Elecciones generales
Abascal galopa al Congreso
Su lema es «el que resiste, vence». Ha logrado ser protagonista y también que el PP sufra. Ahora le toca hacer política.
Su lema es «el que resiste, vence». Ha logrado ser protagonista y también que el PP sufra. Ahora le toca hacer política.
Llegó para quedarse. El líder de lo políticamente incorrecto, de la «España viva» y del discurso de la reafirmación nacional, no varía en sus ideas a pesar de los misiles políticos y mediáticos. Ya se veía como «ganador» antes de los comicios y fuera cual fuera el resultado por el hecho de haber conseguido marcar la agenda política y que se den batallas que antes no se libraban.
El mero hecho de entrar en el Congreso de los Diputados ya se traduce como triunfo para un líder que no es la primera vez que se presenta a las elecciones generales y que hizo bandera de la resistencia y del que la sigue, la consigue. Y es que el propio jefe de Vox fue candidato a los comicios nacionales en 2015. Llogró un 0,23 por ciento de los votos (57.733) y en 2016 el 0,2 por ciento (46.781). Pero no se rindió. Si en su momento fueron Pablo Iglesias y los suyos los que se llevaron los primeros titulares, en esta Legislatura será Abascal el que compita con sus golpes de efecto por llevarse el ruido mediático.
Curtido en el País Vasco, no se dejó amedrentar ni por las dianas que le fijaban como objetivo, ni por los intentos de asesinato de ETA contra tres generaciones de su familia, ni cuando le pintaron los caballos de su padre, ni cuando quemaron dos veces el comercio de su madre. Aguanta bien la presión, y uno de sus lemas es «el que resiste, vence». Ha conseguido formar un núcleo duro y su liderazgo no se discute, ni dentro ni fuera.
Abascal ha dirigido su propia campaña, echándose a las espalda los aciertos y errores, apelando al espíritu de las calles, del boca a boca y centró sus mensajes en las redes sociales. Su crecimiento ha sido proporcional al de sus mítines donde llenaba plazas de toros y se quedaba incluso gente fuera.
La irrupción de Vox en el panorama político español tuvo su punto de inflexión el 7 de octubre de 2018 cuando consiguió llenar el Palacio de Vistalegre de Madrid en un multitudinario acto al que asistieron más de 10.000 personas. Y su visibilidad aumentó cuando el partido se sentó como acusación popular contra los responsables del procés, lo que puso el foco como abanderado de la lucha contra el «golpismo» y a favor de la unidad de España.
En las elecciones andaluzas rompió los pronósticos: logró 12 escaños. A partir de ahí consiguió fijar la mirada de una parte de electores huérfanos que no se habían sentido representados, nuevos votantes, y el voto indignado y hastiado que encontró asilo en Vox. Está por ver si en las muncipales y autonómicas revalida esa victoria, si crece o si algunos de sus seguidores optan por lo que el PP llama «voto útil».
Creció en Amurrio (Álava) donde los vecinos le llaman «Santi» y desde donde sigue cruzándose con las miradas retadoras de abertzales del pueblo que intentan hacerse notar e incluso le graban en la distancia para avisar de que ya está en el municipio. Y precisamente por ser de pueblo abanderó esa lucha contra la España vaciada, en favor de la caza y de los toros.
«Vox» significa voz en latín y tiene su antecedente en la palabra griega «epos», empleada para definir las hazañas épicas de los héroes clásicos. Por ello, desde su entrada a caballo y su inicio de campaña en Covadonga algunos ya le apodaron «Santiago y cierra España». Define su partido como de «extrema necesidad» y estaba convencido de que más tarde o más temprano vencería «el sentido común».
Los que le conocen saben que para él es más importante luchar por ideas que por sillones, «lo ha demostrado», dicen y «estará donde sea necesario y le necesite España». Amante de la montaña, sabe que para subir al pico más alto se necesita constancia y mucho entrenamiento. Le gusta sorprender, es cabeza de una esperanza para algunos inesperada.
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