Coronavirus
Rebrote en otoño
Es realmente sorprendente que ignorando por completo la etiología del coronavirus –ni cómo se produjo o se difundió– se nos esté asegurando como un dogma, un rebrote en otoño. Creo que los «sabios oficiales» deberían explicarnos en qué estudios se basan para semejante aserto. Se me ocurren dos posibilidades: la primera es que el Gobierno pudiera afirmar sacando pecho, si finalmente no se produce el rebrote, que fue posible gracias a las medidas preventivas adoptadas por él. Esto además permitiría a Sánchez afirmar con legítimo orgullo, que ha evitado la muerte a 40 millones de compatriotas, como ahora ha asegurado la salvación de 450.000 almas por su brillante gestión en primavera.
La otra posibilidad sería simplemente no poder ser acusado, como en marzo, de imprevisión, imprudencia o negligencia, o de todo ello. Pero, en su lógica, le plantearía el problema de aceptar, al menos implícitamente, que antes se equivocaron. Pienso que cabe incluso una tercera posibilidad: que para poder hablar del oxímoron que no quiero publicitar, debemos vivir «anormalmente»; es decir, con mordaza y distancia de seguridad. Así, el síndrome del gregarismo va cuajando en el subconsciente colectivo sin riesgo de rebelión en la granja. En caso de haber rebrote, ya estábamos avisados, y vuelta al redil. Si no lo hay, daremos las gracias al líder supremo que nos ha salvado la vida una vez más. Junto a los millones de supervivientes, al menos esperamos conocer cuántos no han corrido la misma suerte.
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