España

Anguita, un comunista como los de antes

Fue incorruptible en sus ideas y, por supuesto, en su manera de vivir y de entender la política

Ha muerto uno de los pocos comunistas que se lo vio venir: el gran pacto entre la vieja oligarquía y el PSOE, que, en realidad, es el cemento de la Transición. Y, por supuesto, se opuso y protestó, pero no desde la puerilidad de quienes ahora hablan de legitimidades franquistas, sino desde quien comprendió que aquello suponía el final de las aspiraciones del PCE a tener un papel determinante en los destinos de España. Nunca se llevó bien con Santiago Carrillo, reconvertido del estalinismo al posibilismo, pero, quizás, fue porque no supo de primera mano que Felipe González estaba dispuesto a aceptar que los comunistas se quedaran en la ilegalidad. Como en los Estados Unidos, vaya. Todavía resuena aquel «prefiero morir apuñalado en el metro de Nueva York a vivir en Moscú» que era toda una declaración de intenciones del líder socialista, el mismo que renunció al marxismo y vació los atractivos del poder, las filas comunistas, con los jóvenes de las guardias rojas –¿queda algún maoísta?– reconvertidos en funcionarios de uno de los estados más burgueses y alineados con el capitalismo internacional que ha conocido Europa. Julio Anguita tuvo honradez intelectual y fue consecuente, lo que no significa que tuviera razón. Consiguió reagrupar a los restos dispersos del marxismo en torno al PCE, pero bajo las siglas de Izquierda Unida, sabedor de que el comunismo, así en frío, había perdido hasta el glamour. Fue incorruptible en sus ideas y, por supuesto, en su manera de vivir y de entender la política. Para él, en una orilla estaban ellos, la izquierda de verdad, y en la otra todos los demás, con la socialdemocracia a la cabeza. Y era un estratega inteligente. Si Izquierda Unida apenas se mantuvo viva en el feroz bipartidismo, la crisis de 2008, la catástrofe social, abrió una nueva oportunidad. Anguita fue la inspiración y el redactor del manual de instrucciones de Podemos. Y esa vez, casi lo consigue: matar al PSOE.