Santander
Abel Caballero, el siguiente en la purga de Sánchez
Plantea sustituirle como presidente de la FEMP para dar un «aviso» a quienes se situaron del lado de Susana Díaz.
Plantea sustituirle como presidente de la FEMP para dar un «aviso» a quienes se situaron del lado de Susana Díaz.
Desconfianza, lógicamente. Basta conversar con dirigentes alineados con Susana Díaz durante las primarias para comprobar su recelo ante los próximos pasos de Pedro Sánchez. Tras el terremoto de la victoria sanchista, el temor a una remodelación del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados que más se significaron con la presidenta de la Junta de Andalucía sobrevuela la bancada. Pese a los mensajes de calma que emanan insistiendo en que no habrá «purgas», sólo escuchar o leer lo que escriben en las redes sociales pretorianos del «nuevo orden» socialista, como por ejemplo a Adriana Lastra, corta el hipo a quienes estuvieron del otro lado. Pero no se queda en la Carrera de San Jerónimo el susto: fuera de la Cámara Baja también anda en entredicho el futuro de varias personalidades de referencia en el PSOE.
Más allá de brújulas de ambiente del socialismo, como que en sedes hayan quitado las fotos de tótems como Felipe González, o lo que pueda ocurrir con barones «susanistas» en los congresos regionales –cada vez se repite con más insistencia que están expuestas las cabezas del aragonés, Javier Lambán, y el manchego, Emiliano García-Page–, fuentes fiables no descartan que Sánchez busque, como «aviso a navegantes», la sustitución del alcalde de Vigo, Abel Caballero, como presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). De hecho, ha sonado con fuerza el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, para suplirle. Si bien Puente parece destinado a asumir la portavocía de la nueva Ejecutiva Federal. Él mismo ha admitido haber recibido la propuesta de Sánchez, lo cual ha creado malestar, al menos en la cuarta planta de Ferraz.
La apuesta de Caballero por Díaz fue rotunda. Incluso llegó a meterse en un lío montando un acto en Madrid en teoría para reivindicar el arraigo municipalista del PSOE, pero que sirvió de lanzamiento de la andaluza. El gallego llenó el pabellón de la ONCE y sentó a los alcaldes más importantes del partido en primera fila. Aquella demostración de fuerza empujó a Díaz para lanzar su precampaña interna: «¿Y sabéis lo que hoy os digo? Que tengo fuerza, que tengo ilusión, que tengo ganas, que estoy animada, que me encanta ganar, eso va de suyo, ¿verdad?».
Aquel acto fue duramente censurado por los próximos a Sánchez. Se puso en duda cómo se había financiado. Su siempre cercano Juanma Serrano –funcionario de la FEMP, por cierto– se encargó de alimentar las sospechas de abuso de la organización pública a mayor gloria de Díaz, mientras los responsables de la convocatoria sostenían que el alquiler del pabellón –de coste jamás revelado- y los autobuses fletados desde Andalucía y el resto de federaciones habían sido sufragados con «aportaciones de los asistentes», y no con recursos de la Federación Española de Municipios y Provincias ni de los aparatos del partido.
«Pedro tiene grabada a fuego la afrenta de Abel Caballero», me dice uno de los cercanos al nuevo líder. Sea como fuere, para moverle la silla deben tejerse numerosas complicidades. De entrada, con los propios alcaldes socialistas, por más que la llegada del regidor vigués a la presidencia de la FEMP en 2015 fuese unida a la polémica. Porque el PSOE incumplió la idea inicial de presentar una lista unitaria con el PP para los órganos rectores y su mayoría en la asamblea de la Federación impulsó a Caballero a la presidencia frente al popular Iñigo de la Serna, hoy ministro de Fomento, pero en aquellas fechas alcalde de Santander y hasta entonces presidente.
Quizá el tiempo de la revancha, para Sánchez y de rebote para los populares, esté más cerca. Todo es posible.
✕
Accede a tu cuenta para comentar