El Gobierno de Pedro Sánchez

Escenas de geometría variable

Fue Rodríguez Zapatero el que empezó a utilizar el concepto de la «geometría variable» para hablar del proyecto de sostener su segunda legislatura sin pactos estables y según la circunstancia»

Minuto de silencio en la reunión del Consejo de Ministros
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preside la reunión del Consejo de MinistrosMoncloaMoncloa

Fue Rodríguez Zapatero el que empezó a utilizar la expresión «geometría variable» para hablar del proyecto de sostener su segunda legislatuara sin pactos estables de legislatura y apoyándose en diversos socios según cada circunstancia. Si es eso lo que tiene en cuenta Sánchez, habrá de recordar lo dramática que resultó aquella legislatura, y la forma en que acabó. En Moncloa pensarán, claro está, que de todo se aprende, e incluso que todo se puede mejorar. Entonces el gobierno socialista tenía para elegir entre los nacionalistas y la izquierda peronista. Hoy ya tiene en casa a los peronistas y su ámbito de acción, para la recolección de nuevas alianzas, pasa por nacionalistas, separatistas, regionalistas y Ciudadanos.

Como es natural, el Gobierno no quiere oír hablar de «vetos cruzados» y aspira a que en la nueva normalidad sus socios coyunturales acepten con normalidad el baile de socios que le venga bien. También puede amenazar, con la idea de que quien provoque la caída del Gobierno lo pagará caro en las urnas. A los posibles socios les toca disimular sus objetivos en este juego. UP dirá que nos e siente cómoda, y será cierto en parte, por la presunta incompatibilidad de sus propuestas con el aún más presunto neoliberalismo de Ciudadanos. Todo estará bien con tal de proseguir en un Gobierno en el que UP tiene una influencia considerable y que se beneficia del apoyo coyuntural de Cs, que acorrala al PP más aún que a la derecha extrema del espectro político, a la posición de apestado sin capacidad de negociar con nadie como no sea con Vox. Por ese lado, todo está cubierto.

Por parte de Ciudadanos, no parece que vaya a haber tampoco grandes problemas. Cs ha votado siempre a favor de la prolongación del estado de alarma, apoyó las medidas de apoyo a las pymes y aunque no respaldó las de reforma de la Justicia, se dispone a votar a favor de la nueva normalidad tal como la ha diseñado el Gobierno de Sánchez. Cs se ha convertido en una fuerza voluntariamente minoritaria, capaz de influir en los gobiernos del PSOE o del PP. Es una forma inteligente, y oportunista, de rentabilizar sus escasas fuerzas. También le permite alejarse del duro enfrentamiento que protagonizan los demás. Cs apuesta por la existencia de una opinión pública cansada y desconfiada de la exasperación. También busca representar al votante socialista desencantado de la gestión de la epidemia.Salvados estos dos elementos, los demás se avendrán a lo que el Gobierno les proponga en cada escena de la geometría variable, rodada en estos meses. Subirán el precio de su apoyo, como el PNV y los canarios, exhibirán músculo fachendoso y pinturero, como ERC, y, en el caso de JxC, los veremos afrontar dilemas existenciales insondables para todo aquel que no tenga un pedigrí íntegramente catalanista. Los filoterroristas, finalmente, son ya una tropa dócil, que sabe hasta dónde puede llegar. Mientras puedan seguir con su teatro, más o menos rompedor según la circunstancia, y se les deje ocupar el espacio que piden en sus CC.AA., todo estará resuelto. Otra vez nos encontramos en uno de esos escenarios en los que Sánchez parece tener todo ganado de antemano. Ahora bien, cada vez que los astros se han conjurado de esta manera, siempre ha aparecido algo que desbarata las expectativas. Pueden ser las tensiones internas del Gobierno o tal vez las consecuencia judiciales de la gestión de la pandemia o, más probablemente, el coste de la crisis económica y de las medidas que en contra de la recuperación está tomando, o anunciando, el equipo de Sánchez. Es posible que se le dé mejor el estado de alarma que ninguna geometría variable.