Empresas

Gonzálo Sánchez, presidente de PWC España: “Hacen falta pactos transparentes y estables”

Cree que la sociedad civil aporta sensatez a la política y defiende que de esta crisis solo se puede salir «creando empleo», y que para ello hay que apoyar con medidas fiscales y laborales a las empresas.

Gonzalo Sánchez, presidente de PWC.
Gonzalo Sánchez, presidente de PWC.Cristina BejaranoLa Razón

Dirige una de las principales compañías de auditoría entre las empresas cotizadas y ha mejorado su posición en todas sus líneas de negocio. Tiene un recetario de medidas para la incertidumbre que deja el virus. Cree que la sociedad civil aporta sensatez a la política y defiende que de esta crisis solo se puede salir «creando empleo», y que para ello hay que apoyar con medidas fiscales y laborales a las empresas.

Realismo ante la situación a la que se enfrenta España. «Nos costará, pero si hacemos las cosas bien, saldremos de ésta». Todo debe ir al servicio de la creación de empleo. Y la política tiene que ayudar porque no están las cosas «como para separarse».

–¿Qué nos vamos a encontrar en la economía al terminar la desescalada?

–Hay que asumir que estamos en un momento de incertidumbre muy grande porque no sabemos cuál va a ser el efecto final de lo que está pasando. Creo que lo único claro es que la economía española tendrá que afrontar una recesión en los próximos meses, y que va a ser larga. El deterioro económico será importante y la recuperación más lenta y compleja de lo que preveíamos en el inicio del proceso. La economía se mueve por ciclos, y es evidente que los ciclos cada vez duran menos tiempo, bien por una crisis financiera, porque nos llega una pandemia o por cualquier otra causa sobrevenida. Por eso tenemos que dotarnos de modelos más sólidos y sostenibles para resistir a estos ciclos. Y bueno, pensemos que las crisis son siempre una oportunidad para fortalecernos si hacemos las cosas bien.

–¿Pero cómo podemos fortalecernos bajo la presión de una crisis tan grave?

–Siempre hay cambios estructurales que nunca se afrontan cuando las cosas van bien, y ahora puede ser el momento.

–El Banco de España ha empeorado sus previsiones y pronostica una contracción muy severa del PIB. ¿Puede incluso estar quedándose corto?

–El documento del Banco de España me parece una muy buena reflexión porque las perspectivas que dan son duras, pero bastante sensatas. Apunta a una horquilla de decrecimiento entre el 9,5% y el 12,4% por ciento. Es un escenario bastante realista y yo creo que hay que asumirlo y ponerse a trabajar para salir de él lo antes posible. Si nos quedamos en el lamento, en vez de empezar a hacer cosas, mal vamos.

–¿Qué «cosas» se tienen que hacer?

–Seguimos en un proceso en el que todavía estamos asumiendo la crisis sanitaria. Ahora nos viene la económica y las medidas estructurales no han empezado a implementarse. Hay que hacerlo teniendo en cuenta que lo que se ha caído es el tejido empresarial y que la única forma de salir de una crisis como ésta es ayudando a generar empleo.

–Además del turismo, ¿qué otros sectores usted cree que se verán más perjudicados?

–El sector servicios, sin duda, porque es el que más paralizado ha estado, mientras que el resto de sectores ha podido aguantar más a ralentí. En PwC España tenemos un Área de Estrategia (S&) y los informes que ya manejamos nos están señalando que el sector del automóvil también va a sufrir mucho, no sólo por los problemas de suministros, sino también por la caída de la demanda. Y lo mismo ocurre con el consumo minorista y el de los componentes industriales. En cualquier caso, España es un país que sufrirá más que otros porque en nuestro PIB el sector turístico y el de servicios tienen un peso fundamental.

–¿Por eso seremos el país de la UE que peor parado salgamos?

–España entró en esta crisis con unas cifras de crecimiento buenas, incluso superiores a la media. Pero también teníamos una cifra de paro que ya era alta. Y esta situación, lamentablemente, nos va a dejar mucho más paro, y por nuestra estructura de país seremos la primera o la segunda economía con mayor caída del PIB, junto con Italia. Estamos ante esta realidad, pero yo también creo que España tiene muchas capacidades y muy buenos equipos de gestión, por lo que, si hacemos las cosas bien, nos costará, pero saldremos de ésta. Sólo hay que ver cómo con 50 millones de habitantes tenemos empresas internacionales líderes, en primera línea mundial.

