Antonio Martín Beaumont

La OPA de Feijóo

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo
El líder del PP, Alberto Núñez FeijóoFernando SánchezEuropa Press

«Centralidad». Esa es la piedra angular del PP. Génova está volcada en el ciclo electoral. La política, qué duda cabe, tiene una parte importante de sensaciones. Y ahora desde la planta noble de la sede genovesa se retransmite optimismo. Los aires parecen soplar a favor. ¿Sólo por las encuestas del gurú Narciso Michavila? No. Los mandatarios populares han arrancado 2023 tomando la iniciativa. Marcando la agenda. El electorado de centro derecha está muy movilizado. Naturalmente, Alberto Núñez Feijóo está a la ofensiva. Observadores bien situados en el puesto de mando de su cuartel general ven al equipo del presidente popular entregado totalmente al proyecto. «Como hacía años que no se veía en la casa», cuentan.

Mantener el pulso no es sencillo. Tampoco acompasarlo con la opinión pública. Pero no cabe duda de que el subidón que se observa en actos, bares y paseos lleva en volandas a los líderes del PP. De hecho, los ánimos no se resintieron ante el violento escrache de la izquierda del que fue víctima la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en la Universidad Complutense. Esta vez no se ha visto la flojera de la que siempre acusa «la derecha viril» a los cuadros populares en otras ocasiones ante rivales empuñando el hacha de guerra. Al revés. En esta ocasión se ha escuchado sobre todo eso de: «¡Es una jabata!». Ciertamente, Ayuso es un látigo tanto para Sánchez como para la izquierda radical y el independentismo.

La personalidad de la presidente de la Comunidad de Madrid la hace una lideresa transversal. Díaz Ayuso muerde electoralmente no solo a Vox sino también al PSOE. «Porque es valiente, creíble y natural», me subraya un colaborador de Feijóo. La mandataria madrileña, como a su manera el andaluz Juanma Moreno, juegan con un estilo propio. Muy personal. Y, ello, precisamente, permite al líder y al partido cubrir otra parte del potencial electorado. Cuando la errática deriva de Sánchez chirría, no es hora de malgastar el voto. Feijóo no tiene dudas de que debe convertir sus siglas en el referente único de la alternativa. El incentivo es la concentración de las papeletas en la «casa común» del centroderecha. El éxito del PSOE se basó en que enfrente había tres marcas. Con solo dos, PP y Vox, la izquierda anda perdida.

El suicido de Ciudadanos representa una garantía para Núñez Feijóo. Él está donde debe. En cambio, hace tiempo que el español de a pie dejó de perdonarle al partido naranja sus frivolidades, divisiones, luchas endogámicas y confusos caminos. Cs ha dejado de ser útil. La marca no tiene ya acomodo mental en la sociedad. Así que, se mire como se mire, los desesperados cantos de sirena de Begoña Villacís no tienen sentido. Estos días tendremos importantes noticias al respecto. En paralelo, pensando en la próxima legislatura, Feijóo viene estableciendo puentes con fuerzas como el PNV o Teruel Existe. Si el líder del PP alcanza un triunfo holgado en las generales, buscará esa geometría variable. Es lo más lógico. Nada que perder por tantear el terreno.

El Partido Popular emerge entonando el «todos a una» frente a la erosionada coalición de Sánchez con Unidas Podemos. La insegura amalgama de socios integrantes de la mayoría Frankenstein hace aguas marcando cada cual su perfil ante las urnas. Políticamente estamos en tiempo de descuento. El bloque de la investidura se desdibuja. Es natural que la bancada socialista pida al Consejo de Ministros que frene el envío de leyes y decretos al Congreso. Ya no hay margen de maniobra. Y además las quejas se acumulan sobre «Yo-Yolanda», como la llaman por su desmedido ego. «Yolanda Díaz está fascinada consigo misma», golpean afines a la vicepresidenta. La oferta a la izquierda del PSOE es una locura de quince formaciones. Siendo generosos, diríamos que Sumar es simplemente un guirigay envuelto en terciopelo. Así de fracturado está el pedestal de Sánchez.