Jorge Vilches

La pinza a Podemos

El beneficio electoral del gasto social prometido se lo van a apropiar Sánchez y Díaz, Los morados quedarán fuera del negocio porque la sensación que ha transmitido es que ha sido un espectador más y que no son sus presupuesto

Sánchez y Yolanda Díaz han montado una pinza contra Podemos. No hay situación en la que los podemitas salgan victoriosos, o que parezcan coherentes tirando de hemeroteca. Eso ha pasado con los PGE, negociados al margen del podemismo y presentados como un éxito de Sánchez y Díaz. Así lo atestigua la foto que ambos se hicieron.

La jugada ha sido buena. El beneficio electoral del gasto social prometido se lo van a apropiar Sánchez y Díaz. Podemos quedará fuera del negocio porque la sensación que ha transmitido es que ha sido un espectador más y que no son sus presupuestos. La idea del sanchismo es que Podemos no hace falta. Es en esto en lo que coincide con Díaz, que sostiene que la fórmula podemita está agotada.

Podemos no sabe moverse apretado por la pinza. Cada acción suya es un error. Podrían alardear como izquierdistas de los presupuestos más expansivos y con gasto social de la historia, como dice el sanchismo para ganar votos, pero no. Los podemitas están en otra batalla, como si fueran una oposición testimonial y no participaran en el Gobierno.

Ione Belarra publicó un vídeo llamando a la movilización de los «colectivos» para obligar al PSOE a introducir en los PGE una ley de vivienda. La gente todavía se pregunta si Belarra pertenece al Gobierno o si sigue en la Puerta del Sol, coreando consignas del 15-M. Echenique acusó de deslealtad al PSOE por el gasto militar, pero luego tragó. No hay nada más ridículo en política. A la gente no le gusta el representante público que critica pero luego acepta para seguir cobrando del cargo. Ya lo dijo su Pablo Iglesias en 2014: «En política no se protesta, se dimite» Pero eran otros tiempos, ¿verdad?

Nadie duda de que España tiene que cumplir sus compromisos internacionales, sobre todo cuando económicamente fiamos nuestro porvenir a los fondos europeos. Es por esto que los PGE han aumentado el gasto militar, cifrado en 2.500 millones. La respuesta de Podemos ha sido torpe, abonando la idea de que son ajenos a estos PGE electorales. «Vigilaremos cada euro», dicen como si estuvieran en la oposición.

El sanchismo, vista la torpeza de su socio y rival, se abraza a Díaz en los PGE y deja a Podemos sin baza electoral. Ya ni siquiera pintarán algo los podemitas para negociar con las partes del Frankenstein, toda vez que ERC, Bildu y demás ya tienen interlocutor socialista. Antes era Pablo Iglesias el puente entre el PSOE y los independentistas y filoetarras. Ya no.

A esto Sánchez ha aumentado en los PGE las partidas presupuestarias que hunden a Podemos en su propio ridículo. Me refiero a los presupuestos de los ministerios de Igualdad y de Derechos Sociales, de Montero y Bellara, el dúo identitario. Sánchez prefiere que Podemos marque perfil con materias que no son las más importantes para el electorado, como los derechos animales, la ley trans y la de salud sexual.

Hay que reconocer a Sánchez la habilidad para aprovechar la debilidad de sus adversarios. Solamente la izquierda mayoritaria, el PSOE, podía acabar con el comunismo populista. Y lo está haciendo al modo clásico, de manual, dividiendo sus fuerzas, coqueteando con los dudosos, asumiendo su discurso, dejándolos fuera de las grandes decisiones. Es tan así que el principal negociador económico del podemismo, Nacho Álvarez, ya suena como fichaje del yolandismo.

El sanchismo ha convertido a Podemos en un grupo de oposición suave, carcomido por el odio interno y el grito de sálvese el que pueda. Ha quedado como la coalición de las campañas estrafalarias y superficiales. El presidente les ha quitado la retórica populista, y Yolanda Díaz la imagen de la esperanza. Hoy los podemitas dan la apariencia de unos pijiprogres que viven del cuento, muy por encima de su valía personal y profesional.