Gobierno
Las cuentas desatan las «deslealtades» en Moncloa
La negociación supuso un punto de inflexión y los socialistas se ocuparán de demostrar que llevan las riendas, mientras se reabre la grieta entre Podemos y Díaz
Los últimos Presupuestos de la legislatura, concebidos por el Gobierno de coalición como el mejor cartel electoral con el que encarar la decisiva carrera hacia las urnas en 2023, no han servido como elemento cohesionador, sino todo lo contrario, pero no solo entre PSOE y Unidas Podemos, sino también dentro del propio entorno de los morados. Lejos de exhibir fortaleza, la negociación de las cuentas ha desatado una serie de «deslealtades» en cadena, que anticipan una difícil convivencia en los meses que restan hasta las generales. En Moncloa no ocultan su hartazgo por las continuas disputas en el ala morada y por la falta de coordinación. Se acabaron las cesiones, en el futuro los socialistas se ocuparán de demostrar que llevan las riendas de la coalición. «A veces hay que negociar hasta con cuatro personas distintas», reconocen, para atender todas las sensibilidades que cohabitan en el espacio de sus socios y que no siempre son compatibles.
En el Ejecutivo son conscientes de que parte del «ruido» que opaca su actividad ejecutiva proviene no solo de «una oposición destructiva», sino también del seno mismo del Gabinete, alimentado por sus socios. Y esta es una realidad que les inquieta por su potencial perjuicio electoral. «No asumen que son gobierno y no oposición», aseguran, en un lamento que ya se ha cronificado. Entienden que esta imagen de división desincentiva al votante que o bien se queda en casa o percibe en ellos un elemento de inestabilidad. De ahí, que en Moncloa incidieran continuamente en el mensaje de que estas cuentas, las terceras consecutivas, imprimen «estabilidad en un momento de máxima incertidumbre».
La gota que ha colmado el vaso de la paciencia socialista fue el vídeo –el mismo martes en paralelo a la rueda de prensa del Consejo de Ministros– de la líder de Podemos, Ione Belarra, que, olvidando su perfil institucional, se puso el traje de activista, llamando a movilizarse en las calles contra el Gobierno del que forman parte para presionar al PSOE con la ley de vivienda. En la negociación presupuestaria los socialistas se plantaron en esta cuestión. Consideraban una tomadura de pelo que quedara en papel mojado el acuerdo ya cerrado hace un año, en esta materia, con la introducción por parte de sus socios de nuevas enmiendas para cambiar el texto. «Nosotros respetamos lo pactado», mantienen en Hacienda, donde no dieron pie a las peticiones de los morados. Ahora, de hecho, en las conversaciones se priorizará a ERC y a Bildu.
A esto se suma, que los Presupuestos más sociales quedasen eclipsados por la polémica del gasto en Defensa y las acusaciones al PSOE de haber ocultado la partida a Podemos. «Es insultante», dicen en la parte socialista, en la que mantienen que se pactó con ellos que quedara fuera del techo de gasto para que «no compitiera» con el gasto social y lo vaciara de recursos. Generó sorpresa, además, el momento en el que los morados denunciaron que el PSOE «ocultó» el gasto en Defensa, que siguen desmintiendo. Hasta ocho horas después de sellar el acuerdo. Ahí es dónde se reabren las fisuras entre Podemos y Yolanda Díaz.
Los morados aseguran que en la mesa de negociación pidieron el cuadro macroeconómico para consultar este dato y que después de exigir en varias ocasiones hablar sobre el gasto militar, no obtuvieron respuesta, según fuentes de la negociación. En Podemos se apunta a la vicepresidenta Yolanda Díaz, de manera velada, que sí conocía el detalle del aumento. De hecho, la propia vicepresidenta aseguró el viernes que Unidas Podemos «al completo» conocía el aumento. El PSOE coincide además y recalca que «todos los ministros conocían» las partidas. Fuentes cercanas a la negociación en la cuota morada insisten en que si su representante, el secretario de Derechos Sociales, hubiese sido informado, el partido habría intentado intentado frenarlo como línea roja para pactar las cuentas. En Moncloa ironizan, incluso, con esa versión. «¿Cómo alguien que se sienta en una negociación dice que no conoce el gasto, cómo no lo iba a pedir?». Creen que los morados han puesto en la diana a su negociador, mientras en Podemos hablan de una encerrona. De hecho, según ha podido saber este diario, Nacho Álvarez estaba en esa negociación y conocía todos los pormenores presupuestarios. En el entorno de Díaz, se muestran satisfechos por el acuerdo conseguido y minimizan el incremento de Defensa, recordando que se trata de un compromiso del presidente, que no resta a las partidas de gasto social y sacan pecho de haber conseguido unos presupuestos en los que los ministerios de Unidas Podemos salen más beneficiados que en otras negociaciones. De esta manera, tratan de zanjar la polémica abierta por Podemos, quien llegó a amagar con romper el Gobierno, pero no lo harán al considerar que han logrado banderas –que se vieron deslucidas por la protesta con Defensa– como la ley de familias, que llegó tras la negociación de Ione Belarra durante el fin de semana, y la intervención de Díaz el mismo lunes, cuando denunció en una entrevista que todavía no había acuerdo.
En Moncloa asumen que Podemos necesita gesticular para tener foco, pero les acusan de ralentizar deliberadamente las negociaciones, sobredimensionando las «diferencias», para trasladar la sensación de que todo sale «in extremis». Además, subrayan su cansancio ante el intento de «capitalizar todo» con el fin de conseguir rentabilidad electoral.
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