Han sido 5 meses y más de 31 entrevistas las que ha necesitado el escritor y periodista José Antonio Zarzalejos para escribir «Felipe VI, un Rey en la adversidad» (Planeta) en la que se ofrece un relato –poco menos que desde la sala de máquinas de Zarzuela– sobre los seis primeros años del turbulento reinado del actual Monarca.
- ¿Cuántos diputados sacaría Felipe VI si se presentara a las elecciones?
- (Ríe) No es una hipótesis que me haya planteado en ningún caso. No puedo contestar, sería una banalidad por mi parte. Don Felipe es el único referente en la clase dirigente española que, por una parte, representa unos valores cívicos ampliamente compartidos y, segundo, que transmite una impresión de seriedad, rigor y respeto a los ciudadanos que ningún otro dirigente se le puede comparar. La figura progresivamente emergente del Rey está agigantando la dimensión de su prestigio. El Rey está ganando para él y para la Corona, de forma constante y diaria, mas reputación. Y además lo hace con estoicismo, es decir, en la adversidad de las circunstancias que tiene que vivir, familiares y políticas. Esta asumiendo con enorme esfuerzo y templanza su función. Y esto se lo están reconociendo todas las encuestas, incluso la de los medios menos afectos a la Monarquía o abiertamente republicanos.
- Se desprende de las páginas de su libro la necesidad de que el Rey cuente con más medios para realizar su función.
- La Jefatura del Estado en España es tiene una estructura de apoyo que es la Casa del Rey, que tiene poca dotación presupuestaria, digan lo que digan los que impugnan los gastos de la Jefatura del Estado. Se necesitarían más medios personales, más medios materiales. También establecer pautas de previsibilidad en las relaciones entre el Presidente del Gobierno y el Jefe de Estado. Cada presidente ha aplicado como «cada maestrillo su librillo». Pues no. Necesitamos pautas de previsibilidad como ocurre en otras monarquías parlamentarias europeas, incluso en aquellas donde no hay constitución escrita como el Reino Unido. Suecia, Dinamarca, Países Bajos tienen pautas de relación mucho más claras, decantadas y sólidas que en España.
- ¿Ley de la Corona?
- Tiene que haber dos debates. El primero es si el Titulo II de la Constitución permite un desarrollo orgánico para crear un estatuto específico del Rey. Unos juristas creen que es posible y otros que no. Segundo: si se llegase a la conclusión de que es desarrollable, cuál debería ser su contenido. Por ser más directos: ¿Puede una Ley de la Corona acotar los términos de la inviolabilidad, que es lo que ahora parece que preocupa? Ese es un debate que se tiene que resolver en primer ligar en la comunidad jurídica y después deberán examinarlo los órganos consultivos del Estado, fundamentalmente el Consejo de Estado.
- Me ha llamado la atención las críticas a Mariano Rajoy, que ahora ha visto como se le vuelven a abrir frentes. ¿Cómo resumiría su gestión en la crisis catalana y su aportación a la democracia en España como presidente?
- Yo no pongo en duda ni la probidad política de Mariano Rajoy ni su honradez. Pero tengo una pobrísima opinión de su gestión política en relación con Cataluña y una muy pobre opinión en la relación que mantuvo con el Rey. En primer lugar, Rajoy el tema de Cataluña no lo vio venir, no lo entendió, no supo que encerraba los peligros que encerraba. El Rey si lo sabía. Rajoy le pidió al Rey que se apartase de cualquier tipo de mediación con Cataluña que en el ámbito constitucional le pudiera corresponder. No quiso. El Rey mantuvo una intensísima interlocución con todos los estamentos de la sociedad catalana. Viajó a Cataluña hasta en 8 ocasiones. Ha hecho una permanente inmersión en la lengua y en la cultura de Cataluña, se ha aplicado para que sus hijas y su mujer hable el catalán. El Rey ha hecho el máximo y absoluto esfuerzo que se podía hacer. Además tenía mejor información que el Presidente del Gobierno. Rajoy siempre creyó que el proceso soberanista era un proceso de negociación. Creía que no iba a haber sprint final de declaración unilateral de independencia. Antes de que se produjeran los hechos de 2017, el Rey tenía la certeza de que se iban a producir. La tubo plenamente cuando acudió a Barcelona dos veces en agosto de ese año 2017 por los atentados de Cambrils. Ahí se percibió que el Estado había declinado su presencia en Cataluña. El fiasco de los servicios de información del CNI y de la Guardia Civil el día 1 de octubre está en el debe del señor Rajoy. Era su responsabilidad. Precisamente la falta de capacidad para abordar esa crisis es la que obliga, en términos constitucionales impecables, a que el Rey el discurso del 3 de octubre.