–Le preguntaba antes por las medidas necesarias para salir de «ésta», como dice usted.

–La maquinaria productiva no está totalmente parada, salvo el sector turístico y de servicios, porque lo que ha caído es el consumo. Pero para que empiece a andar con normalidad lo primero que tenemos que entender todos es que hay que asumir unos mínimos riesgos. El virus va a estar ahí un tiempo, y yo creo que puede ser más resistente que la economía. Por eso hay que asumir unos mínimos riesgos, como siempre se ha hecho en el pasado para recuperar la normalidad y los hábitos de consumo y de vida. También creo que es un buen momento para apostar por un marco fiscal, empresarial y económico correcto, que atraiga inversión y genere empleo.

–¿La subida de impuestos a las rentas más altas entra en ese «marco fiscal correcto»?

–Tendemos a confundir subida de impuestos con una mayor recaudación. Pero puedes aumentar los ingresos fiscales sin necesidad obligatoria de subir los impuestos. Hacen falta programas para aumentar las bases imponibles, y así aumentar la recaudación, porque subir impuestos sirve de muy poco si se reduce la base económica. Si tienes una base económica muy pequeña, por mucho que subas los impuestos recaudas menos. Por eso también es un buen momento para abordar otras cuestiones como el fraude fiscal, en lo que España todavía tiene mucha capacidad de mejora. Por ejemplo, en el Parlamento danés han hecho un informe en el que se pone de manifiesto que las empresas auditadas cumplen mejor sus obligaciones tributarias. En España hay unos límites establecidos por tamaño para auditar, pero si se eliminan o corrigen esos límites habrá menos espacio para el fraude.

–¿Entiendo que no considera una buena decisión subir ahora los impuestos a las rentas más altas?

–En estos momentos no sería una buena decisión.

–¿España puede aguantar que la deuda se vaya al 120-130 por ciento del PIB sin un «rescate» europeo?

–La negociación europea está abierta y hay que esperar a ver qué pasa, pero los países con mucha deuda están siempre al filo de la navaja porque si tienes mucha deuda, como te suban los tipos tienes un grave problema. Ahora podemos permitirnos la deuda tan alta que acumulamos porque los tipos están bajos. Además, los países que tienen una deuda muy alta siempre crecen muy poco, y el crecimiento supone generación de empleo y estamos diciendo que para salir de esta crisis hará falta crear empleo. Por tanto, a su pregunta: se puede tener mucha deuda si no hay más remedio, pero hay que acompañarla de un programa sólido de priorización del gasto y de control del déficit porque hay que devolverla. Una cosa es que España pueda seguir endeudándose, y otra, es cómo va a repagar esa deuda para no dejar un problema insostenible a las demás generaciones.

–¿El Gobierno de coalición tiene ese programa?

–El programa del Gobierno se hizo para una situación que nada tiene que ver con la que vivimos hoy. Estamos en un entorno completamente distinto y hay que revisar no solo el plan económico sino todos los proyectos de gestión y estratégicos porque la situación nos ha cambiado a todos. Hay que ir jugando con las políticas de gasto y de ingresos y atraer nuevas inversiones.

–¿Será necesario nacionalizar empresas?

–Hay muchos mecanismos para ayudar al sector empresarial y este tipo de salidas deben ser la última opción. Antes de llegar a esto tienes que haber intentado muchas cosas y ahora mismo nuestra gran ventaja es que hay muchísima liquidez en el mercado. Hoy no estamos como en 2008, cuando la crisis financiera provocó un gran problema de liquidez. Ahora, si somos capaces de tener programas buenos de atracción de inversiones, hay muchos flujos económicos en el mundo para poder capitalizar las empresas españolas porque, como he dicho antes, son muy buenas. Hay que buscar otras formas de financiación y la nacionalización tiene que ser la última vía y no la primera.

–Pero hay quien apunta que también el sector financiero puede verse afectado por impagos y acumulación de deudas, ¿no?

–El sector financiero es necesario para salir de esta crisis y hay que darle la importancia que tiene, que es muchísima, porque sin él no hay economía. Hay que escucharlo y mantenerlo fuerte. Esta crisis nos pilla en un momento muy bueno porque los bancos han hecho los deberes en los últimos años y creo que van a tener músculo para salir de esta situación. Sufrirán, porque es muy difícil no hacerlo en una emergencia como ésta y que no sufras algún tipo de impacto, pero los bancos españoles podrán superar esta situación sin problema y hay que aprovechar la potencia que tienen. Todos debemos entender que son necesarios y que forman parte de la solución.

