Política
¿Estaremos a tiempo?
La actual crisis requiere de un pacto entre los tres principales partidos para alumbrar un Gobierno de técnicos capaces y preparados
Cuando se formula un interrogante amplio lo primero que hay que hacer es concretar el contenido de la pregunta. Voy a ello. Se trata de preguntar, nada menos que ¿Estará a tiempo el pueblo español de encauzar su vida en normalidad democrática? ¿Estará a tiempo el pueblo español para volver al pacífico y fructuoso transcurrir de los años de las últimas décadas del siglo XX y de la primera del siglo XXI? ¿Estará a tiempo de reaccionar más eficazmente contra el COVID-19, que le está atacando y mermando? Y explico el primer interrogante, que podría inducir a alguien a interrogarme a su vez a mí, si es que no estamos en normalidad democrática. Ahí va mi respuesta: Con el Parlamento sustituido por Reales Decretos-Leyes, aunque después se sometan a convalidación. Con “plenos” de la Cámara reducidos a solo representantes o portavoces, no hay una plena normalidad democrática, en el más amplio sentido de la palabra. Al menos así es cómo yo formulo la pregunta.
Y, antes de proseguir, presento mis credenciales: El 22 de Julio de 1936 –a mis ocho años- tuve enfrente un pelotón de fusilamiento, formado por milicianos, que entendían que éramos una familia –mi madre, unos tíos y mis hermanos- que merecíamos la muerte “para que no quedara semilla”. Salvados por otro miliciano, más informado o mejor intencionado, he vivido la guerra civil, el régimen autoritario del General Franco, la transición y lo que llevamos de Estado social y democrático de Derecho. Hasta años después de mi jubilación como Juez, no he intervenido en partidos políticos, porque, cuando estaba en activo lo tenía prohibido, y, después, no estaba animado a una actividad política directa.
Vuelvo al tema de estas líneas, que son una reflexión en alta voz.
Entiendo que una gran mayoría del pueblo español está anhelando tener un Gobierno eficiente y decidido a terminar con los grandes problemas que pesan hoy sobre España: Sintetizo. En primer lugar, por supuesto, vencer la pandemia del COVID-19 y volver, cuanto, antes y en cuanto sea posible, a la normalidad, a la de la actividad de nuestra vida personal y familiar, a la de nuestra producción y de nuestro comercio. Después, a solucionar los graves problemas políticos preexistentes a la pandemia y que ésta ha silenciado. El primero, y muy grave, la tendencia separatista de Cataluña, la inmigración ilegal, el desempleo que la misma pandemia va dejar como consecuencia, el empobrecimiento que esa misma causa ya está originando, y los eettcc que cada uno quiera añadir.
Y ese Gobierno tiene que ser mucho más técnico que político. Quiero decir tiene que dejar en el portal de cada uno de sus Ministerios su tendencia política, para pensar sólo en España, en los españoles y en su futuro, más o menos inmediato. Desde quien lo presida, hasta el titular del Ministerio que pueda entenderse menos transcendente, si cabe hacer esta valoración.
¿Cómo lograrlo? Hay una fórmula democrática de hacerlo, y hay un camino para llegar a ella.
El camino consistiría en que los dos máximos dirigentes de los partidos segundo y tercero en representación parlamentaria, pusieran a España y a los españoles por encima de todo. Y olvidando, por duro y difícil que sea, actitudes, conductas y palabras anteriores, unidos por el interés de España, ofrecieran al dirigente del partido que tiene la mayor representación parlamentaria sus votos para, en primer lugar, presentar ante el Parlamento una moción de confianza, (este es el camino) y, ganada ésta, nombrar un Gobierno, reducido en sus miembros, formado por personas de reconocida valía en orden a solucionar esos graves problemas que arriba han quedado enunciados, y para encauzar el resto de la vida de la nación y de sus ciudadanos.
Con una Vicepresidencia ejercida por quien, aunque no formara parte de ningún partido, casi hubiera que rogarle que aceptara responsabilidades políticas porque nunca hubiera tenido apetencias de poder, y que aceptara el cargo para servir a España. Bajo cuya dirección quedaran los Ministerios de influencia directa en aquellos problemas. Y que, para ser sus titulares, por los tres líderes de aquellos tres partidos se buscaran personas capaces y preparadas.
Cauces democráticos, vías democráticas, pero para dar paso a los técnicos que sustituyan a los políticos que no estén preparados técnicamente.
Para llegar a ese acuerdo habría que pedir a los tres dirigentes respectivos de esos partidos que olvidaran aquello en lo que pudiera ser deteriorada su figura, tanto en el campo personal como político. Olvidarse de lo negativo y pensar en cuánto de positivo podría acarrearles. Se me ocurre, muy pobre y aceleradamente, lo que sigue:
A VOX romper ese injusto “cordón sanitario” que en determinadas áreas políticas se le viene imponiendo. Dejar absolutamente injustificada cualquier imputación de “extremismo”. Poner los cinco millones de votos obtenidos y sus cincuenta y dos Diputados al servicio de un ideal democrático y eficaz al servicio del futuro de España. Preferir una España del color que sea, antes que una España rota.
Al PP, comienzo por lo último ofrecido a VOX. Que se sepa y se viva que, antes de ver a España rota y sometida a exigencias y prácticas inconstitucionales, también pone todo su poder político al servicio de la reconstrucción de España y del progreso de los españoles, apoyando a un Partido y a un Presidente, siempre rivales, a cambio de que éste y quienes desde su propio Partido le apoyan, reconduzcan su conducta política pensando también, antes que nada, en España y los españoles.
Al PSOE y a su Secretario General y Presidente del Gobierno, se le ofrece la ocasión de reconsiderar cuál es su situación actual. Consciente de que los pactos que se vio sometido a aceptar para conservar la Presidencia del Gobierno, le han llevado, por poner un solo ejemplo, a proponer a Su Majestad el Rey y, después, a refrendar, un Real Decreto, el 2/2020, contradictorio en sus propios términos y contrario a textos normativos de rango legal. También de que algunas de las medidas adoptadas con ocasión o bajo el amparo del estado de alarma para combatir el COVID-19, pueden haberle llevado a los límites del ilícito penal. Errar es humano, pero rectificar es de sabios. Se le está pidiendo que, por España y por su propio Partido, conservando la Presidencia del Gobierno, deje actuar a quienes puedan estar mejor preparados técnicamente, y se pongan al servicio de España y de su futuro, y que sean capaces de hacerlo más por patriotismo que por intereses, aunque éstos pudieran ser legítimos.
Y que pasen a ser oposición quienes han llevado al Presidente del Gobierno de España a aquellos errores, quienes pretenden bolchevizar a España, y quienes pretenden romper su unidad. En este Estado social democrático y de derecho, configurado por nuestra Constitución, quienes pretenden tales fines, deben ser oposición.
Al llegar aquí, podría asumir la fácil fórmula de “y en éstas me desperté”. O sea, pensar que todo esto es un sueño irrealizable. Opino que esa postura supone valorar muy desfavorablemente a nuestra clase política y a los españoles.
Yo quiero creer en todos.
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