero los que continúan siguen «desbordados de trabajo», es «un no parar de atender llamadas», aunque en otros servicios ya no trabaja nadie o se encuentran bajo mínimos, por lo que se ha decidido llevar a cabo un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). En conjunto, el grupo acaba de anunciar esta medida en sus cinco sociedades, donde trabajan unas 10.000 personas.

«Héroes» y «cazafantasmas»

Otros «héroes» de esta historia «son las señoras y el señor de la limpieza, con mascarillas y guantes sufragados de su bolsillo», nos cuenta un delegado sindical, una tarea que ha sido completada por parte de personal especializado que lleva a cabo desinfecciones para erradicar la presencia de posibles virus. «A estos trabajadores les llamamos los “cazafantasmas”, hacen la limpieza en profundidad y hasta tres horas después de que se ha terminado no dejan que nadie acceda a la zona o zonas que han tratado. De momento ha habido tres de esas desinfecciones más intensivas» en Atento.

Entre los que siguen en su puesto, el miedo es cotidiano. «Trabajo en un call center y somos en mi plataforma 3.000 personas, aunque desde el martes que fue la policía y desalojó por no cumplir los requisitos mínimos de seguridad, ya somos menos», señala una empleada que ha estado una semana en casa y acaba de reincorporarse. De ellos, 600 han sido afectados por un ERTE. Hay además 500 personas de baja y 150 a las que se ha dado la oportunidad de trabajar desde sus domicilios. «Al resto nos toca ir allí a trabajar, a una sala con ventanas que no se pueden abrir, con la distancia de un puesto vacío entre unos y otros lateralmente; delante con separación de una mampara y con los de atrás poca, pues estamos sentados en diagonal», denuncia.

«Si nuestra empresa, que se dedica al telemarketing, no puede hacer teletrabajo, ¿cuál de todas podría?», se pregunta esta mujer, que ha subido su testimonio a Youtube. «¿De qué me vale haber estado una semana confinada en mi casa si ahora me tengo que exponer junto a mis compañeros a que simplemente una persona esté infectada y nos afecte a todos?», es su voz de alarma.

La preocupación es tal que un grupo de FacebookStop Coronavirus Contact Center España– creado el 14 de marzo lleva ya 5.500 miembros con una actividad constante. Uno de sus últimos comentarios refleja la inquietud que impera en el sector. «Se oye que un par de compañeras están ingresadas... el número total de contagios ya no sé si son 2, 3, 4, 5 o más... sigue el mutismo en la empresa y nos vamos enterando del boca a boca entre los compañeros... pero está claro que va a ir en aumento... ¡ánimo a todos!».

La inquietud por el material de trabajo está también presente. «Hoy nos han hecho guardar los cascos en bolsitas con nuestro nombre al plegar para que no se compartan... ¿ahora? Lo tendrían que haber hecho desde el principio... pero más vale tarde que nunca».

Cascos de trabajo, material imprescindible
Cascos de trabajo, material imprescindiblecedida

Otro testimonio es de una mujer que colaboró durante unos días la semana pasada en la sede de Konecta en Alcobendas, precisamente para una campaña de información sobre el Covid-19. «Allí había muchísima gente, y no se guardaba la distancia de seguridad; gel desinfectante, pero poco más. A los que vinieron al día siguiente les dieron una pequeña formación, de pie, apelotonados, que les tuvo que decir alguien que se separaran un poco». Habla de ochenta personas trabajando «en la misma plataforma», de los que algunos «habían recibido la formación de veinte en veinte».

Según su relato, el lunes [día 15] «ya hacían entrar en fila, de uno en uno, te mandaban a que te desinfectaras y te colocabas en tu puesto, uno sí y otro no; las almohadillas de los cascos eran para cada uno, pero se seguían compartiendo los auriculares». En el caso de Atento, desde USO se asegura que cuentan con «unos cascos que ya son los nuestros, personales de cada uno».

La misma mujer expresa una queja muy común: «Lo que no se entiende es por qué este trabajo, el típico de poder hacerse desde casa, no se hace así. Es sencillo, un teléfono, un ordenador». En su opinión, «las empresas no quieren mandar a teletrabajar salvo que sus clientes pongan los medios; entonces se les manda rápido, pero si les cuesta dinero no, solo si es a costa de los trabajadores. Con la salud de la gente no se puede jugar».

Son días activos de denuncia en redes sociales con el hashtag #StopCoronavirusContactCenter o #SOSteleoperadores.