Más cambios

Y ahora, el PSOE: «Muchos no saben por qué puerta van a salir»

El presidente reducirá la dirección y ni siquiera Lastra tiene la garantía de repetir

Adriana Lastra y José Luis Ábalos en los pasillos del Congreso de los Diputados
Adriana Lastra y José Luis Ábalos en los pasillos del Congreso de los DiputadosCipriano PastranoLa Razón

Quico Toscano, el presidente del Comité Federal y alcalde de Dos Hermanas, dice en muchas ocasiones que en el próximo congreso del PSOE habrá muchos cambios. Lo dice utilizando una frase muy gráfica: «Muchos saben cómo llegarán, pero no saben ni como saldrán ni por qué puerta van a salir».

Ciertamente el 40º Congreso del PSOE poco se parecerá al anterior. Entonces, Pedro Sánchez configuró una ejecutiva haciendo equilibrios con todos aquellos que le habían apoyado en las primarias. Era una ejecutiva de los fieles que habían doblegado el pulso al aparato y a Susana Díaz.

Tres años después, Sánchez no los necesita y ya anunció tras el fiasco de la operación Murcia que iba a afrontar una amplia remodelación para renovar liderazgos y hacer al partido competitivo de nuevo en las urnas. Después de la crisis del Gobierno... llega la del PSOE.

Los cambios se han precipitado antes de tiempo, antes del fin de semana de mediados de octubre en que está previsto que se celebre el cónclave en Valencia.

José Luis Ábalos se ha marchado dejando la organización de la cita a Santos Cerdán. Aunque desde el entorno del dirigente socialista se demandaba unos días para que sea Ábalos quien comunique oficialmente la decisión, lo cierto es que está parece ya tomada y se suma a su relevo en el Gobierno de coalición.

Nadie sabe lo que sucederá, porque Sánchez tiene todo el poder de forma incontestable y piensa ejercerlo. Prueba de ello es la última reunión del Comité Federal.

Si antes estas citas internas suponían un trance por la oposición interna, en los últimos tiempos, se han convertido en un paseo militar, en el que no se critican ni los indultos que tanta confrontación territorial habían causado días antes. Si con la remodelación del Ejecutivo ha demostrado que quien manda es él, con la del partido no va a ser diferente.

La prueba del algodón han sido las primarias de Andalucía. Aunque el desenlace de Susana Díaz haya tenido más que ver con el tacto de Juan Espadas para buscar una salida digna y pactada a la ex presidenta, que con las ansias de Ferraz por activar el relevo cuanto antes, primarias mediante.

Sánchez ha cerrado filas entre el partido y el Gobierno, aunque el partido fuera el culpable del fiasco de Murcia y el partido sea el único responsable de que las huestes socialistas de Madrid no gocen ni de buena salud ni tan siquiera de un liderazgo en puertas.

Ahora el 40º Congreso Federal pondrá nuevas caras y no muchos de los actuales repetirán en el cargo. Ni siquiera Adriana Lastra las tiene todas consigo, aunque se erija como un peso pesado. Solo un apunte. Sigue fuera del Ejecutivo y el alcance de la reestructuración del Gabinete ha dejado patente que «torres más altas han caído». Tampoco la presidenta Cristina Narbona. Los portavoces de Sánchez repiten que tras el presidente nadie es imprescindible. Algunos ya empiezan a ponerse la tirita antes que la herida en el PSOE.

Lo cierto es que el también secretario general quiere trasladar el mismo modelo que quería para el Gobierno. Una considerable reducción de la Ejecutiva, que la haga más operativa, y dotarla de un carácter más político, no como la actual que fue un acomodo de perfiles que le acompañaron por la travesía en el desierto de las primarias.

La salida de Calvo, que mantendrá su escaño en el Congreso, no implica que siga el mismo camino en el PSOE y podría ostentar un cargo con más visibilidad.