Elecciones 14-F
La derecha constitucionalista ante el sorpaso de Vox en Cataluña
Las tres fuerzas se la juegan sobre todo en Tarragona, Lleida y Girona
Las elecciones catalanas marcarán el futuro de la legislatura. La política española se decidirá, otra vez más, en el campo de los comicios autonómicos que se celebrarán el próximo 14 de febrero, el Día de los Enamorados. Desde Junts per Catalunya se ha agitado el espantajo de posponerlas por las condiciones sanitarias, pero en la actual situación no parece que se logre unanimidad de todos los partidos. El resto de las formaciones, incluida ERC, quieren celebrarlas en el día señalado. Queda un mes y medio para el día D y todas las formaciones tienen funcionando a pleno rendimiento su maquinaria electoral porque en estos comicios se dirimen liderazgos y tipos de gobiernos. El escenario político cambiará. Lo que no se sabe es como. El 14D debe definir el vencedor en el mundo independentista, en la izquierda catalanista o la derecha constitucionalista. Y definirá, el futuro de la política en España. El futuro de la legislatura.
En diciembre de 2017, Inés Arrimadas llevó a Ciudadanos a lo más alto. 36 diputados y la victoria en las urnas. En pleno procés, una formación constitucionalista que apenas diez años antes contaba con 3 diputados se convirtió en la primera fuerza. Duró poco la dicha. La mayoría de líderes naranjas abandonaron Cataluña para asaltar el Gobierno de España con Albert Rivera al frente. Arrimadas incluida. Dos años después, solo dos años, Cs es una formación en bancarrota. Las mejores encuestas auguran una caída de veinte diputados. Otras van más allá y la sitúan como la tercera fuerza tras PP y Vox.
Arrimadas es consciente de esta situación. Quizás por eso, la razón final de votar en contra de los presupuestos fue una decisión pensada en el horizonte electoral catalán. Todavía no está claro el suelo de la formación naranja, pero algunos sondeos son más que catastróficos. No sólo porque el líder, Carlos Carrizosa, sea apenas conocido y está lejano a lo que llamaríamos un gancho electoral, sino porque la penitencia de Ciudadanos ha sido ganar unas elecciones y no tomar la iniciativa. Y lo peor, no estar presente en la solución para muchos de los votantes que se refugiaron en 2017 en la trinchera constitucional.
A la sangría de Cs, acudieron prestos los de Alejandro Fernández, el candidato popular. Un buen candidato y un político de raza que parece estar en el mejor sitio en el peor momento. La política del PP de Casado, y particularmente la política del PP de Isabel Díaz Ayuso no ayuda. El blanqueamiento del discurso de Vox inclina a muchos votantes populares a optar por la opción más combativa, más genuina de la derecha española. La visita de Ayuso a Barcelona no entusiasmó a muchos en el PP. De hecho, cuadra bien poco con la precampaña de Alejandro Fernández «no nos llevemos como el perro y el gato». El candidato popular busca el voto constitucional, duro con el independentismo, pero que deje una puerta abierta. Ayuso se la cierra y de un portazo, mientras que Casado ha quitado el pie para que se cierre con estruendo.
Así las cosas, Vox va a lo suyo. Ignacio Garriga tuvo sus cinco minutos de gloria en la moción de censura presentada por Santiago Abascal y se ha subido al carro de un discurso que se concentra en un lema de campaña muy acertado para sus intereses «Recuperemos Cataluña», pronunciado con ñ y no con n e y griega como hace Abascal. Las encuestas van dando pábulo a un crecimiento del partido de la ultraderecha. Algunos se preguntan como esta situación es posible. Pues lo es porque el fenómeno de la extrema derecha no es nuevo en Cataluña. Cabría recordar que Plataforma per Catalunya, un partido xenófobo y racista, estuvo a punto de conseguir representación en pasadas elecciones. El electorado existe y el perfil de Vox arrastra para sí a antiguos votantes del PP, pero el principal pastel es el electorado más radical que votó Ciudadanos en 2017.
Batalla decisiva
La batalla de Cataluña en la derecha española será fundamental para dilucidar los próximos pasos de PP, Cs y Vox en la política española. De momento, el que se puede llevar los réditos es Vox, porque recordemos que viene de la nada. El PP por poco que crezca le irá mejor que en 2017 pero su crecimiento puede ser su propia tumba si Vox, como apuntan muchas encuestas le dará la puntilla. Esta por ver si la puntilla alcanza a Pablo Casado. Arrimadas va a la desesperada intentando parar la riada de pérdidas. La última encuesta del CEO, el CIS catalán, le da algo de aire. Le deja en unas pérdidas de 20 diputados, que tal como están las cosas le debe sonar a Arrimadas y Carrizosa como música celestial.
Toda la derecha está saliendo en tromba contra el PSC. Es su particular traidor. Si ERC lo es para el independentismo irredento, el españolismo a ultranza ha encontrado su objetivo en el PSC. El único problema es que este ataque, es en esencia, el balón de oxígeno que los socialistas necesitan. Iceta se lleva más del 35% del electorado de Cs, según algunas encuestas, pero este porcentaje puede subir si el tradicional voto de derechas se refugia bajo el aura socialista como solución de la crisis. El intento del PP de situarse en este espacio con la campaña de Alejandro Fernández es estéril por el discurso de confrontación permanente que se ejerce de Madrid. Madrid, Puerta del Sol, aunque también de Génova.
Las tres fuerzas de la derecha constitucional se la juegan, sobre todo, en Tarragona, Lleida y Girona. En Tarragona se eligen 18, 17 en Girona y 15 en Lleida. Las previsiones los dejan fuera en Girona y Lleida, están en el filo, y en Tarragona tendrán que sudar la camiseta. En Barcelona se eligen 85 diputados, y aquí el reparto tampoco les favorece. ERC, PSC y Comunes se llevarán gran parte del pastel, seguidos de cerca de JxCAT. No parece que las previsiones estén por encima de los 30 diputados a repartir entre tres.
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