Estrategia

ERC amarra la Generalitat y sigue su hoja soberanista

El pacto no afecta a las municipales: el PSC primará a Junts. La consulta entrará en la agenda de las generales

El acuerdo entre ERC y el PSC para sacar adelante los Presupuestos catalanes es una bomba de oxígeno para el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Para agotar la legislatura en Cataluña quedan dos años, mucho tiempo en la convulsa política catalana, pero ERC pretende aguantar todo lo que pueda al frente del Gobierno.

Con los Presupuestos ya amarrados, hasta que no se despejen las próximas elecciones generales, y no se aclare si Pedro Sánchez seguirá necesitando o no sus votos para continuar en La Moncloa, cabe esperar una tregua en la estabilidad catalana, sobre todo cuando pasen las elecciones municipales y ERC y el PSC dejen de competir electoralmente por el poder en los ayuntamientos.

Por mucho ruido que haga Junts, el escenario sigue siendo más positivo para ERC, que consigue margen para servirse de la plataforma de la Generalitat para romper prejuicios en su papel de partido de gobierno y continuar tejiendo complicidades con el mundo económico catalán. Sin renunciar a su agenda soberanista, aunque sometida al pragmatismo y con otro control de los tiempos. Si en esta legislatura de Sánchez ERC ha conseguido todos sus objetivos, incluida la reforma del Código Penal necesaria para suavizar las consecuencias de otro «procés», de ser necesarios sus votos, tras las generales, pondrán encima de la mesa la consulta.

La mesa de diálogo no se ha extinguido. Dejó de celebrar reuniones públicas por el miedo socialista al coste electoral. Y en un contexto ya de campaña, ERC acepta que no haya más convocatorias porque, a fin de cuentas, lo que querían negociar ya lo han hecho sin tener la presión mediática encima de las conversaciones.

El acuerdo entre el Gobierno de ERC y el PSC es el primer pacto para la gobernabilidad de Cataluña entre un partido independentistas y otro constitucionalista, después de los años del «procés» y de la política de bloques (independentistas vs no independentistas) consolidada durante este tiempo. Pero sin el PSOE hipotecado a los escaños de ERC, el líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa, no habría firmado este acuerdo: al menos hasta antes de ayer sostenía en conversaciones privadas que no habría pacto. Mientras que desde el primer momento Moncloa anticipó que el proceso terminaría con un entendimiento.

Ahora bien, en ERC descartan que este pacto tenga continuidad en los acuerdos de gobernabilidad municipales. Están convencidos de que en estas elecciones, como ocurrió en las anteriores, funcionará aquella, hoy histórica, socioconvergencia, que obliga a los socialistas a llegar a acuerdos con el entorno del expresidente Carles Puigdemont, quien huyó de Cataluña para no tener que enfrentarse a la Justicia. ERC y PSC son rivales electorales directos y los dos partidos se identifican con el modelo del acuerdo entre Junts y el partido de Illa de 2019, para controlar la Diputación de Barcelona. En Cataluña, electoralmente el enemigo a batir para los dos, Junts y ERC, es el PSC. De hecho, el próximo gran pulso entre el PSC y ERC se librará en la Alcaldía de Barcelona, la gran apuesta de Sánchez para justificar que sus cesiones han sido una inversión para su partido que ha merecido la pena frente a los recelos extendidos entre sus barones autonómicos.

El acuerdo presupuestario anunciado ayer tendrá vigencia en tanto Sánchez tenga que seguir pendiente de ERC para sostenerse en Madrid. Illa negó que este sea un pacto de legislatura, pero los socialistas no pueden tumbar a Aragonès en tanto dependan en Madrid de los diputados republicanos.

En el PSOE confían, además, en que este pacto convierta a ERC en colaborador necesario para sacar adelante la Ley de Vivienda y la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana. El problema es que los socialistas no tienen en ERC su principal obstáculo para aprobar estas dos reformas comprometidas en su programa, sino en sus socios de coalición.

Este clima no superará una derrota socialista en las próximas elecciones generales, y de llegarse a esa situación, el pragmatismo de ERC virará frente a un Gobierno PP-Vox.

La unión con Sánchez es el interés mutuo, pero, tras casi una legislatura de colaboración, en ERC se fían tanto de la palabra del presidente como para sospechar que si le cuadrasen los números, y se arreglase el lío entre la vicepresidenta Yolanda Díaz y Podemos, haría el movimiento de convocar elecciones, pese a su palabra comprometida, para pillar a todos sus rivales con el pie cambiado.