Tribuna

La ponencia de sentencia del TC sobre la amnistía (I): el telón de fondo

El «procés» no se ha superado, y menos por sus impulsores

El Constitucional comienza a estudiar este martes el borrador de sentencia sobre la amnistía que avala la ley
Sede del Tribunal Constitucional en MadridEuropa Press

Es característica consustancial a los seres humanos reaccionar emocionalmente –vía sesgo de grupo o ideológico– a las soflamas en las que se nos sumerge. Las proclamas sobre el «procés», la Sentencia del Tribunal Supremo y la amnistía no han sido una excepción y ahora nos enfrentaremos, catalanes y demás españoles, constitucionalistas o no, a la sentencia que dicte el Tribunal Constitucional cuyo proyecto vamos conociendo a retazos.

Cuando de conclusiones técnico-jurídicas se trata y se ofrece al profano dos posturas antagónicas, quien hubiese adoptado una inicial postura tenderá a identificarse con aquella que por «sesgo de confirmación» reafirme su inicial idea. Por ello, quienes, como yo, piensen, desde el respeto que merece cualquier Magistrado, que el proyecto de la sentencia del TC por lo que se conoce, resulta insostenible, han de extremar el cuidado a la hora de transmitir los fundamentos de su posición huyendo de caer en un «totum revolutum» argumental.

Contra lo que se nos quiere hacer creer, el «procés» no se ha superado, y menos por sus impulsores; simplemente se encuentra anestesiado y saldrá reforzado sobre nuevas bases y estructuras provenientes de los espurios intereses que desde distintos ámbitos (otra vez muchos se arrepentirán) vuelven a confluir. Por evidente no me extenderé sobre ello, pero desde luego no habrá visos de solución si el PP continúa resignándose, lo que se interpreta como desafección, a no ofrecer un proyecto ilusionante desde una España integradora, lo que provoca un río de votos hacia el PSC, que se ha convertido en mal menor para miles de catalanes y que, con el apoyo del gobierno –me niego a atribuir al PSOE más responsabilidad que una vergonzante pasividad ante tamaño despropósito– y con la «dulce» actitud de Illa llevarán a Cataluña, esta vez sí, a un camino sin retorno y con ella a todo el Reino. Basta repasar las alertas que nos facilita la historia. Hay que convencer de que hacer Justicia resulta compatible con la concordia.

Con este telón de fondo habrá que enfrentarse a la sentencia que se avecina del TC que, por mayor que resulte «su pecado original», aún puede ser peor el choque emocional que resulte por el modo que se transmita el necesario desacuerdo. No se puede olvidar que los cientos de miles de catalanes que dieron soporte al «procés» difícilmente reconocerán que fueron engañados sobre una base pasional larvada durante muchos años. Por ello, la amnistía, llamada a tener efectos sobre unos pocos, les supone mucho más que el olvido penal hacia los directamente beneficiados; de alguna forma significará un reconocimiento de que el apoyo que les prestaron no era equivocado. Por eso hay que distinguir el desafuero que significó la causa de la amnistía y cómo surgió, de lo que emocionalmente puede implicar para esos catalanes que se sintieron identificados y fueron arrastrados por el discurso victimista y de desafección. Y ya que el afecto no se improvisa, constrúyanse puentes desde aquello que resulta posible y sobre un interés común.

Estos catalanes necesitan, como toda España, pasar página del «procés» y hay que hacerles ver que ello se puede y se debe hacer, pero que hay que hacerlo bien, sin violentar las leyes u olvidar el gran engaño al que les sometieron. Desde el Estado se han cometido errores, siendo el mayor identificar al engañado con el que engañó y ahora, además, resulta que quienes tienen que defender, desde la ecuanimidad, la unidad de España se alinean, defienden y jalean a quienes han querido y siguen queriendo destruirla simplemente por intereses personales, por lo que el cuidado a la hora de enjuiciar a la Ley de Amnistía y la sentencia que se dicte debe ser extremo, no vaya a ser que ante esos catalanes se hagan buenos a los que les importa un soberano pepino Cataluña y España.