José Antonio Vera

Calculado reparto de papeles

La mejor manera de responder a eso es ignorando el griterío robótico de ministros y ministras contra Feijóo y Ayuso

Buena parte de la estrategia del PSOE con relación a Feijóo es enfrentarle con Ayuso. Está escrito con mayúsculas en el argumentario que cada día mandan desde Moncloa y Ferraz a ministros y confluencias. El objetivo es erosionar la imagen del presidente del PP como si de un Casado cualquiera se tratara. Difícil lo tienen y, ciertamente, no lo van a lograr. El reparto de papeles está fijado y no hay problema con eso. Tampoco es ninguna novedad. En todas las organizaciones unos interpretan el rol de bueno y otros, de lo contrario. González era el moderado y Guerra, quien ejecutaba. Aznar, el tranquilo, y Cascos, su bulldozer. Zapatero, el suave, y Pepiño, el que perseguía a la oposición con la beretta. De manera que la diferente distribución de guiones entre el presidente de los populares y la jefa del Gobierno de Madrid es casi perfecta. El PP es demasiado grande como para permitirse el lujo de dejar espacios sin ocupar. Tanto por la derecha como por la izquierda. Porque si existen huecos o agujeros, sus adversarios entrarán por ellos inevitablemente. Se llamen Cs, Vox o como se llamen. Por eso es comprensible que Ayuso controle esos espacios por los que Feijóo no puede transitar. Lo hizo González, lo hizo Aznar y también Rajoy. A efectos de ganar en las urnas, sirven tanto los votos de la derecha como los del centroizquierda. Y es complicado que una misma persona sea referente en ambos universos a la vez.

De ahí que el reparto calculado de papeles, dentro de una convivencia basada en el reconocimiento de la función de cada cual, es algo tan necesario como eficaz. Puede haber un día alguna disonancia, es lógico. Nada importante, en realidad, pues lo relevante es tapar todas las cavidades, no dejando opción a que otros las ocupen.

Bajo esa premisa, cualquier intento del PSOE por enfrentar a Ayuso con Feijóo está llamado al naufragio. Es ridículo que intente dar lecciones de moderación quien pacta cada día con bildutarras y separatas. Es de hipócritas llevarse las manos a la cabeza después de haber indultado a sediciosos, negociado con golpistas huidos o abrazado a los dictadores de Cuba y Venezuela. Curioso que quien no tiene reparo alguno en decirle a su tropa que vomite cada día sobre el líder del PP, se muestre después ofendido al extremo con la presidenta de la Comunidad de Madrid.

El PSOE sanchiano, agobiado por la contestación de la calle a su estrambótica gestión económico-política, quiere desviar la atención del respetable inventando frentes en Génova 13. La mejor manera de responder a eso es ignorando el griterío robótico de ministros y ministras contra Feijóo y Ayuso.

La obsesión anti Ayuso de la izquierda madrileña, por ejemplo, empieza a ser patológica. Cualquier circunstancia es buena para montarle una manifestación, un paro o una huelga. Intentan ganar en la calle lo que no pudieron en las urnas. De manera que unas veces por el Ifema, otras por el Zendal, otras por la atención primaria, otras por las Urgencias, partidos y sindicatos de Madrid movilizan a los suyos para agravar las situaciones, atizando al PP con el mantra del sectarismo. Algo que puntualmente pudiera tener justificación, pero que cuando es permanente, reiterativo, obsesivo y enfermizo pierde toda razón de ser.

Exactamente lo mismo que hace el pedrismo a nivel estatal con Feijóo desde que percibió el tono tranquilo del gallego, su empeño en no ofender, su disposición a hablar con todo el mundo, sus sopesadas propuestas económicas y la inquietante escalada en las encuestas no-CIS-no-Tezanos. Un peligro real para quien, bajo un discurso de aparente bonhomía, alberga formas pendencieras contrarias a la cultura del consenso. A Feijóo le han insultado no menos de cien veces en los últimos meses. Igual que a Ayuso. Ambos saben perfectamente en qué parte del terreno de juego se debe mover cada uno. Lo importante es ir ganando partido a partido.