- Su bautismo de fuego.
- Es el discurso que tenía que hacer el Jefe del Estado que por mandato constitucional representa la unidad y la integridad del Estado. No porque el quisiera o se le ocurriera, sino porque es un mandato constitucional que le concierne directamente. Su discurso fue refrendado por el Presidente del Gobierno y fueron consultados determinadas personas, entre ellas el jefe de la oposición, actualmente el Presidente Sánchez.
- Me ha sorprendido la crudeza de las críticas a Don Juan Carlos en su libro. El impacto simbólico de que Don Juan Carlos -artífice de la Constitución- muriera fuera de España dejaría dañada irreparablemente a la Corona?
- Bueno eso es adelantar los acontecimientos. La expatriación es indefinida pero es mucho decir que sea definitiva. Hay que esperar a que se diluciden las indagaciones prejudiciales. A partir de ahí tendremos un horizonte de como, cuando y donde se repatría. Son hipótesis que están ahí. Se dice que soy muy duro con el Rey Juan Carlos. Lo que son muy duros de digerir son los comportamientos y las conductas personales que conocemos de Don Juan Carlos.
- Da la sensación de que ni la extrema izquierda ni el independentismo se apaciguan cuando desde el Estado se hacen concesiones. ¿Qué le hace pensar que si se cobran la cabeza de Don Juan Carlos no van reclamar con mayor intensidad la de Felipe VI?
- El independentismo es insaciable. Naturalmente que se quiere cobrar la pieza de Felipe VI. No por la Monarquía en sí misma sino porque es la clave de bóveda del sistema constitucional de 1978 y a la apertura de un proceso constituyente. No verlo es de una ingenuidad imperdonable.
- Entonces, ¿comprarle el relato a la izquierda de los desmanes de Don Juan Carlos dan al traste con su legado, no supone a la larga certificar una manera de entender España que no tiene lugar para un Jefe de Estado no electo democráticamente?
- Yo creo que no. El Rey Juan Carlos ha estado poseído por la enfermedad del poder. Se creyó acreedor a una cierta impunidad. Se confundió. Perpetró conductas inadecuadas que ya se verá hasta donde llega su responsabilidad y si la hay penal o no. Que no reconozcamos que esto es así, lejos de ayudar a su hijo, lejos de ayudar a consolidar nuestro sistema constitucional, lo carcome.
- Se refiere usted a Don Felipe como un rey nórdico, ¿no es esa una receta clara para el fracaso toda vez que España no es Dinamarca, ni Suecia, ni Noruega? En esos países no existe una izquierda ferozmente republicano, ni tensiones independentistas...
- Cuando yo me refiero a reyes nórdicos me refiero a esos reyes que han salido que son perfectamente compatibles con fuerzas socialdemócratas, democristianas... con fuerzas política e ideológicamente transversales.
- Pero España ya no es ese país...
- España todavía es ese país. Los dos grandes partidos constitucionalistas están muy por encima de los 230 diputados de un Congreso de 350. Si no se hubiese producido ese cambio de paradigma político en el que penetran en el sistema fuerzas militantemente republicanas que además entran en el Gobierno de coalición se hubiera podido reinar como un Rey nórdico. Ahora bien: lo que no te mata te hace mas fuerte. Quiero decir: el ataque que esta sufriendo el rey de independentistas y de la extrema izquierda al Rey le fortalece, no le debilita. Porque es una minoría frente a una mayoría que estamos a favor del régimen constitucional.
- Lo que nos lleva a hablar del PSOE. Vemos en el PSOE tiene una preocupante tendencia a ceder ante Podemos y sus socios independentistas, ¿cree que mantendrán indefinidamente su apoyo a la monarquía? En primer lugar a corto plazo, y también quería preguntarle a largo plazo, en la próxima década si se contempla la evolución ideológica de la izquierda en nuestro país.
- Me fie del PSOE de Felipe González, me fie del PSOE de Zapatero y me fio del PSOE de Pedro Sánchez en relación a la Corona. Sánchez no quiere tocar la Monarquía, el quiere establecer unas limitaciones determinadas a la representación simbólica de la Monarquía. En ocasiones lo hace con acierto y en ocasiones con desacierto. Sánchez sabe que el que abre procesos constituyentes es el primero que es víctima de ese proceso constituyente. Pedro Sánchez no lo hará. Al final de la legislatura se separará de Podemos.