4 años en Moncloa
Sánchez, una legislatura en el poder: entre la resistencia y el desgaste
El presidente cumple cuatro años en Moncloa con el desafío de no sucumbir al «síndrome Churchill», que perdió las elecciones después de ganar la guerra
«Dimita, señor Rajoy, dimita y esta moción de censura habrá terminado hoy, aquí y ahora». Reconoce Pedro Sánchez que hasta el último momento de la moción de censura no tenía clara su viabilidad. No en vano, hubo poco tiempo para negociarla y nadie confiaba en que pudiera salir adelante. Incluso desde las propias filas del PSOE, cuando el PNV finalmente garantizó de manera pública su apoyo el 31 de mayo, creían que Rajoy –consciente de que la moción prosperaba– preferiría presentar su dimisión. No fue así. Sánchez entró al debate sin escaño –porque había renunciado a él dos años antes para no apoyar la investidura Rajoy– y salió del Congreso proclamado como el séptimo presidente del Gobierno de España en democracia. Por primera vez triunfaba un mecanismo constitucional, la moción de censura, que se usaría antes –por Antonio Hernández Mancha y Pablo Iglesias– y después –por Santiago Abascal– como una maniobra política sin visos de éxito.
Se cumplen cuatro años de la llegada de Sánchez al Ejecutivo. Una particular «legislatura», marcada por la resistencia y el desgaste. Desde que llegara a la Moncloa, primero con un Gobierno monocolor y después en coalición, tras revalidar el poder en las urnas, el mandato del presidente ha estado marcado por una convulsa relación con sus socios, dentro y fuera de Moncloa, que todavía hoy causa turbulencias con relativa frecuencia. Su dependencia de los partidos soberanistas –a cuyos líderes condenados acabaría concediendo el indulto– llevó a un medido adelanto electoral en abril de 2019, previa «foto de Colón», que los partidos de la derecha le llevaban demandando desde que ganara la moción nueve meses antes.
Hoy, en el cuarto aniversario de su llegada al poder, Sánchez reunirá en el Congreso a la interparlamentaria del PSOE. Una cita para insuflar ánimo a las huestes socialistas ante el incierto panorama que encara el partido. En el corto plazo, unas elecciones andaluzas que se afrontan, por primera vez en la historia, desde la oposición y con escasas perspectivas de victoria. En el horizonte, la necesidad de insuflar un revulsivo que devuelva la ilusión al electorado de cara al ciclo electoral de 2023. En Moncloa existe preocupación por el desgaste que acumula el Gobierno y por su incapacidad para que las iniciativas que se impulsan tengan un efecto balsámico en una opinión pública contagiada de la polarización política y pagana de las sucesivas crisis sanitaria y económica, derivadas de la guerra y la pandemia. Con una nutrida hoja de servicios: reforma laboral, subida del salario mínimo, creación del Ingreso Mínimo Vital, puesta en marcha de los ERTE o revalorización de las pensiones, entre otras medidas, en el Ejecutivo ya son conscientes de que con una buena gestión no es suficiente.
Sánchez no quiere sucumbir al «síndrome Churchill», que perdió las elecciones después de ganar la guerra, y para ello ha puesto ya a operar su «Manual de Resistencia». En su entorno, aseguran que sería un error darle por amortizado, a pesar del clima adverso y las malas perspectivas electorales –las encuestas dan empate técnico con el PP de Feijóo– y económicas –con una tormenta perfecta tras la guerra de Ucrania–. En el Gobierno se afanan en trasladar imagen de solvencia, conscientes de que la valoración del Ejecutivo va cayendo según sube la inflación y se acrecienta la sensación de colapso.
En todo caso, Sánchez está dispuesto a agotar el mandato y en su círculo de confianza confían en que en los 18 meses que restan hasta las próxima generales se darán las circunstancias para poder mantenerse en el poder. cuatro años más. Dos serán los hitos clave, la pujanza del bloque de la derecha –si no llega a la mayoría absoluta, los nacionalistas que son «llave» de la gobernabilidad no avalarán un pacto con Vox– y la viabilidad de la entente de izquierdas, porque aunque el PSOE consiga aguantar, si el proyecto que debe impulsar Yolanda Díaz no responde no habrá garantía de continuidad. Por el momento, Sánchez cumple hoy su «legislatura» particular.
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