–¿Cómo puede apoyar el Gobierno al sector privado?

–Hay muchas medidas que se pueden ir adoptando, pero lo principal es tener claro que hay que ayudar a las empresas. El tejido empresarial ha sufrido una paralización y un impacto brutal porque llevamos casi dos meses y medio parados y va a haber, además, una importante ralentización del consumo. Por eso hay que impulsar todo tipo de reformas que sostengan al tejido empresarial, ya sean fiscales, laborales o de cualquier ámbito. Pueden ser líneas de liquidez sin recurso o reducción de entradas administrativas para crear empleo, por poner algunos ejemplos. Y la fiscalidad es también fundamental.

–El pacto que la pasada semana selló el Gobierno con Bildu para afrontar una derogación íntegra de la reforma laboral del PP, y que luego el propio Gobierno rectificó, ¿se queda en ruido político o tiene realmente impacto en las empresas?

–Se rectificó rápidamente, y algo que se rectifica con tanta celeridad es porque su base no es correcta. De hecho, duró dos horas. En materia de reforma laboral se necesita diálogo social o cualquier cambio nacerá muerto. Esto, como primera condición. Y sobre el acuerdo al que se refiere, creo que sí tiene un impacto malo hacia fuera de España porque al final en la Unión Europea están pendientes de lo que está pasando aquí y hay que tener mucho cuidado con ese tipo de anuncios o iniciativas. Nos jugamos mucho en Bruselas para salir de esta crisis, y la primera batalla está, precisamente, en las ayudas al empleo. Es evidente que la legislación laboral es fundamental para salir de esta situación porque el empleo es lo que más nos va a faltar, pero cualquier modificación o medida necesita de un diálogo social.

–¿Basta con los ERTES para sostener el empleo?

–El empleo lo crean las empresas. Hay que tener prestaciones por desempleo, pero lo más importante es ayudar a que las empresas puedan generarlo. España tiene que ser un país con 20 millones de ocupados o más para sostener el modelo de Estado de Bienestar que nos hemos dado. Los ERTES, que se apoyan, entiendo, en la reforma laboral anterior, han sido un vehículo que nos ha ayudado a aguantar el primer golpe, pero hay otras opciones que se pueden aplicar, como hacen otros países. En Alemania utilizan ERTES parciales para que la gente siga trabajando y no pare del todo. Yo creo que además de los ERTES hay que activar más medidas para facilitar que la gente pueda seguir trabajando: la flexibilización es fundamental y se facilita la contratación bajando cuotas sociales o apoyando a los autónomos con la eliminación de cuotas.

–Hablábamos antes de los sectores más perjudicados, ¿y los que pueden salir mejor parados?

–Esta crisis ha venido bien a sectores como el farmacéutico o el de alimentación. También a las energías y al sector tecnológico, que se ha demostrado que es muy necesario a futuro y que tendrá una capacidad de desarrollo muy alta en los próximos meses. Pero, en cualquier caso, es muy difícil decir que tú sales muy bien cuando al de al lado le va muy mal. Eso no es estar bien. La crisis, como siempre, pilla mejor a quien está financieramente más sólido.

–¿Y en su sector, las firmas de consultoría?

–La crisis nos afecta seguro, como prácticamente a todo el mundo, y no sólo en todas las cuestiones de logística, que estamos adaptando para cumplir con las medidas de seguridad. Nosotros ya teníamos muy implementado el teletrabajo, que funciona bien. Estamos en el sector servicios y necesitamos tener contacto con los clientes y estar en las empresas para poder generar una actividad, seguir generando proyectos y cartera. Confío en que poco a poco volvamos a esa actividad.

–¿Qué espera de la «nueva normalidad»?

–Que sea lo más normal y lo menos nueva posible.

–¿Volveremos a lo de antes?

