PSOE

Podemos contra Podemos

El líder morado quería formar parte del Consejo de Ministros, no por afinidad ideológica con el PSOE ni porque hubiese cambiado de opinión respecto a los socialistas, sino porque necesitaba poder para satisfacer su ego

Última sesión de control al Gobierno en el Congreso antes del fin del estado de alarma
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante la sesión de Control al GobiernoDani Duch / PoolDani Duch / Pool

Pedro Sánchez se empeñó en gobernar con todos los retales electorales y hasta tuvo que tragarse gobernar en coalición con Pablo Iglesias.

El líder morado quería formar parte del Consejo de Ministros, no por afinidad ideológica con el PSOE ni porque hubiese cambiado de opinión respecto a los socialistas, sino porque necesitaba poder para satisfacer su ego y para que Podemos no terminase como fuerza residual.

Pero nació del 15M y contra el PSOE y esas cosas son difíciles de cambiar. A la más mínima oportunidad aprovecha para desangrar un poquito a los socialistas, da igual de qué se trate, consiste en evidenciar diferencias irreconciliables para construir el argumentario electoral que le hará falta en el momento oportuno.

En los últimos días se ha iniciado una ofensiva contra Felipe González. En la dirección del PSOE no lo ven mal, es una manera de decirle al expresidente que no intervenga si no es para dar la razón a Sánchez, pero, cuando hay elecciones, como es el caso en Galicia y Euskadi, el ataque va en otro sentido.

Saben que golpeando a los símbolos del PSOE dañan al Partido Socialista. Pero no ataca solamente la oposición, los nuevos socios de Sánchez, como el PNV, ERC, Bildu, JxCat, BNG, CUP y, por supuesto, Podemos, se han apresurado a solicitar una comisión de investigación contra el expresidente.

El equipo aúlico de Sánchez está encantado de que cualquier voz interna crítica sea vapuleada y no han faltado ex altos cargos socialistas, que besaban el suelo que pisaba González, atizando según la moda.

Pero lo que provoca perplejidad es la actitud de Podemos. Se ha sumado a la petición de comisión de investigación ejerciendo como oposición al gobierno del que, formalmente, es parte. Si lo que desea el gobierno es transmitir una imagen sólida y solvente a Europa y al resto del mundo, lo hace muy mal. Un gobierno apoyado por independentistas, radicales y populistas, formado por dos partidos, uno de los cuales defiende el régimen de Maduro y, a su vez, intenta incriminar al primer presidente socialista de la democracia a partir de noticias de periódico de hace mil años, es un desastre.

Nunca la política había estado tan alejada de las personas. No sabemos si habrá un rebrote de Covid-19 de suficiente gravedad como para volver a confinar a la sociedad española, se prevé un 25% de desempleo, subidas de impuestos, bajada de pensiones y de salarios de funcionarios, pero la actualidad política es una noticia de hace 25 años.

Podemos responde a su propia lógica, usar al PSOE para tocar el poder y, desde allí, intentar minarlo, pero, al final, es Podemos contra sí mismo. Los socialistas pagan el precio que sea para que Sánchez esté en la Moncloa y el resultado final es una catástrofe para el país.

Sánchez no es tan importante para la historia del PSOE y Podemos no debería estar en el gobierno, haciendo oposición, que la hace muy bien y, de paso, explicando cosas que no están claras de sus conexiones internacionales.