Isidro García Collado, el supuesto doble de Franco

¿Tuvo Franco un doble?

La familia dice que es una “mamarrachada”, pero los parientes de un gallego desaparecido en 1942 sostienen que suplantó al Caudillo

¿Tuvo Franco un doble? En 1988, la película “Espérame en el cielo” jugaba con la posibilidad de que una réplica del Generalísimo, un hombre capaz de pasar por él físicamente, hubiera sido en realidad el sepultado en el Valle de los Caídos, mientras que el Caudillo habría acabado enterrado en un lugar secreto por temor de su familia a un atentado en Cuelgamuros (los guionistas no imaginaron entonces que un helicóptero se llevaría años después sus restos a otra sepultura).

El rumor sobre dobles de altas personalidades de la política y la jefatura del Estado ha sido constante a lo largo de la Historia, a veces de forma infundada, aunque consta la existencia de estos álter ego usados como protección o para descanso de la personalidad a la que suplantaban, caso de Felix Dadaev, que lo fue de Stalin durante diez años.

En cuanto a Franco se ha hablado de Julio Bustos, un actor catalán, y un libro especula sobre la eventualidad de un sosias –“El Caudillo y ‘el otro’. El doble de Franco” (1977), de Víctor Salmador– pero existe un testimonio con ingredientes suficientes para armar una historia “creíble” sobre un doble del que fuera jefe de Estado durante cuarenta años, más allá del escepticismo que pueda mostrar Juan Chicharro, presidente de la Fundación Franco: “Es algo que desconozco y además no me creo”, asegura. O aunque piense lo mismo alguien tan cercano a la familia Franco como su abogado y portavoz, Luis Felipe Utrera-Molina, hijo de José Utrera-Molina, ministro-secretario general del Movimiento. “No me lo creo”, es su lacónica impresión al respecto. Por no hablar del mayor de los nietos varones de Franco, Francisco Franco Martínez-Bordiú, que es muy claro al preguntarle su opinión: “No respondo a mamarrachadas”.

No es difícil saber qué piensan entonces de aquel capítulo de la serie “El Ministerio del Tiempo” en el que aparecen no uno sino dos gemelos del Caudillo. Pero más allá de ficciones tras las cámaras, el sosias que tiene algún viso de realidad, o al menos un relato sobre el que se ha especulado con numerosos datos, es Isidro García Collado, un gallego emigrado a Argentina que regresó para recoger a su hermano y volver juntos a Sudamérica. Atrás había dejado a su mujer, a sus hijas y el negocio familiar de fotografía. Pero su rastro se desvaneció poco después en Sada, el pueblo del que se había marchado años antes para hacer fortuna. Precisamente donde se levanta el disputado Pazo de Meirás, arrebatado a la familia Franco por decisión judicial el pasado mes de diciembre.

Al cabo de un año, los suyos dan por desaparecido a García Collado. Es entonces cuando su mujer recibe una carta desde España en la que se le insta a vender la tienda de fotografía de su marido.

La historia queda en suspenso en este punto hasta que en 1994 va a ocurrir un hecho que suma recuerdos de treinta años atrás por parte de Enrique Martínez da Silva, que está casado con Adela, una sobrina de Isidro García Collado, y da como resultado el episodio del supuesto doble argentino-español.

En julio de 1960, Martínez da Silva, que trabajaba de soldador, fue llamado a bordo del “Azor” para hacer una reparación en el célebre yate, donde pese a sus temores y el respeto que le impone la figura del Caudillo, finalmente pudo conversar con «Franco en persona» de tú a tú. Pero al día siguiente leyó en la prensa que el Generalísimo había estado a la vez capturando salmones en el Eo, lo que levantó sus lógicas sospechas. ¿Tenía Franco el don de la ubicuidad o contaba con un doble de riesgo, como si fuera un actor de Hollywood? ¿Con quién había estado en el “Azor” y quién se había ido de pesca al río? Enrique lo mantendría en secreto por miedo durante años.

Ese 1994, Enrique Martínez da Silva y su mujer se toparon en el programa “¿Quién sabe dónde?” con la historia de su desaparecido tío Isidro, y vieron que en sus fotos mostraba un evidente parecido con Franco y que había sufrido, como él, una herida de caza en la mano derecha, según se aprecia en alguna de las imágenes del misterioso pariente volatilizado en la localidad donde el entonces Jefe de Estado tenía su residencia estival.

Porque recordemos que Isidro se había esfumado en Sada en 1942, y que un año después alguien ordenó vender su tienda de fotografía en la localidad argentina de Tucumán, donde nunca volvió. Enrique ató cabos e hizo públicas sus conjeturas en el espacio televisivo entonces líder de audiencia.

Martínez da Silva contó a Paco Lobatón el episodio del “Azor”, así como sus sospechas de que Isidro podría haber sido el doble de Franco. Lobatón, que le facilitó documentación de García Collado obtenida en Argentina, le pidió que contara el suceso en el programa. “Creí que ya no comprometía nada haciéndolo y que el miedo que me había mantenido callado ya no tenía sentido”, explicaría Enrique al periodista de “La Opinión de A Coruña” Santiago Romero.

Poco después, Martínez da Silva tuvo en casa una curiosa visita: “Vino a verme un policía jubilado que se identificó como ex miembro de la escolta de Franco y me aseguró que yo tenía razón, que Franco tenía un doble y que los había visto juntos”. Aquel hombre le dijo que se lo contaba por su “tranquilidad”, pero que “lo negaría siempre”, y le “aconsejó que no removiera las cosas del pasado”.

Aquel otro doble que protagonizaba el guión del historiador Román Gubern para la cinta de Mercero fue secuestrado y trasladado a los sótanos del palacio de El Pardo para ser instruido en las poses y gestos de Franco. La historia de Isidro, un personaje de carne y hueso al que un día se tragó la tierra, bien puede ser argumento de otra película, pero sirve para recordar una vez más que la realidad –con todos los interrogantes, en este caso– bien puede superar con creces a cualquier ficción.

Portada de “El Caudillo y ‘el otro’. El doble de Franco”
Portada de “El Caudillo y ‘el otro’. El doble de Franco”La Razón

Tinico, el vigoroso Caudillo del Desfile de la Victoria

Aunque lo había publicado previamente con seudónimo, en 1977 Víctor Salmador publica en España “El Caudillo y ‘el otro’. El doble de Franco”, que relata la rocambolesca historia de Tinico, un paisano gallego de extraordinario parecido con Franco. Arranca en 1966, con Camilo Alonso Vega, Agustín Muñoz Grandes y Luis Carrero Blanco preocupados porque la salud del Generalísimo le impida estar de pie las tres horas y media que dura el Desfile de la Victoria. Junto con Felipe Polo Martínez-Valdés, el cuñado de Franco, recurren a Tinico, que ya ha sustituido a Franco cuando el fotógrafo de una revista americana le tomó unas imágenes pescando salmones. Lo visten como corresponde, lo aleccionan y el sosias desempeña su papel con tal perfección que nadie se percata de la suplantación. Al acabar el desfile, rechaza el coche que lo aguarda al pie de la tribuna y camina hasta Cibeles, lo que desmiente cualquier rumor sobre su estado de salud. Tinico se convierte así en doble de Franco, recluido en el castillo de San Telmo de Almería, donde se entrena para cumplir eficazmente su papel y de donde se le saca cada vez con mayor frecuencia.