–Yo quiero estar como estaba el pasado 5 de marzo, que recuerdo que fue jueves y después de trabajar en Madrid me fui a ver al Athletic a Granada, que jugaba la semifinal de la Copa del Rey. Quiero volver a esa normalidad. Una normalidad que nos permita a todos volver a nuestros trabajos, porque eso será clave también para una mejor y más rápida recuperación. Quiero poder trabajar y disfrutar de familia y amigos. Es evidente que vamos a cambiar muchas cosas, pero tampoco podemos volvernos locos intentando cambiarlo todo. Había muchas cosas que estaban muy bien y que podemos volver a tenerlas. Evidentemente nos vamos a tener que adaptar, y tendremos que tomar decisiones y medidas que no habíamos previsto porque nos viene una crisis muy grave. Pero tratemos de quedarnos con las cosas positivas y no lo cambiemos todo. Necesitamos una nueva normalidad que sea lo más normal posible. Y que todos podamos volver al trabajo es parte crítica de esa normalidad.

–¿Qué impresión le dejan los debates que escucha en el Congreso durante esta crisis?

–Yo he vivido en el País Vasco toda la vida y allí se han dado muy pocas mayorías parlamentarias y todo se ha hecho con acuerdos. La capacidad de llegar a acuerdos es buena en política, pero tiene que partir de la transparencia y de la estabilidad. En España deberíamos ser más conscientes de que tendemos a tener una peor imagen de nosotros de la que se tiene en el exterior, donde en general nuestra imagen es muy buena. No podemos permitirnos el lujo de que el Parlamento dañe, en determinadas circunstancias, esa imagen hacia fuera. Hay que tratar de demostrar que somos un país capaz de llegar a acuerdos con transparencia y que sean estables. En nuestra historia siempre fue muy importante el bipartidismo, pero ahora hay una fragmentación con la que hay que aprender a trabajar y a fomentar pactos.

–¿La imagen que da el Parlamento español ya nos está perjudicando?

–Tenemos a nuestro favor que ahora mismo fuera de España hay tales líos, y tanta incertidumbre, que todo el mundo está centrado en ver cómo salir de ésta, y hay poco tiempo para mirar al de al lado.

–¿Usted cree que existen mimbres en nuestra política para llegar a esos acuerdos transparentes que defiende?

–Si no los hay, los tendrán que buscar, o no podremos salir de esta crisis. No se puede estar celebrando elecciones todos los días ni pensando todos los días en elecciones, y menos en una situación como ésta. Ahora mismo necesitamos acuerdos para tener estabilidad y para evitar que se agraven los problemas.

–¿Primero deben empezar pactando los dos principales partidos?

–Es importante que todo el mundo entienda que por encima de la política está la economía. Todos tenemos que comer, tenemos hijos, tenemos que sacar a nuestras familias adelante, y vivimos sólo una vez. Con España decreciendo el 10 por ciento será imposible sobrevivir si no se impone la política del pacto.

–¿Qué puede aportar la sociedad civil a la política?

–Sentido común. Yo estoy en contacto con muchos sectores y con muchas empresas y estas semanas he podido comprobar que hay una impresionante motivación por ayudar y por colaborar. La gente quiere arrimar el hombro, y así lo hemos visto durante la crisis sanitaria. España tiene una sociedad civil que es ejemplar en el mundo por su rapidez y solidaridad.

–¿Le preocupa la crispación en la calle?

–Me preocupa, como a todo el mundo que ve lo que está pasando. Estamos superando una crisis sanitaria, pero se empieza a abrir una crisis social, y, luego, nos viene la crisis económica. Creo que hay riesgo de que aumente esta tensión social que empezamos a ver, y esto no ayuda a la estabilidad necesaria para enfrentarnos juntos a los problemas.

–¿Pediría más responsabilidad a los partidos que la alientan?

–La sociedad española es admirable, y mayoritariamente está y va a seguir estando a la altura. Espero que según avance la desescalada, y todos podamos ir recuperando nuestra normalidad, la tensión vaya bajando.

–¿Esta crisis unirá o separará más a España?

–Las crisis, al final, siempre unen, y España tiene que salir más unida. La ideología te puede separar, pero la economía nos une a todos. No creo que haya nadie en España que ahora mismo tenga prioridades distintas a la de recuperar la economía.

–Pero la política y los partidos dividen.

–La política tiene que ayudar porque no están las cosas como para separarse.

–¿En qué lugar se queda hoy el problema del independentismo en Cataluña?

–A mí me parece que los catalanes, como los vascos o los madrileños, hoy están más preocupados por la economía que por cualquier otra cosa. Todo lo demás lo tendrán encima de la mesa, claro, pero la preocupación de todo el mundo es recuperar la economía y mantener los empleos.